𝗖𝗛𝗔𝗥𝗟𝗘𝗦 𝗖𝗛𝗘𝗩𝗔𝗟𝗜𝗘𝗥

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Contexto: una criatura en el pueblo.

Personaje: Charles Chevalier.

¡A.U!

Parte única.

‧₊˚Go!

Hacer caminatas por un sendero abandonado pero bien cuidado por tu familia era algo casual para ti, como una terapia sin necesidad de pagarla.

Pero en este día, el paseo fue diferente. Viste, en la tierra parcialmente adoquinada, algunas huellas desconocidas que se perdían entre el césped verdoso, también aplastado por esos mismos pasos.

Con curiosidad, seguiste aquel rastro por los adentros del pequeño bosque hasta llegar a una choza abandonada con algo de luz dentro. La cabaña estaba muy sucia, con algunos grafitis con insultos escritos en las paredes, vidrios rotos y la madera chamuscada. Mientras la luna llena se presentaba en el centro del cielo, su luz era más que suficiente para presumir la belleza rústica de la antigua residencia aparentemente familiar a pesar de todo su descuidado.

Conocías la leyenda de que hubo una familia de vampiros aristocráticos viviendo en ese bosque y que la gente de tu pueblo decidió acabar rápidamente por "protección". Lo cierto es que te mantenías al margen con esa supuesta historia.

¿Vampiros? Vamos, esto no es Crepúsculo, murmuraste al leer en una de las paredes de madera de aquel viejo hogar. ¿Qué más queda ahora? ¿Hombres lobo? Joder...

Pronto viste una ligera silueta desde uno de los cristales rotos. Dentro de la cabaña, había alguien sentado frente a una chimenea encendida muy débilmente.

Frunciendo ligeramente los labios y el entrecejo, te acercaste muy lentamente a la puerta entrecerrada del viejo hogar. La abriste sólo lo suficiente para entrar y cerrarla a tu paso, en silencio y con mucha calma; no querías espantar a quien allí descansaba tiritando del frío regional.

Te acercaste a él con el mismo cuidado, sosteniendo tu campera invernal para ponerla en sus hombros muy suavemente. Aquel chico –de aparentemente tu edad– te miró con mucho temor pero con cierto brillo de gratitud en sus tiernos ojos color zafiro.

―¿Quién eres? ―preguntó, olfateando muy ligeramente tu cálido abrigo.

―Me llamo T/N, vivo en la cabaña del río ―le respondiste sonriente.

Él asintió mientras se acomodaba contra tu cuerpo aún temblando con menos intensidad que antes. La fogata de la chimenea estaba incrementando poco a poco y ambos quedaron en silencio allí.

―¿Vives aquí? ―le preguntaste poco después, observando lo mal que se veía aquella pintoresca pero descuidada cabaña.

―Sí. Mis papás vivían aquí también ―fue su respuesta, hablando con nostalgia―. Pero el pueblo de al lado los mató.

Abriste los ojos como si estos fueran a salirse de sus órbitas.

¿Los mataron?

―Se enteraron de que somos vampiros... ¡Pero no hacíamos nada malo, lo juro! ―dijo inocentemente pronto, jurando lo improbable.

El miedo se vio reflejado en tus ojos al ver la misma emoción en los suyos. Las ventanas de su alma estaban aguadas por las ganas de llorar que le daba el hablar de este tema.

―¿Eres un vampiro? Vamos, no juegues con eso...

―S...sí, lo soy... ¡Juro que no... no me gusta la sangre, descuida! ―dijo, dejando salir varias lágrimas saladas que acababan en el suelo.

Te diste cuenta de inmediato lo mucho que le afectaba hablar de la situación de sus padres. No tenías idea de cuánto habrá pasado –teniendo en cuenta la longevidad de estas criaturas– desde la traumática circunstancia, pero él se veía joven, si fuera humano, posiblemente tendría tus quince años.

―Creía que no existían ―dijiste poco después, en un intento de tranquilizar sus lágrimas―. Pero te ves amigable ―sonreíste, acariciando su cabello suavemente.

El chico te miró con ojos de cachorro en busca de amor, con sorpresa y mucho más llanto pero esta vez de felicidad por sentir algo de amor de nuevo.

Se acurrucó en tu cuerpo a llorar desconsoladamente, murmurando cientos y miles de "gracias". No tenías idea de todo lo que le podría haber pasado al crecer sin unos padres o una figura de autoridad, pero estabas totalmente segura de que querías mucho a este vampiro; porque es de esas personas que, con pocos minutos de conocerlas, ya te sientes en esa extraña necesidad de protegerlos con todas tus fuerzas y darles todo el cariño el universo.

Sus dulces colmillos dejaron pasmada su marca tanto en tu piel como en tu corazón. Sus palabras tiernas y agradecidas ablandaron tu alma cariñosamente. Podrá ser mayor que tú por un par de siglos, pero tenía la mente de un niño, tenía tu mente.

De forma automática te convertiste en algo así como su familia. Tus paseos nocturnos en el bosque cambiaron de rumbo hacia la cabaña con materiales para repararla y adaptarla a los gustos de tu nuevo mejor amigo, de quien se autoproclamó tu alma gemela.

El niño volvió a sonreír. Fue feliz desde que tu humanidad se hizo a un lado para dar paso a tu decencia, a la verdadera humanidad. A ese lado que respeta a todas las especies que lo merecen, a todos los seres vivos que no han causado ningún mal de forma intencionada, a todos aquellos que sufrieron las injusticias de una población egoísta.

¿Qué opinan?

𝗕𝗘 𝗧𝗛𝗘 𝗕𝗘𝗦𝗧! (𝗕𝗟𝗨𝗘 𝗟𝗢𝗖𝗞 𝗕𝗢𝗬𝗦)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora