20 | Castigo

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La cancha de fútbol era un hervidero de actividad y, como no podía ser de gran manera, yo estaba ahí, sudando la gota gorda y recogiendo basura junto con Fernanda. Ya saben, porque ser una buena amiga significa compartir el dolor de castigo, aunque éste no fuera exactamente mío. A nuestro alrededor, el equipo de fútbol estaba entrenando a Frederick. Sí, leyeron bien, el mismo Frederick que apenas distingue un balón de fútbol de una sandía.

Mateo y Sebastián, muy amables, nos ayudaban a limpiar, mientras Axel, en su estado natural, observaba todo desde las gradas con la emoción de un cactus con espinas increíblemente afiladas.

Fernanda no pudo evitar soltar un bufido al ver a Axel, lo cual me hizo reír internamente. Parecía que los niveles de tensión en la cancha iban a superar los episodios de telenovela pronto. Me acerqué a ella con una sonrisa divertida—. ¿Qué pasa, Fer?, ¿Molesta por el hecho de que te delataron?

Ella se giró para mirarme con los ojos entrecerrados—. ¿Molesta? No, claro que no. Estoy de lo más feliz, en serio. —dijo, con un tono tan seco como el Sahara.

Mateo, que estaba cerca, levantó una ceja con curiosidad—. ¿De qué hablan? .—preguntó, probablemente buscando algo de chisme jugoso para amenizar el trabajo. Ah no, esperen, esa era Violetta.

—Axel delató a Fernanda frente al entrenador de baloncesto. Por eso nos pusieron a limpiar la cancha de baloncesto y la cancha de fútbol. —le expliqué, sin perder el tono casual—. La cancha de fútbol no tiene nada qué ver, pero el entrenador de baloncesto es muy amigo del entrenador de fútbol y quedaron que sería buena idea una limpieza. Aunque, técnicamente, el castigo es solo para ella. Yo solo estoy aquí porque soy una amiga increíble. —puse una mano en mi pecho, orgullosa.

—Ajá, una mártir. —murmuró Fernanda, con un toque de sarcasmo que no pasó desapercibido.

Sebastián la miró con sus ojos mieles bien abiertos, desbordantes de dudas—. ¿Axel? Vaya, eso... suena muy él. —su voz era apenas audible, pero Fernanda alcanzó a escuchar el comentario y lo apoyó.

—Sí, es el tipo de cosas que él haría. —replicó, con una mueca de fastidio.

Mateo encogió sus hombros, estirando las comisuras de sus labios para darnos una de sus bonitas y agradables sonrisas características—. Bueno, a lo mejor solo estaba teniendo un mal día. Todos tenemos días malos, ¿no?

—Sí, claro. —dijo Fernanda, rodando los ojos—. Excepto que sus 'días malos' parecen ser constantes. Tiene la misma cara siempre.

—Tú también tuviste tu etapa emo. —dije, dándole palmaditas en su hombro. Ella me miró mal y apartó mi mano, causando nuestras risas.

En eso, mi mirada cayó de un momento a otro en el campo donde Frederick estaba intentando algo que parecía vagamente un dribbling, bajo la "tutela" de Carlos. Usé comillas porque, francamente, Carlos estaba más ocupado haciendo poses como si estuviese en una sesión de fotos que en darle consejos útiles. José Daniel y Marcos hacían tonterías a su alrededor dignas de pendejos como ellos, y Frederick estaba en medio de todo eso con una sonrisa, imaginando que estaba en un parque de diversiones en lugar de una cancha de entrenamiento.

Suspiré. Frederick había decidido acompañarnos a Fernanda y a mí a hacer esta labor luego de vernos salir de la cancha de baloncesto. Según él iba a ayudarnos a limpiar una vez estuviésemos en la cancha de fútbol, pero en lugar de eso, se encontró con Carlos, su amigazo del alma; y le dieron ganas de practicar el deporte cuando vio a los chicos sudados y cansados, frutos del entrenamiento reciente. José Daniel y Marcos lo vieron divertido así que se ofrecieron a enseñar, y Jorge igual solo para supervisar que esos cuatro no se maten.

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