La situación de la familia era horrible; la madre no podía pensar con claridad, parecía una pesadilla, pero era la realidad. Estaba inmovilizada por un lobo mientras escuchaba los pobres llantos de sus crías, el peor sonido de su vida. Lo único que importaba eran sus crías; ya había perdido a muchos seres queridos antes y la noticia de la pérdida de su amigo solo empeoraba la situación. Su amigo, quien la había cuidado en los peores momentos, ya no estaba, todo por culpa de un tejón que nunca pensó que regresaría a su vida para atentar contra la vida de sus crías de nuevo. En ese instante, en su último encuentro, hubiera deseado arrancarle la tráquea.
No importa el pasado, ella solo tenía en mente a sus crías. No permitiría que murieran; vivirían cueste lo que cueste. Aunque ella perezca, es lo que una madre hace: dar su vida por sus hijos. La madre se mantenía firme ante la situación, así que gritó con todas sus fuerzas a sus crías.
. - ¡¿QUÉ ESTÁN ESPERANDO?! ¡CORRAN! –casi rasgó sus cuerdas vocales–.
Los niños se quedaron pasmados, sin comprender la situación. Nunca habían imaginado que algo así podría ocurrir por salir sin permiso. Los pobres pequeños no podían hacerle caso; temían por su vida y no querían dejar a su madre con el lobo y el tejón.
. - ¡NO ESCUCHARON, CORRAN! –volvió a gritar, aunque no podía verlos ya que estaba centrada en el lobo, sabía que aún estaban cerca por sus lloriqueos–.
. -Pero, mamá... –intentó hablar el segundo, pero fue interrumpido por su madre–.
. - YO ESTARÉ BIEN, SACA A TUS HERMANOS. –Por fin apartó su mirada, temiendo que fuera la última vez que viera a sus crías– Por favor... saca a tus hermanos.
El segundo dejó de llorar, miró a su madre, no la quería dejar, pero tenía razón. Si se quedaban en ese instante era un peligro mortal. Aunque le doliera, tenía que abandonar a su madre y lo peor, en su mente se veía como el culpable de esa situación, ¿por qué se salió?, ¿por qué quiso ir a ver esa cosa? Si no lo hubiera hecho, esto nunca pasaría. Él volteó a ver a sus hermanos; estaban aterrados. Él solo los agarró de sus colas y los empezó a jalar con todas sus fuerzas.
. - ¿Q-qué estás haciendo? –dijo el tercero, sabía que su mamá les gritó, pero en sí no quería abandonar a mamá– ¿Y mamá?
. - Por favor, ya vámonos – suplicó su hermano–.
El tercero volteó a ver a su madre y cerró los ojos, entendiendo lo que debían hacer: huir. Con lágrimas, siguió a su hermano y de paso, su hermano y él se llevaron a su hermana. Ella solo lloraba mientras era arrastrada por sus dos hermanos.
. - Oh... ¿se van tan pronto? –el tejón se interpuso en su camino– ¿Qué sucede? ¿Abandonan a su madre... creo que es de familia? –dijo en burla. Él tuvo suficiente tiempo para conocer mejor a la zorra– Oh no, no todos se deben quedar, todos juntos y felices.
Los niños vieron al tejón con terror y con esa cicatriz no ayudaba. El hermano se puso en medio de sus otros hermanos; era inútil, pero ¿qué más podía hacer?
. - Oh, qué tierno... déjame adivinar: ¿el valiente o eres el tonto de la familia?
. - se acercaba más – ¿Qué puedes hacer? Responde, eso es cierto: nada.
. - ¡NI LOS TOQUES! – la madre rugió–.
. -No me grites, tú lo ocasionaste todo esto – él solo volteó a ver cómo su compañero la sometía – ¿Qué esperas? Ya cómetela" –dijo molesto por qué no está haciendo nada– mientras yo me encargo de ellos
–Solo sonrió y levantó su garra izquierda para lastimar a los pequeños–.
. -Espera.
El tejón se detuvo, mirando a su compañero con odio. Que espere, que espere, él esperó suficiente, maldición, un año, ¡un maldito año! Es lo que cruzaba en su mente, pero... algo en él le hizo caso.
. - ¿Qué has dicho... por qué? - habló con frustración - responde.
. -Te dije que quería a las crías. Tú quédate con la madre. –Él ni lo vio, solo se quedó viendo a la madre, que está a su merced, agitada, aterrada – Oh, ¿quieres que te arrebate la satisfacción de matarla?
. -... tienes razón... –bajó su garra y se alejó de las crías, mientras ellas no desperdiciaron la oportunidad de escapar– sabes, zorra... estuve soñando este momento... y es mejor de lo que pensé –Solo pocos metros faltaban entre él y ella– Ve y reclama lo que es tuyo –él ordenó a su amigo– pero antes... lastima una de sus patas, no quiero correr riesgos – dio la orden con una sonrisa–.
El lobo captó y dio un mordisco a la madre; el grito que dio fue estruendoso, sus hijos lo escucharon, era horrible oír a su madre gritar. Pero uno lo disfrutaba, el tejón; ese grito era música para sus oídos. Ya la madre tenía su pata izquierda delantera inservible, la sangre brotaba. El lobo se apartó y siguió a las crías.
