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Odiaba los miércoles

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Odiaba los miércoles.

Los miércoles no sucedía nada divertido. Era el epítome de la tristeza y la depresión en un solo día. Era el hijo mediano de la semana.

Ugh.

El Sr. Pike estaba, como siempre, amargado e inflexible en su reprimenda hacia mí.

Era la primera hora del día, y su aspecto permanentemente disgustado no contribuía en nada a hacer más agradable la clase de matemáticas. ─Señorita Manoban, si no va a prestar atención, le sugiero que busque la forma de volver a casa.

Levanté la cabeza del cuaderno en el que estaba escribiendo y miré al frente de la clase.

─Estoy tomando apuntes, ─ respondí, confusa por su acusación. 

─ Sin duda, ─ me respondió con sorna antes de volver a la pizarra.

En realidad, estaba dibujando un par de ojos marrones que no conseguía sacarme de la cabeza, pero él no tenía por qué saberlo. Y Jungha estaba siendo molesto a más no poder, sarcástico e inquieto.

─Eres patética, ─ susurró cuando echó un vistazo a mi cuaderno. 

─Cállate, ─ le respondí.

El señor Pike nos miró brevemente antes de seguir hablando de fracciones.

─Cállate, ─ devolvió Jungha, su voz más aguda que antes imitando la mía.

─Yo no sueno así.

─Yo no sueno así, ─ repitió Jungha.

─Te destruiré, ─ dije.

─Te destruiré.

Le di una patada en la espinilla.

El alboroto hizo que toda la clase volviera a mirarnos, y fruncí el ceño a todos y cada uno de ellos antes de que se dieran la vuelta. ─ ¿Qué demonios te pasa hoy? ─ le pregunté a Jungha.

Se encogió de hombros. ─Me aburro y tú me entretienes. ¿Dónde está la castañita? Ella siempre hace las cosas más entretenidas. ─ Me encogí de hombros y apreté los labios, fingiendo que no me importaba.

Me importaba.

Me importaba demasiado.

Por no mencionar que me había resfriado un poco, después de empaparme todo el cuerpo con la lluvia durante casi dos horas. Jisoo se puso furiosa cuando me tiré encima de ella con mi cuerpo empapado mientras ella descansaba en el sofá.

Acabé cenando coles de Bruselas y lavando la ropa de las dos. 

Coles de Bruselas. Coles. De todos los castigos, coles de Bruselas.

No fue hasta mucho después, cuando me acurruqué en su cama a su lado, que me perdonó.

─ ¿Qué fue todo esto, mocosa? ─ Me preguntó.

GRIP┃ JENLISA - CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora