—Alejandro......—comencé a hablar, adormilada—apaga la alarma.
—Déjame dormir.—gruñó, abrazándome con más fuerza.
Ambos continuábamos desnudos, y aunque la fricción nuestros cuerpos se sentía como algo demasiado íntimo; sin embargo, estas situaciones habían dejado de ser incómodas para volverse una parte cotidiana de nuestra relación.
—Vamos a llegar tarde.—me subí a horcajadas sobre él, besando su mejilla—Iré a ducharme, sola; tu puedes quedarte aquí si quieres.
Ni siquiera pude hacer el intento de levantarme de la cama, porque Alejandro me agarró por la muñeca, manteniéndome en la misma posición. No tuve tiempo de quejarme, ya que en un movimiento rápido se puso de pie, llevándome consigo hacia el baño de la habitación.
—¿Por qué me cargas como si fuera una pluma? Me haces sentir flaca, bajas mi autoestima.—mis labios se elevaron en una sonrisa mientras lo besaba.
—No digas bobadas.—también sonrió, devolviéndome el beso con más intensidad.
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Luego de una larga ducha, bajamos para despertar a los chicos, que seguían tirados en el suelo como bolsas de papas. Mamá y Papá llevaban despiertos desde mucho antes que nosotros, incluso habían preparado el desayuno para todos, y eso que éramos muchísimos.—Brandon, venga, arriba.—di varios toques en su hombro, pero nada, era una piedra.
Mi padre, al ver que la sutileza no estaba dando frutos, agarró una cazuela y una cuchara de la cocina y comenzó a golpear los objetos entre si, haciendo que, inevitablemente, todos los antes dormidos, se despertaran, asustados por el estruendo.
—¡Nos asaltan!—gritó Oliver, intentando levantarse del suelo, pero lo único que consiguió fue tropezar y terminar cayendo sobre Charlie, que aún procesaba lo que estaba pasando.
—¿Qué cojones?—murmuró Brandon, frunciendo el ceño.
—Esa boca.—lo riñó mamá.
—Chicos, tenemos cinco horas antes de que salga nuestro vuelo, y antes de ir al aeropuerto tengo que recoger algunas cosas en mí departamento, al igual que Alejandro; así que por favor, necesito que vallan a asearse lo más rápido que puedan, salimos en veinte minutos.—informe, sonriendo ante la situación.
Alejandro y yo llevábamos un buen rato vestidos y listos para irnos, al contrario de Hanni y Brandon, que al parecer tenían un pequeño problema para salir del baño. En el fondo me alegraba que su relación estuviera avanzando, aunque fuera a escondidas, saber que ambos quedarían en buenas manos era bastante más reconfortante que irme sin saber que harían con sus vidas.
—¿Se están duchando o jugando a la fiesta de espuma?—se quejó Pol, mirando su reloj, impaciente.
—Déjalos.—sonreí—Hagamos algo: Alejandro, mis papás, Elsa y yo nos iremos ahora, así terminamos ya con el tema de las maletas ¿Nos encontramos en el aeropuerto a las nueve?—Pol, siendo el más responsable, asintió.
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Cambios.
Novela JuvenilSe necesita coraje para cambiar las cosas, para dejar de mentirnos, aceptar nuestras realidades y cumplir nuestros sueños. ¿Eres lo suficientemente valiente para hacerlo?.