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Los pequeños corrieron hasta más no poder; cansados, se detuvieron para tomar aire. Sabían que el lobo los seguía. No podían seguir corriendo. Los tres entendían que era en vano, así que optaron por la mejor solución: esconderse. Visualizaron un arbusto cercano y no tardaron en entrar en él. Recibieron algunos cortes y rasguños, pero tuvieron que aguantar el dolor. Vieron cómo el lobo no tardó en llegar; tranquilamente, empezó a oler el suelo. Se sentó y empezó a inspeccionar la zona con la mirada. Estaban aterrados. Solo tenían que mantenerse en silencio y eso era todo. Pero tuvieron que contener el grito cuando él se quedó viendo su escondite. Se acercó y empezó a olfatear.

.- Mmm... la próxima vez, busquen un mejor escondite –dijo el lobo frente a ellos, a pocos centímetros–.

¿Qué podían hacer? Tenían que pensar en una solución. Al segundo, le surgió la idea de distraerlo atacándolo en el rostro para dar tiempo a sus hermanos de huir. Aunque sabía el posible desenlace que esa decisión podría tener, era mejor que sus hermanos tuvieran la oportunidad de escapar. Estaba listo para lanzarse hacia él y al menos arañar su rostro. Pero con suerte, el lobo se alejó, se retiró, dejando a los zorros en el arbusto.

Después de que el lobo los dejara, sintieron un alivio inmenso mezclado con un temor persistente. Sus corazones aún latían con fuerza y sus patas temblaban por la adrenalina. Aunque el peligro había pasado, seguían sintiendo el eco de la amenaza en sus cuerpos tensos y en sus mentes agitadas. El segundo miró a sus hermanos, aún inquietos. Los pobres no estaban aún calmados.

.-Fue mi culpa –masculló– Tal vez si no los hubiera convencido de salirnos, tal vez ellos no nos hubieran visto o si hubiéramos regresado a tiempo... ellos no... –No pudo continuar. Sentía demasiado dolor–.

Estaban aún en ese arbusto, en espera de una señal. Sabían que debían encontrar otro lugar para esconderse, pero aún no podían moverse por el miedo. Todos estaban ansiosos y preocupados por los resultados de su madre y aunque no perdían la esperanza de descubrirla apareciendo diciendo que los venció y que ellos están bien, la culpa del pequeño lo carcomía y se vio obligado a luchar con las ganas que tiene su cuerpo de demostrarlo a través de lágrimas. Tenía que mantenerse fuerte.

"No llores, no te atrevas.... no demuestres debilidad", eran los pensamientos que tenía en ese momento. "Debes ser fuerte", pensaba. Sabía que no podría lograr mantenerse estable, podía quebrar en ese momento, pero aún así lo logró y pudo reprimir unas cuantas lágrimas.

.-No es así... no es tu culpa –dijo su hermana colocando su pata sobre su brazo– Debemos encontrar otro lugar y esperar que mamá esté bien. Esos animales no podrán con ella.  –Sabía que trataba de hacer sentir mejor a su hermano e igualmente a su otro hermano, que ya se tranquilizó un poco, pero sabían que estaba aún afectado y eso lo apreciaba el segundo hermano–.

.-No podemos quedarnos aquí. Tenemos que buscar otro lugar –dijo el pobre aún sintiendo la culpa–
Ellos aún están en peligro. Ir a casa... No, tal vez el lobo aún esté cerca. ¿Adónde debemos ir?

.- Y-y si cavamos? Para poder ir a casa y no nos verán –sugirió su hermano–.

.-Es una buena idea –aceptando su idea– Solo debemos saber a qué dirección tenemos que ir, no sé dónde estamos y perdí el rastro de nuestra casa.

.- Igual –el tercero se dio cuenta del mismo problema, no puso atención en donde iban y no cree poder encontrar de nuevo el olor hacia la casa–.

.- Yo sé dónde podría estar –mencionó su hermana– Con el tiempo ya pude mejorar mi olfato.

.- En serio?, que bueno ahora eres más útil jajaja  –vio el rostro de su hermana, demostraba molestia–. Perdón...quiero aliviar el ambiente... Solo dinos a dónde ir.

Enduring ColdnessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora