Capítulo veinticuatro.

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Nunca había sentido tanto miedo como hoy, y este aumentaba a medida que mis temblorosas piernas cruzaban la caliente y dorada arena

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Nunca había sentido tanto miedo como hoy, y este aumentaba a medida que mis temblorosas piernas cruzaban la caliente y dorada arena. Repasé el discurso que había preparado, mientras traqueaba los dedos de mis manos, nerviosa. No estaba segura de lo que haría, tampoco de si unas simples palabras me permitirían expresar aquello que guardé durante años, pero esta vez no me dejaría vencer por esa parte de mi que logró frenarme tanto tiempo.

Yo era valiente, y este era el momento de demostrarmelo.

A pocos pasos, se encontraba Brandon, sentado a la orilla del mar, dandome la espalda. No podía ver su expresión, pero lo conocía mejor que a mi misma, y estaba segura de que me estaba esperando. Me acomodé a su lado, siendo consiente de que no habría vuelta atrás.

—¿Estás más tranquilo?.—pregunté tras varios minutos de silencio, en los que él ni siquiera había volteado a mirarme.

—Deja de actuar como un niño, Brandon.—le pedí al no obtener ninguna respuesta por su parte.

—¿Qué quieres que te diga, Alegre?.

—No lo sé, pero no te quedes callado, por favor.

Él suspiró, volteando el rostro para detallar el mio. En momentos como ese, me daba cuenta de lo parecidos que éramos, tanto físicamente, como emocionalmente. Dos gotas de agua, con nombres y destinos diferentes.

—Suéltalo de una vez.—lo miré, confundida—Lo que viniste a decir, suéltalo o terminarás ahogándote.

—¿Cómo sabes.....?

—Soy tu hermano, Alegre, sé cuando te pasa algo; pero también se respetar tu espacio. ¿Estás lista para contarme?.

Asentí, al borde de las lágrimas. Para mi, llorar siempre fue un signo de debilidad, algo que intentaba evitar a toda costa; pero hoy su significado era otro: por fin estaba drenando mis emociones.

—Empieza entonces, Weasley.—me animó.

—¿Recuerdas cuando jugábamos en el patio de casa?. Me subía en la vieja escoba de mamá y te decía que era como la de Harry Potter. Pensaba que con ella podría viajar a cualquier parte del mundo. Era una niña, y sin darme cuenta, te confesé mi más deseado sueño. El tiempo siguió pasando, continuamos creciendo y nuestro amor llegó a tal punto de volvernos inseparables.—me limpié las mejillas con el dorzo de la mano, deshaciendome de los restos de lágrimas—El día que me propusiste vivir juntos, iba a enseñarte un billete de avión, el primero y último que compré.

—Ale....

—No me interrumpas, por favor.—pedí, con un hilo de voz—Lo tiré a la basura, sintiéndome una mierda. Tú me incluías en tu futuro, y yo pretendía dejarte solo.¿Cómo podía ser tan egoísta? Esa tarde, me prometí no alejarme nunca de tu lado. Me convencí de que era algo pasajero, que podía vivir así, con una casa y un trabajo estable. Y no me malinterpretes, pasé años maravillosos con Bobby y contigo, son mi familia. Pero.....llegó Alejandro para cambiarlo todo, me hizo recordar lo feliz que era aquella niña. Entendí que esa mi pasión, Brandon, es por lo que vivo. Y estoy harta de sentirme mal por ello, así que, por favor, dime que no soy una egoísta, dime que no te estoy haciendo daño y que aún me amas. ¡Dime que puedo ser feliz sin romper tu corazón!. ¡Por favor.....!

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