La puerta

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El niño despertó muy difícilmente, con los párpados aún pegados y un cansancio notable. Estaba usando la poca energía que tenia para apurar el desayuno para su tío que está por salir a su trabajo.

—¡Rápido, mi comida muchacho no quiero llegar tarde!

—Si tío ya voy.

Por suerte no cometió ningún error por el cansancio.

Harry estuvo casi toda la noche despierto, tan fascinado intentando descifrar lo que pasaba con ese nuevo muñeco que mágicamente cambio de una niña de pelo azul a su imagen exacta. Hasta que finalmente cayó del cansancio, aún sin saber que rayos había pasado.

Mientras hacía sus tareas del día. Su mente aún giraba en torno a la muñeca, y solo llegó a concluir que era otra de las cosas extrañas que ya le pasaban a él, como la vez que huía de los amigos de Dudley y termino apareciendo en el tejado de la escuela, o cada que su tía le rapaba el cabello, al dia siguientes este crecía como si nada.

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Al anochecer se acostó y tendió a su lado al muñeco, lo miro de cerca admirando sus costuras, detalles y sus pequeños botones verdes exactamente del mismo tono verde que los suyos.

—Hoy fue un día muy aburrido. Estuve todo el día en casa, igual que los demás días, a Dudley le dejaron salir y explorar el lugar, también quisiera poder explorar, solo salgo a quitar la hierba. Allá en Inglaterra tampoco me dejaban salir mucho, solo unas pocas veces con Dudley, pero esos dias solo se la pasaba molestandome y golpeandome junto con sus amigos.

El niño hablaba con el muñeco como si lo escuchara. Contándole su vida, de su familia, sus frustraciones, sus alegrías, hasta hubo lágrimas de por medio, descargó todo lo que pensaba, amaba y odiaba en su nuevo y unico amigo mientras sus ojos de botón lo "miraban".

Algunos dirían que el ya estaría muy grande para muñecos, sin embargo, ese misterioso muñeco de trapo se convirtió en la compañía que el solitario niño tanto anhelaba.

Así estuvo sin perder el contacto visual hasta que el cansancio llegó a él y fue cerrando los ojos lentamente. Se durmió abrazado al muñeco.

Si no conseguía calor de hogar en su propia familia, al menos puede conseguir un poco de eso en las telas de su ahora preciado amigo.

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Así pasaron los días con Harry y "pequeño Harry",estando juntos hablando de cualquier cosa, haciéndose compañía.

Un sábado en particular que la familia Dursley salió a una tarde familiar, Harry se dió un merecido descanso, teniendo la casa sola, se quedó en la sala, su lugar favorito, junto con el pequeño Harry.

Ya conocía bien el lugar, pudo explorarla por si mismo mientras limpiaba. Tenia cuidado con el calentador oxidado y estaba advertido por su tía de no presionar el interruptor junto al calentador porque apagaba las luces de toda la casa, también se fijaba en las goteras que aún no arreglaban, y hasta llegó a contar las puertas y ventanas por aburrimiento.

Solo quería salir afuera a explorar el resto de la zona de la gran mansión.
De hecho, estaba apunto de hacerlo, aprovechando que estaba solo.
Fue a buscar un paraguas para una posible lluvia pues el cielo se nublo de repente. Y al regresar y buscar a su amigo de tela, no lo encontró en la mesa donde lo dejo antes.

—A ver pequeño Harry, ¿dónde te escondiste ?

Comenzó a buscar por la sala, cuando de repente lo vió bajo un sillón rojo que compro su tia, al alcanzarlo vio tras de el algo extraño, pareciera que lo hubieran intentado esconder bajo el papel tapiz. Curioso, uso toda su fuerza para mover el sillón lo suficiente para mostrar lo que se ocultaba detrás.

Harry Potter Y La Puerta Secreta 🪡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora