𝗠𝗜𝗖𝗛𝗔𝗘𝗟 𝗞𝗔𝗜𝗦𝗘𝗥

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Contexto: el niño que un día desapareció.

Personaje: Michael Kaiser.

¿Parte única?

‧₊˚Go!

¿Cómo ignorar a un ser humano vulnerable cuando tu propia estabilidad está en riesgo? Cuando se observa el sufrimiento en ojos ajenos, en miradas perdidas y pieles maltratadas. Cuando las cicatrices se hacen ver y las lágrimas se escurren cuesta abajo por el rostro de quien tolera, tolera y sigue adelante con todo el peso del dolor.

Porque cuando la vida es injusta no se puede hacer más que implorar por la paciencia y ser obediente a lo que se nos brindó, ¿no es así?

“La obediencia siempre es bien premiada”, esas son palabras que salen de las bocas de los adultos cuando crían a un menor. Porque así crecemos la mayoría, bajo reglas y regímenes que sirven para educarnos y, entre otras cosas, guiarnos hacia una sana convivencia en sociedad.

Eso es lo que dicen todos. ¿Pero realmente los golpes y los retos constantes son educativos?

Michael Kaiser no fue un chico educado en un ambiente adecuado para un niño. Sin una madre y con un padre que solo lo devaluó por toda su vida, recibiendo como única enseñanza el robo de alimentos básicos.

Eso es algo habitual para el pequeño Michael. Algo que llevaba a cabo ahora mismo, en tu propio supermercado y frente a tus propios ojos.

Pero lo permitiste, porque su mirada irradiaba la necesidad de obtener esa leche básica y aquellas galletas baratas que cuestan menos de cinco euros. No perdías absolutamente nada si le dejabas llevar eso prestado unas pocas ocasiones.

Algunas veces, cuando tus mismos clientes lo atrapaban, tú le mostrabas una radiante sonrisa y le dejabas ir sin poner denuncias o reclamos. ¿Tu excusa? Es tu supermercado y era tu problema si él roba allí o no.

Cuando los años pasaron y Michael comenzó a ser un poco más expresivo al sentir esa confianza y cariño materno que para él era totalmente desconocido las cosas cambiaron. Él ya no era tan recurrente a tu minimercado y te preocupaba lo que podría estar haciendo fuera; ¿y si lo arrestaron por algún ser sin un corazón como el tuyo? ¿Y si le ocurrió algo incluso peor por ese monstruo al que debía llamar padre? No supiste la respuesta ni conseguiste hallar pistas que te acercaran, al menos un poco, a la deseada verdad.

Y así pasaron los siguientes siete años sin Michael.

Regresaste a tu tierra natal, Japón, por petición de tu amado sobrino que quería verte en un proyecto súper importante para él y su futuro como futbolista. Como toda persona sin hijos ni familia propia en Alemania, fuiste.

Era un partido importante donde cierto número de familiares por chico podía ingresar a presenciar el juego y desearles suerte y ánimos a sus jugadores antes del comienzo del mismo; según explicaron era para medir el desempeño entre un partido normal sin familia cerca y uno donde haya gente amada apoyándolos.

Tu querido Yoichi saltó de felicidad al ver que sus padres y tú fueron a saludarlo minutos antes. Conociste a sus amigos y rivales y te llevaste tan bien con la mayoría por tu actitud tan jovial y confianza al instante. Con absolutamente todos, exceptuando a un alemán.

Alguien que te observaba con un rostro totalmente distorsionado en el enojo, la ira y la rabia. Un rubio con el dorsal diez en su espalda y un apellido que jamás salió de tu mente desde haberlo oído.

Kaiser.

El niño al cual habías ayudado y comprendido por más de seis años y luego perdido el rastro por siete y casi ocho estaba allí. Ya no era ese niño desilusionado y débil. Ahora era un adulto con una realidad totalmente cambiada y alterada.

Sonreíste instantáneamente al recordar su lindo rostro, que con anterioridad se te hacía tan tierno. Quisiste ir hacia él a saludarlo, pero tu único sobrino te detuvo de forma inmediata.

―Kaiser es un tipo realmente desagradable ―te aseguró Yoichi―. ¡Sé que odias cuando hablo mal de alguien, pero esta vez es totalmente fundamentado, tía, lo juro!

Y le sonreíste para asegurarle que estaba bien. Te despediste de los demás chicos e hiciste el ademán de irte con tu hermano y cuñada cuando solo te escondiste para esperar al momento adecuado.

¿Adecuado para qué? Pues hablar con Michael, por supuesto. Querías saber qué ocurrió con él luego de aquel llanto nocturno que tuvo entre tus brazos la última noche.

Con el pasar de los minutos, diez jugadores se acercaron a la puerta y debiste esconderte más para esperar a tomar a Kaiser. Para tu sorpresa, él no estaba allí con sus compañeros.

―Hablabas tantas maravillas de tu maldito sobrino… ―murmuró en alemán aquel que no salió con los demás―. Deseaba tanto que tú fueras… míamía, mía, mía, mía, simplemente mía…

Cuando escuchaste eso tu cuerpo no evitó sentir su odio y decepción notoria. Más nunca podrías haber adivinado el fuerte golpe que él dio a su locker.

―¡¡Yo quería que alguien hablara esas maravillas de mí también!! ―exclamó en voz exageradamente alta―. ¡Alguien que me amara como todos aman a ese maldito Yoichi…! Alguien que me dé ese valor... Pero no… no. Debo competir, ¿cierto? Si meto hoy la mayoría de los goles… podré ganarme tus alabanzas nuevamente… ―planeó con la sonrisa más retorcida que viste en tu vida.

Y en ese momento entendiste que la mente de aquel niño tan inocente y frágil había cambiado para mal.

―Yoichi Isagi… Isagi… Isagi… ―renombró tres veces―. ¿Cómo no me di cuenta antes…? Isagi…

Voy a destruirte hoy…

Esto salió más largo de lo que esperaba, pero no me quejo y supongo que ustedes tampoco.

¿Qué les pareció? ¿Quisieran parte dos con más detalles? Ustedes pidan, que los tengo muertos de hambre, loco, mil disculpas. 😔🤙

𝗕𝗘 𝗧𝗛𝗘 𝗕𝗘𝗦𝗧! (𝗕𝗟𝗨𝗘 𝗟𝗢𝗖𝗞 𝗕𝗢𝗬𝗦)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora