Sin previo aviso, estampó sus labios contra los míos. Y mi mente bloqueo cualquier pensamiento que no estuviera referido a nuestros corazones acelerados, que se escuchaban latir desaforados, entrelazando se entre sí.
Hacía tanto tiempo que no besaba a alguien de esta forma tan sentimental e íntima, que me sentía distinta. Mi cabeza con el tiempo había olvidado el protocolo a seguir y la satisfactoria sensación que te inundaba el cuerpo.
Sus manos se posaron en mi cintura, despertando sensaciones que no sabía que podría llegar a experimentar. Esas que nos muestran en las películas como Mariposas revoloteando en el estómago, pero que en mi interior fueron muy diferentes; como corrientes eléctricas que me invadían todo el cuerpo y me dejaban un regusto a libertad en los labios.
Mientras el beso continuaba, tuve la sensación de caer en un pozo sin fondo; donde mi alrededor estaba rodeado por oscuridad y voces que recordaban mi realidad:
Me estaba enamorando. Y eso solo significaba que ahora tenía otra razón para quedarme en este lugar, anclada a otras personas, y yo no quería eso. Pero....¿Desde cuándo me importaba lo que yo quería?. ¿Por qué la idea de que eso suceda me aterra?. ¿Por qué este beso me envuelve en una sensación de paz, pero a la vez se está volviendo mi mayor miedo?.
Acaso....¿Una parte de mí, la que aún fantasea con viajar por el mundo, esperaba que Alejandro le diera un final diferente a mi sueño?.
Me pegó aún más contra la pared, devolviéndome al presente. Nuestros cuerpos estaban tan cerca, que estuve a punto de pensar que nos fundiríamos el uno con el otro.
—Deberíamos... —intenté hablar, pero al sentir la ausencia de sus labios sobre los míos tuve la tentación de volver a unirlos.
—Detenernos.—terminó el, con la respiración agitada—Lo siento.
—No te disculpes.—pedí, cerrando los ojos en un intento fallido de calmarme—Yo también querría.
Cuando volví a abrir los ojos, me encontré con los suyos detallando mi rostro. Sus iris eran tan profundos e himnotisantes como una galaxia. Me encantaban, y odiaba admitirlo, pero estaba segura de que si me seguía dejando llevar, esos potentes ojos se volverían mi refugio. Cada vez que los miraba, mi cabeza enviaba una señal de alerta, para recordarme que él me haría perder el juicio hasta el punto se amarlo tanto como a los billetes de avión.
—Algo me dice que quieres algo más que besos, ¿No es así?.—susurró con voz ronca y entrecortada.
El calor que se había alojado en mi vientre durante todo el tiempo que llevábamos besándonos aumentó ante sus palabras.
—Talvéz.—contesté, evitando su mirada.
Una sonrisa se dibujó en sus rojos labios, mientras los acercaba a mi oído para susurrar:
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Cambios.
Roman pour AdolescentsSe necesita coraje para cambiar las cosas, para dejar de mentirnos, aceptar nuestras realidades y cumplir nuestros sueños. ¿Eres lo suficientemente valiente para hacerlo?.