Capítulo. 6✨

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Esteban

En el momento que me acerque a besar a Natalia, Ella se sonrojó, sus ojos agrandados por la sorpresa, pero asintió con una sonrisa tímida.

cuando nos separamos, la habitación estalló en risas y gritos.

Escudriñé la sala, y mi mirada finalmente se encontró con Morgan. En lugar de la anticipación de una reacción, la encontré inmersa en una conversación con Laura, una de las porristas más destacadas del colegio. La indiferencia de Morgan, tan ajena a la situación, me provocó un sentimiento extraño que se asentó pesadamente en mi pecho..

La música vibraba en el aire cargado de la fiesta, y los gritos de emoción se elevaban cada vez que alguien completaba un reto o confesaba una verdad.

La botella giró, zumbando sobre el suelo de madera, hasta que señaló a Mateo. "Verdad," dijo con cautela, evitando el contacto visual.

"¿Qué es lo que menos te gusta de tu novia?" preguntó Kevin uno de las integrantes del equipo de básquet, su voz cargada de curiosidad maliciosa.

Mateo tragó saliva, consciente de que Paola lo miraba fijamente.

- "cuando está gorda"-dice en voz alta, y el ambiente se puso pesado.

Paula se quedó petrificada, su rostro palideciendo mientras las palabras la golpeaban como un puñetazo. "¿Cuando estoy gorda?" repitió, su voz temblorosa. "Eso es lo que menos te gusta de mí?"

Mateo intentó hablar, pero las palabras se perdieron en el murmullo de desaprobación que se levantó entre los presentes. Paula se levantó, sus ojos brillando con lágrimas no derramadas. "Gracias por la sinceridad," dijo con amargura, antes de salir de la sala.

Después del inesperado giro de los acontecimientos, la fiesta se sumió en un murmullo de conjeturas y susurros. La música seguía sonando, pero la energía había cambiado; la alegría despreocupada se había transformado en una tensión palpable. Algunos invitados se agruparon para discutir lo sucedido, mientras otros optaron por ignorar el drama y continuar con la celebración, aumentando el volumen de la música en un intento de recuperar el espíritu festivo.

Segundos Después.

En el torbellino de colores y sonidos de la fiesta, decido buscar a Morgan con la mirada. Allí estaba ella, bailando con una gracia que parecía capturar la esencia misma de la música. Cada movimiento suyo era una melodía visual, y yo no podía apartar la mirada. Decidido, me acerco.

-No sabía que bailabas, ricitos -le susurro al oído.

Ella se voltea rápidamente y me mira con sus ojos claros y brillantes, reflejando la luz de la fiesta como dos faros en la noche.

-Vaya, parece que ambos tenemos sorpresas que compartir. A veces, las personas no revelan todos sus movimientos de inmediato, ¿no crees?- dice mirándome a los ojos.

-Y hay veces que, sin importar cuánto bailemos al mismo ritmo, nunca llegamos a conocer todos los pasos del otro.

Me acerco con una sonrisa cómplice y, sin decir una palabra, extiendo mi mano hacia ella. Con un gesto suave pero firme, la tomo de la cintura la música envuelve la casa, y nosotros nos movemos al ritmo, cada paso y giro es un diálogo silencioso que solo nosotros entendemos.

El ambiente de la fiesta cambia cuando la música se apaga de golpe. Y Lucas, agarra un micrófono improvisado y se sube a una silla con una sonrisa traviesa.

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