Solemos idealizar tanto los sueños, que terminamos decepcionandonos cuando la realidad nos golpea en la cara; como si se tratara de una forma de recordarnos nuestras verdaderas posibilidades. Y es que solo algunos sortudos tienen la oportunidad de cumplir el suyo, mientras a los demás solo nos queda soñar despiertos e ignorar la cruel verdad. En mi caso, la segunda opción me entra como anillo al dedo.
Apesar de llevar años reprimiendo mis ganas de salir volando en un avión, sigo sin acostumbrarme a la idea de quedarme estancada en un mismo lugar. Pero justo cuando pensaba rendirme, y simplemente seguir con mi monótona vida, llegaron ellos para salvarme del pozo sin fondo donde estaba cayendo. Y de un día para otro, ya no solo me refugiaba en las películas de Harry Potter, sino también en las risas y buenos momentos que compartía con Pol, Charlie, Oliver, Hanni, Brandon, Bobby y Alejandro; los cuales se volvieron amigos que no sabía que podría llegar a tener.
Y aquí me encontraba yo, sin trabajo, lejos de mi hogar y rodeada de personas en una casa de alquiler con vistas a la playa. Algo que cualquier persona vería como unas simples vacaciones, pero que para mí, es un gran paso hacia la libertad.
—¡Chicas, bajen ya!—grita Brandon desde la segunda planta.
—¿Tú hermano podría ser más amargado? Joder, se nota que son consanguíneos.—suspiró Hanni, saliendo del balcón.
—No somos amargados.—rufunfuño.
—Créeme, Alegre, sí que lo son.—continuó molestándome, como la buena amiga que era.
—Pues estuviste años enamorada del amargado.—sonreí victoriosa.
—Ya cállate, Ron.—se cruzó de brazos, bajando el último escalón.
—No me compares con semejante Dios.—me llevé la mano al corazón de forma dramática y exagerada, apretando los labios—¡Vivan los Weasley!.
—¡Lo decía por lo torpe que eres! Deberías ofenderte, no alegrarte.—se dejó caer en el sofá donde todos hablaban a la par, formando un bullicio insoportable.
—¿Se puede saber qué pasa?—pregunté a Brandon una vez que llegué a su lado.
—Estan decidiendo quién tendrá cada cuarto.—respondió, sin mirarme.
—Lo están discutiendo, diría yo.—hice una mueca con la cara.
—Pues eso, pero la cosa es que llevan más de díez minutos así.—suspiró, cansado—Me tienen la cabeza como cuando Voldemort se metía en la mente de Harry.
—Peliculón, ¿Lo vemos en la noche?—sonreí.
—Claro, hermanita. Bueno, si es que no se lanzan el televisor entre ellos.
Ash.
Querido y amado Dumbledore, acompañame y protegeme de los idiotas que tengo en frente.
Uy, eso rimó.
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Cambios.
Teen FictionSe necesita coraje para cambiar las cosas, para dejar de mentirnos, aceptar nuestras realidades y cumplir nuestros sueños. ¿Eres lo suficientemente valiente para hacerlo?.