CAPITULO 3 (No quiero estar solo aquí)
Tres días y la humedad era incómoda.
El agua llegaba a su pecho, salpicando su rostro mientras seguía fluyendo en la jaula, encadenado, confundido, mojado, aturdido; solo abrió los ojos, divisó no muy lejos de la jaula a varias personas, murmuraban sin dejar de mirarlo.
No entendía nada de lo que sucedía, hasta que apareció, una bella omega, vestida de blanco, elegante y amenazante.
-Así que este es el favorito del General JungHyun- camino a la orilla de la jaula -Debes ... de ... ser... realmente especial- miro desde arriba con desdén -estarás allí, hasta que te ahogues, solo yo soy la favorita- habló con soberbia la omega.
Sus brazos estirados sujetos a las cadenas, ya estaban más que entumecidos, falta poco para perder la conciencia, desmayarse por el agotamiento y ahogarse; sí, eso es lo que están esperando, que él se ahogue, nadie sabe que está allí, nadie lo va a rescatar.
<Nadie vendrá por mí> ese pensamiento lo invadió de una manera angustiante, se agitó un poco, un poquito, antes de empezar a gritar, intentar gritar; su voz ronca se escuchaba en pequeños quejidos y sollozos. El tiempo se acaba, después de tres días, su tiempo se acaba.
Soobin ya estaba desesperado, el General JungHyun estaba desesperado, porque si, Tae es su favorito. No encontraba señales de él, pensaban, soñaban lo peor. Siguieron las pistas, pequeños rastros, pisadas, ramas quebradas, pero no encontraron nada. Se lo había tragado la tierra. En verdad, se lo tragó la tierra, el General abrió los ojos de más y pidió buscar en las cavernas junto a las cascadas del río, sin esperar a nadie, corrió hacia el lugar, mirando las piedras lamosas y buscando una entrada, se deslizó por las hendiduras rocosas, sintiendo el viento colarse y llegar de golpe a su rostro, el General y otros estaban más atentos, alerta a cualquier situación.
Las voces se escuchan con eco dentro de la cueva, era claro que hablaban del prisionero, el favorito del General, solo eran minutos para que muriera, un paso más y el General salió de su escondite blandiendo su espada, tomando por sorpresa a los bandidos, la omega observaba pasmada, solo reaccionó cuando sintió la punta de una espada en su garganta.
-¿¡Cómo te atreves, Jisoo!?- Gritó el General -¿¡Como osas secuestras a mis soldados!?- sus dientes se unieron, apretó su mandíbula, tensionando al punto de que sus venas en el cuello brotaron, su color rojo subió hasta las orejas y su ira se volvió casi rabia -¿Que pretendes?, ¿Dónde está Vante?... Llévame con él, ¡YA MISMO!- La omega paso saliva, un poco aturdida por la voz de mando; y con su dedo bajo la espada, bajo la cabeza, comenzó a caminar hacia la mazmorra, guiandolos a donde la jaula de agua se encontraba, al ver que el agua casi tapaba la cabeza de Tae, el General se apresuró para abrirla, romper las cadenas y tomar en brazos, un Tae inconsciente con un pálido color y un helado mortal, Soobin ayudó al General, lo dejo en el suelo y empezó a resucitar -Más te vale que no muera Jisso, ¡MÁS TE VALE!- la angustia de los soldados era evidente, más el General vio a la omega Jisso y tomándola del cuello la arrastró hasta la pared, sus ojos chocaron y sus pupilas se dilataron, paso saliva pero la mano que obstruía su garganta, escasamente permite pasar el aire para que no se desmayara -Arreglaremos esto mañana antes del mediodía; te espero en la pradera- giró e hizo un gesto para que sus soldados sacaran a Tae y salieran de las cuevas, para tomar camino nuevamente hacia el campamento.
-Tiene hipotermia, no se si pase la noche- el médico del campamento balbuceaba -traiga más agua caliente y prendan fuego cerca al catre del soldado- los soldados corrían de aquí para allá, siguiendo las instrucciones del médico que temblaba bajo la mirada del General, Soobin acomodaba las cobijas y las pieles junto a Tae, esperando que su tono de piel dejara de ser verde pálido a un rosa o carmín, pasaban las horas y el calor en su cuerpo volvió, más no despertaba.
La mañana se coló por los espacios de la carpa y un grito los llevó de nuevo a su realidad -¡General está todo listo!- Gritaron desde la entrada de la carpa.
Si, ya estaba todo listo para el duelo.
Cabalgaron hasta la pradera, tenían la cabeza caliente, los ánimos estaban caldeados y las ganas de recuperar el honor de su ejército; y sabe la Diosa Luna cuánto necesitaba, ¡NO!, lo deseaba, deseaba que nadie colocara un dedo sobre Tae.
La omega lo esperaba, impecablemente vestida de blanco, su espada desenvainada apuntando al suelo, esperando que el alfa arremetiera -No tenemos por qué pelear, tu y yo hemos compartido más que cualquiera, más que ese simple soldado, ¿Porque lo defiendes?, ¡Dímelo ya!- la omega desesperada gritaba frente a todos, sus palabras dirigidas hacia el General, solo calaban en su interior, mientras el General, solo se ubicaba en su lugar para comenzar la contienda.
-Jisso,¿ siempre has sido tan mezquina?, hemos luchado hombro a hombro, pero nada más- el General JongHyun tomó la postura de defensa, sus ojos se iluminaron en un azul zafiro, característico de su clan -lo que hiciste a mi soldado no fue honorable. Jisso, solo somos compañeros de guerra y hoy al terminar este duelo - sus ojos se fijaron en la omega - abandonarás estas tierras y vivirán en las fronteras- la omega palideció.
Y aunque la omega hizo todo lo que su entrenamiento ameritaba, la derrota a manos del General JungHyun fue total, el brazo de la omega Jisso siempre recordaría que los soldados no se tocaban y que su honor se respetaba, la alegría de los soldados y el orgullo en las nubes, llenaron de cantos la pradera y la entrada al campamento. Sin embargo, Tae aun no despierta.
El General hizo guardia, Soobin no se separaba de Tae, el médico solo esperaba que despertara mientras regulaba sus síntomas. Se dividieron la vigilia, el General tomó el primer lugar, sentado al lado del catre, velo el sueño de Tae.
-Nooo, no lo haga... nada el... el gene... el ...- oyó balbucear
-Vante, ya estás en las barracas, estás a salvo- le decía mientras acariciaba su cabello.
-No se ... vaya... no quiero...es...estar... solo aquí- decía entre sollozos.
-No me iré, pequeño, estoy contigo- lo dijo sin pensar, sin analizar de más, su mano en el cabello, dando caricias suaves. Sin reconocer aunque le gustaba hacerlo, le gusta esa sensación
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DIRAC Nos convertimos en una sola alma, única
FantasySi dos almas interaccionan entre ellas por un tiempo determinado y luego son separadas, ambas se pueden describir como seres distintos pero de una forma sutil se convierten en una sola alma, única. Lo que le ocurre a uno le sigue afectando al otro...