. - Buena cacería... ahora tú y yo de nuevo, ¿cierto? –habló mientras veía a la madre que se reincorporó y con dolor se preparó– y esta vez yo ganaré, jajaja.
Allí estaban los dos, en medio de la nevada. El viento soplaba suavemente entre los árboles, llevando consigo el fresco aroma de la nieve recién caída. Sus miradas se encontraron, brillando con una intensidad salvaje, mientras evaluaban cómo se enfrentarían nuevamente.
Los pequeños corrieron, hasta más no poder, cansados. Ellos se detuvieron para agarrar aire; sabían que el lobo los seguía, no podían seguir corriendo, los tres entendían que era en vano, así que optaron por la mejor solución: esconderse. Los tres visualizaron un arbusto cercano y no tardaron en entrar en él. Los tres recibieron unos pequeños cortes y rasguños, pero tuvieron que aguantar el dolor. Ellos vieron cómo el lobo no tardó en llegar. Tranquilamente, comenzó a oler el suelo. Se sentó y empezó a inspeccionar con la mirada la zona. Los pequeños estaban aterrados. Solo tenían que mantenerse en silencio y eso es todo. Pero tuvieron que aguantar el grito cuando él se quedó viendo a su escondite; él se acercó y empezó a olfatear.
. - Mmmmm... a la otra, busquen un mejor escondite.
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La madre zorra avanzó con cautela, su pata delantera izquierda aún dolorida por la herida que había sufrido por culpa de ese lobo. Cada paso era un recordatorio constante de su vulnerabilidad, pero su determinación ardiente la impulsaba hacia adelante, dispuesta a enfrentarse a ese maldito.
Mientras tanto, el tejón estaba entusiasmado con la situación. Esto era lo mejor de su vida, por fin ella moriría. Sus ojos brillaban con una intensidad salvaje mientras observaba a su vieja conocida evaluando sus movimientos y esperando el momento adecuado para atacar.
. - Jajajaja, esto será divertido –impaciente por cómo la degollaría–.
. -Tú estás retorcido. Solo porque te dejé allí tirado haces esto... Y traes un maldito lobo para que ataque a mis hijos. Ellos no tienen nada que ver en esto –mencionó furiosa–.
. -Si ellos no deben estar involucrados... pero su muerte te devastará.
. -Ellos no morirán –ella dijo con seguridad, pero dentro de ella tenía ese temor–.
. -Dilo hasta que te lo creas –se corrió hacia ella–.
El primer choque fue repentino y violento, un estallido de furia y movimiento que llenó el claro con el sonido de gruñidos y chillidos. La madre zorra y el tejón se lanzaron el uno contra el otro con una ferocidad desenfrenada, sus cuerpos entrelazados en una danza mortal de garras y colmillos.
En medio del frenesí de la pelea en el claro del bosque, un choque violento entre la madre zorra y el tejón resultó en un crujido sordo. La madre zorra sintió cómo algo cedía en su mandíbula, seguido de una sensación punzante de dolor. Con un gruñido ahogado, retrocedió, sintiendo el sabor metálico de la sangre en su boca.
Con la respiración entrecortada, la madre zorra pasó la lengua por su mandíbula, explorando la nueva brecha que se había formado. Con horror, descubrió que había perdido uno de sus colmillos, arrancado por la ferocidad del ataque del tejón. La pérdida la llenó de una mezcla de rabia y determinación mientras se preparaba para continuar la pelea.
. -Jajaja, ya tienes la pata perdida y ahora tus colmillos. Ya rindete, estás atrasando lo inevitable.
A pesar del dolor y la desventaja, la madre zorra no retrocedió. En su lugar, se lanzó de nuevo al combate con una ferocidad renovada, sus ojos brillando con una determinación inquebrantable. Cada movimiento era una danza de supervivencia, cada gruñido una declaración de su determinación de proteger a sus crías a cualquier costo.
Mientras tanto, el tejón también sufrió su propia herida, un corte profundo que se abrió en su rostro cuando la madre zorra contraatacó con fiereza. La sangre brotaba de la herida, nublando su visión y alimentando su ira mientras luchaba por mantener el control de la pelea.
. - ¡En serio, aunque estoy lastimada batallas! –dijo la madre con burla hacia el tejón–.
. - ¡Cállate! –se volvió más salvaje; sus ataques se volvían más rápidos, la madre batallaba para evitarlos–.
La madre zorra, con la mente llena de una mezcla de miedo y valentía, luchaba con todas sus fuerzas para ir por sus crías y salir victoriosa de la pelea. A pesar del dolor agudo que atravesaba su cuerpo, se aferraba a la esperanza de un resultado favorable, negándose a rendirse ante su adversario. Se mantuvo firme y, en un pequeño descuido del tejón, ella lanzó otro ataque hacia su rostro.
El tejón se tambaleó hacia atrás, aturdido por el impacto del golpe. Un dolor agudo y penetrante se extendió desde su rostro, mientras la sangre fluía de la herida recién infligida. Su único ojo restante se llenó de horror y confusión mientras luchaba por comprender lo que acababa de suceder. La pérdida repentina de su visión en su lado izquierdo dejó un vacío abrumador en su percepción del mundo, una sensación de desequilibrio que lo dejó aturdido y desorientado.
. - ¡MI OJO! ¿CÓMO TE ATREVES? –solo podía ver del lado derecho y solo veía oscuridad del izquierdo–.
. -AÚN NO HA TERMINADO –rugió la madre–.
El tejón se aferró desesperadamente a su instinto de supervivencia, tratando de mantener la compostura mientras luchaba por recuperar el control de la situación. Cada movimiento se volvió más difícil, cada sonido parecía distorsionado por la ausencia de su ojo perdido. La sensación de vulnerabilidad lo invadió, una sensación de impotencia que una sensación de impotencia que amenazaba con abrumarlo por completo.
A pesar del dolor y la confusión, el tejón se negó a rendirse. Con una determinación feroz, se enderezó, su único ojo brillando con ira. Aunque la pérdida era devastadora, aún quedaba un destello de venganza hacia ella, una promesa silenciosa de que no sería derrotado tan fácilmente.
El tejón, cegado por la furia y la sangre que corría por su rostro, se lanzó hacia adelante con un último esfuerzo desesperado. Su mente ardía con una mezcla de rabia y desesperación mientras luchaba por mantenerse en pie, cada movimiento una prueba de desesperación.
La madre aprovechó esto; tuvo suerte de dañarle su ojo y ya tenía un punto ciego. Ella vio que él estaba desesperado y cansado por la pérdida de sangre e igualmente ella, el dolor de su boca y pata no ayudaba, pero tenía que darlo todo. Ella esquivó un zarpazo del tejón, fue a su lado izquierdo y dio un salto y terminó en su espalda; empezó a morder y rasgar con todo lo que podía. Sabía que era inútil, pero ¿qué más podía hacer? El tejón, ya cansado, pudo agarrar una de las patas de la madre y la apartó de él. La lanzó lejos y ella estaba en el suelo, pero se levantó a duras penas.
Allí estaban, viéndose cansados y lastimados. La nieve a su alrededor se tornó roja. Los dos no podían seguir, pero no querían detenerse.
. -Tú... ya no puedes seguir... ¡tú morirás e igualmente ellos!–con dificultad dijo el tejón–.
. -Cállate, cíclope... Puedo seguir –solo pudo decir la madre– No es cierto... Ellos estarán bien. Cuando acabe esto, iré por ellos –no creía lo que mencionaba, solo lo decía para lastimarla– Ellos siguen vivos y tu amigo no los encuentra –ella vio que el tejón solo sonrió–.
. -Oh... Mejor le pregunto a él... ¿Los encontraste?
. -Sí –esa voz sonó detrás de ella–.
La madre volteó y vio al lobo sentado, viéndola. Allí estaba, tranquilo. No podía creer lo que oyó. Él los encontró y tal vez... ellos...
. - ¿Y cómo estuvo? –preguntó con curiosidad el tejón, esperando la respuesta que quería escuchar–.
. -Decepcionante... Pero ya qué, eran unas crías –el lobo se levantó y se acercó un poco– Pero ahora quiero algo más grande... Apartate, ya esto se alargó y aún tengo hambre.
. -Oh no, ella es mía. Aún puedo seguir, ya tú tuviste a las crías.
. -No te hablé a ti, tejón.
. - ¿Qué... de qué... AHHHH –confundido por la respuesta de su compañero, pero solo pudo ver que el lobo saltó hacia él–.
Sin decir una palabra, el lobo negro se abalanzó sobre el tejón con una velocidad asombrosa. Sus mandíbulas se cerraron alrededor del cuello del tejón con un crujido sordo, y en un instante, la vida abandonó el cuerpo del tejón.
La madre zorra observó con asombro y horror mientras el lobo negro acababa con el tejón con una precisión letal. Cuando el lobo terminó su tarea, se volvió hacia la madre zorro con ojos brillantes de satisfacción. La madre se preparó, aún lastimada seguirá; ella sabía que sus crías están bien, ella lo sabía.
. -Para tu información, fui expulsado de mi manada por ser viejo, necesitaba alimento... Así que cuando me lo encontré, lo iba a matar... Pero mencionó a una zorra y unas crías. Solo le seguí el juego y quise aprovechar el momento.
. - ¿Dónde están mis crías? –solo quería descubrir la verdad sobre sus crías es lo primordial–.
. -Ellos están aún ocultos en un arbusto, llorando... Si vine a comerlos, pero cuando te vi, descubrí quién eras... No me conoces, pero yo sí... Eres la viva imagen de tu madre.
. - ¿Qué? –no podía entender a lo que se refería–.
. -Yo soy la razón de por que no la volviste a ver.
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Enduring Coldness
Short StoryVamos a ver la historia de una madre zorro que peleará por sus hijos. Pero llegara el momento que alguien más la ayude a cuidar y proteger a sus cachorros e igualmente a ella.