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DESPUÉS DE UNA GRAN BODA VENIA LA PRIMERA NOCHE JUNTOS COMO ESPOSO Y ESPOSA algo que ponía nerviosa a la joven Targaryen debido a que no sabía cómo sería exactamente esos momentos, sabía que Baelon jamás le haría algo que pueda dañarla de alguna manera, pero seguía estando nerviosa así que se vio muy confusa cuando entró a la habitación donde consumaran su matrimonio y lo vio con una daga.
Se preocupo cuando vio como se cortaba el brazo dejando algunas gotas de su sangre en la sabana y fue cuando entendió su plan así que agarro unas vendas y un trapo tomando su brazo suavemente.
- No tenias que hacerlo - dice colocando la venda
- Claro que si Hela, eres mi esposa y mi mayor deber es cuidarte en todos los aspectos posibles y si no estabas preparada para consumar el matrimonio esta bien - dice tomando su mano suavemente
La joven sonríe para luego acercarse lentamente y así unir sus labios en un dulce beso con su ahora esposo quien sonríe mientras corresponde la muestra de cariño para luego al separarse besar una de sus mejillas.
- Te amo Bae, mis sueños me mostraron un camino, el camino hacia ti y no sabes lo agradecida que estoy por eso - dice uniendo sus frentes
- Mi dulce Halaena, mi preciosa princesa, mi adorada esposa - susurra el joven acariciando las manos de la Targaryen - Mi amor en todos los sentidos -
Hay muchas especulaciones de lo que sucedió esa noche, unos dicen que sucedió como cualquier matrimonio, otros que simplemente durmieron juntos y ya, pero la verdad es que ambos compartieron palabras e incluso caricias dulces antes de caer dormidos abrazados disfrutando de una bella noche ya casados y unidos oficialmente.
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LA SERVIDUMBRE ENTRO A LA HABITACIÓN CUANDO SE ASEGURARON QUE LOS recién casados ya estén vestidos y no pudieron evitar adular a la princesa debido a su vestido rosa que fue regalo de su abuelo la mano del Rey y junto con los broches de mariposa por parte de la princesa Rhaenyra hicieron que se viera muy hermosa.
Pero también notaron como las sábanas estaban manchadas de un poco de sangre demostrando que el matrimonio fue consumado así que se llevaron las sábanas dejando a los esposos solos quienes se sonríen divertidos.
- Funcionó - dice Halaena
La princesa recibe un beso en su mejilla provocando una risa para luego caminar fuera de la habitación para ir hacia el comedor en donde su familia los estaba esperando.
Alicent había visto las sábanas así que en cuando vio a su hija sintió una presión en el pecho, aquello seguía siendo celos unos horrendos celos que creyó que se habían ido ya, pero ¿como podía olvidar al príncipe Baelon? Aquel pequeño que siempre estuvo a su lado y quien provocaba mariposas en su estómago, aquel joven que ahora esta casado con su hijo y seguramente le dará hijo que serán sus nietos.
- ¿Dormiste bien padre? - pregunto el Targaryen
El monarca comenzó con algunos dolores provocando que los maestres le administren té de amapola para calmar su dolor aunque este lo deja demasiado cansado.
- Si hijo - dice con una sonrisa - Espero ver muy pronto pequeños niños revoloteando al rededor del castillo, sería un abuelo orgulloso -
Halaena sonríe avergonzada ante el comentario de su padre mientras que Baelon simplemente sonríe con cortesía para luego tomar su mano con suavidad y besar sus nudillos.
- Tendremos hijos cuando estés preparada y si no los quieres entonces nos tenemos el uno al otro - susurra con dulzura
- Me gustaría tener hijos, darte incluso un ejército propio -
Aquello hace reír al príncipe quien simplemente besa la mejilla de su esposa con amor.
- Con un niño o una niña es más que suficiente por que vendrá de ti - habla con una dulce sonrisa - mi preciosa princesa -
Había escuchado varias historias donde se abuela Daella Targaryen al casarse con Lord Arryn este decido llamarla "mi preciosa princesa" un nombre que siempre le pareció demasiado dulce, sobretodo para alguien como su querida abuela que era solo una joven de dieciocho años cuando dio a luz a su amada madre y al final decidió que aquel apodo de lo dirá a Halaena porque coincide con el sobrenombre.
Ella es más preciada que cualquier tesoro que exista y obviamente más hermosa que cualquier mujer que haya visto, era Halaena Targaryen para los siete reinos, Halaena para la familia, Hela para sus padre y hermanos, pero entre sus brazos era su preciada princesa.
Moriría, mataría y haría lo que sea por ella, si un día es lastimada el mismo quemara al mundo por atreverse a hacerle algo a su amada esposa, haría lo necesario para verla sonreír y estará a su lado si alguna vez la ve llorar siempre estará disponible para consolarla al igual que buscar una solución para algún problema.
A la lejanía Alicent observa a su querida hija feliz, sonrío contenta aunque eso no detenía aquella molestia que atraviesa su corazón como si alguien lo estuviera apretando para que este soltara todo lo que tenia adentro desde ya hace años.
Como la presencia de Baelon la alegraba, como la destrozo verlo partir, su inmensa felicidad cuando lo vio regresar y su tristeza como vergüenza cuando lo beso y este decidió alejarse.
Era un buen joven, un decente príncipe como alguna vez lo fue el príncipe Baelon por quien lleva el nombre y estaba segura que su hija vivirá en completa felicidad a su lado, ella realmente hubiera deseado eso para ella misma, hubiera querido conocerlo antes cuando era joven y vivir feliz, en su ligar tiene que ser una testigo de la felicidad que comparte con alguien más.
Halaena amaba a su madre y sabía su conexión con Baelon, ella lo veía como una relación amistosa así que verlos separado le dolía ya que sabía el cariño de su progenitora a su esposo, quería verlos juntos como antes siempre tan sonrientes así que esperaba idear un plan para dar las pases, al menos que se lleven un poco mejor que ahora.
