Solitary

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Algunas veces, Seokjin sentía que todos parecían ser los únicos cuerdos a su alrededor. Quizás porque le había sido enseñado que todo lo diferente era equivocado y él se detenía y observaba el flujo del destino que todos seguían sin problema aparente. El observaba sus pasos, su camino, su futuro y se preguntaba cómo todo giraba a su alrededor y lo extraña que era la vida.

Cada día más cerca de la muerte, cada día más cerca de un problema, de un propósito, de algo desconocido que erizaba su cuerpo con miedo por un futuro tan lleno de consecuencias.

¿Siempre sería un mayordomo? Las marcas en su espalda así lo dictaban. Y ardía muy profundamente en su cerebro una zona que le producía jaqueca, ante el solo pensamiento distorsionado de lo estipulado en su educación.

Era un dolor que le recordaba que no debía alejarse de su camino. Pero creía que poco a poco ese dolor disminuía y su propio yo florecía, uno que le estaba gustando.

Mientras estuviera con él Señor Kim, todo tendría un nuevo sentido, uno maravilloso que aunque algunas veces sería doloroso, lo guardaría dentro de su corazón por siempre.

Pero no era tan sencillo como había creído.

Se percató de ello cuando él Señor Kim ingresó a la habitación. Últimamente dormían juntos, por lo que Jin no se molestaba en irse a su habitación. Todo lo contrario, esponjaba aún más los cojines y doblaba perfectamente las sabanas aguardando a su amo.

Pero el Señor Kim ingresó con la mirada perdida o quizás solo estaba evitando mirarlo. Seokjin ladeo la cabeza mientras estaba de pie al lado de la cama, no le gustaba subir si su amo no era el primero en acomodarse.

—¿Sucede algo, amo?

Namjoon se ubicó frente a su armario y comenzó a quitarse su abrigo. Lo sacudió un poco y cuando Seokjin se acercó para ayudarle pronunció. —No.

Jin se detuvo de inmediato y parpadeo confundido. —¿Amo?.

—Quédate ahí un momento, por favor pequeño.  —Su voz grave parecía molesta y Seokjin observó a su alrededor, buscando algún error que pudiera haber cometido.

La cama estaba perfectamente doblaba, los cojines esponjados, las cortinas limpias, las velas encendidas, el cebo retirado. Se observó a si mismo buscando algún rastro de suciedad. Olfateo sus manos, sus brazos y debajo de sus axilas, pero ningún aroma poco atrayente y sucio estaba presente.

El señor Kim debió haberlo escuchado en su investigación porque suspiro y una suave y ronca risa brotó de sus labios. Pero era una dolorosa, una burlona que no cubría su estado de ánimo.

—No es por ti, cariño. —Desabrocho su cinturón y separó los botones de los ojales de su pantalón. La tela descendió por sus piernas fuertes y luego se quitó su camisa de botones. —Solo necesito un momento para reponerme, no quiero desquitarme contigo.

Ante la luz de las velas su figura preciosa que Jin tenía memorizada, se tornó caramelo suave y apetecible. Jin se sonrojo y observó sus dedos de los pies.

El ruido de la ropa que su amo se colocaba antes no lo habría perturbado, pero desde que su relación se había tornado diferente, todo lo que antes le parecía desinteresado ahora agitaba su corazón. Antes podía mirar pero ahora se sentía como un ataque a la privacidad. O quizás un ataque a si mismo.

—Debo discutir un tema contigo y temo que no será uno particularmente agradable. —El señor Kim ya vestido con un pantalón de lana suave y una camisa de cuello en V, se sentó en una silla al lado de una mesa frente a la ventana. La había girado para que esta estuviera frente a Seokjin y señalo con su mano la cama en un gesto que le solicitaba sentarse.

SR. KIM | NAMJIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora