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El sofá cama era tan cómodo como había asegurado Jungkook, pero Jimin no dejó de dar vueltas durante la mayor parte de la noche, luchando contra las ganas de hundir la cara en la almohada y echarse a llorar. El control que Jungkook ejercía sobre la situación hacía que se sintiera como un tonto. Aún no comprendía por qué había armado tanto lío con lo de dormir con él; pero el instinto de protección le advertía que no se entregara a un hombre del que sabía muy poco.

Por fin consiguió quedarse dormido y, cuando despertó, el sol se colaba por las cortinas. Tardó bastante en ducharse y secarse el pelo, pero sabía que no podía seguir postergando el momento de enfrentarse a Jungkook, además, tenía hambre y sabía que debía comer por el bien del niño, así que finalmente salió de la habitación.

Lo encontró sentado a la mesa de la terraza, concentrado en el periódico. Llevaba unos pantalones vaqueros y una camisa color marfil que resaltaba el bronceado de su piel. Estaba tan guapo, que Jimin tuvo que detenerse en medio del salón para controlar la reacción de su cuerpo.

Se puso en pie de inmediato al verlo salir a la terraza y le acercó una silla. El se había preparado para hacer frente a algún comentario sarcástico sobre cómo había dormido y sabía que, en cuanto viera las ojeras que tenía, se daría cuenta de que apenas había pegado ojo, pero fue un alivio comprobar que no tenía intención de hacer ningún comentario sobre la noche anterior.

—Hay fruta, yogur y tostadas, pero si te apetece otra cosa, se lo diré a Sotiris le ofreció amablemente.

—No, esto está muy bien— Aseguró Jimin observando la variedad de fruta —Pero no quiero café, gracias. Desde que estoy embarazado no puedo soportarlo.

—¿Has tenido nauseas matinales?

—La verdad es que no. Tengo cierto malestar de vez en cuando, pero desgraciadamente, no me ha afectado al apetito. La mayoría de la ropa ya no me vale— Dejó de hablar, ruborizado, cuando Jungkook observó lo estrecho que le quedaba la camisa —Seguro que me voy a poner enorme— Murmuró mientras se resistía a la tentación de echarse miel en el yogur.

Jungkook lo observó detenidamente, antes de preguntarle algo que llevaba tiempo pensando.

—¿Qué sientes sobre el embarazo, Jimin?

—No lo sé— Respondió él lentamente —Si te soy sincero, todo esto parece una especie de sueño, del que tengo la sensación que me despertaré en cualquier momento, y me encontraré de nuevo en Aristo, sin nada en que pensar excepto la investigación del museo.

—¿Es eso lo que te gustaría?

—Te mentiría si te dijera que no hay una parte de mí que desearía volver a esa situación— Admitió —He pasado toda mi vida en Aristo y la verdad es que es muy duro marcharse de allí para empezar de nuevo en un sitio que no conozco. Atenas me parece muy grande y bulliciosa, así que seguramente me pase el tiempo perdiéndome por la ciudad.

Jungkook percibió la nostalgia que impregnaba sus palabras y, por primera vez, se dio cuenta de lo difícil que debía de ser para él tener que marcharse de la isla que tanto amaba.

—Voy a hacer todo lo que esté en mi mano para que te sientas cómodo aqui— Murmuró. —No he preparado ningún viaje de luna de miel, pero sí me he tomado un tiempo libre para enseñarte un poco la ciudad— Hizo una pausa, consciente de que era la primera vez que no sabía cómo tratar a una mujer o hombre. Porque Jimin no era cualquier hombre, era su esposo y, dentro de unos meses, sería también el padre de su hijo —He estado pensando en lo que dijiste anoche— Le dijo con voz tranquila —Creo que tienes razón, por el bien del niño deberíamos conocernos un poco mejor y hacernos... amigos.

¡Amigos! Jimin se quedó atónito. Si era sincero consigo mismo, debía reconocer que no se imaginaba siendo amigo de Jungkook; era demasiado distante, demasiado frío y sexy como para tener una relación cómoda de amistad con él. Pero ¿acaso no era eso lo que deseaba? ¿No quería tener la oportunidad de saber algo más del hombre que se escondía tras esa máscara de frialdad?

—En cuanto a que el embarazo te parezca algo irreal, quizá te lo parezca menos después de ver al tocólogo— Siguió diciendo Jungkook —Quiere examinarte para poder calcular la fecha de nacimiento.

—No va a ser muy dificil, teniendo en cuenta que sólo hay una fecha posible del día en que lo concebimos...— Volvieron a arderle las mejillas y no se atrevió a mirar a Jungkook mientras recordaba la pasión del encuentro en la cueva.

Quizá él no comprendiera por qué se había negado a consumar el matrimonio la noche anterior, ni sospechara lo inseguro que se sentía de su cuerpo, pero lo cierto era que, si estaba impaciente, lo disimulaba muy bien. En ese momento le lanzó una sonrisa tan cálida que Jimin se quedó sin respiración.

—Entonces ¿qué te gustaría hacer hoy? Podría enseñarte las mejores tiendas de Atenas. En la calle Ermou hay unas boutiques magníficas.

—Si de verdad quieres que nos conozcamos, lo primero que debes de entender sobre mi es que odio ir de compras— Afirmó Jimin tajantemente —Pero me encantaría conocer bien Atenas. ¿Siempre has vivido en la ciudad?

—Si— La sonrisa desapareció de su rostro
—Pero las calles en las que crecí no forman parte del recorrido turístico, y no creo que quieras visitar los suburbios de la ciudad.

¿Acaso se avergonzaba de su pasado?

—Tú no eres responsable de las circunstancias en las que viniste al mundo— Le dijo —Deberías estar orgulloso de todo lo que has conseguido. Eres uno de los empresarios más importantes de Grecia.

Jungkook se encogió de hombros, pero las palabras de Jimin se le quedaron grabadas. Era cierto que tenía mucho éxito en los negocios, pero nunca se había parado a pensar en lo que había conseguido; había estado demasiado concentrado en el siguiente paso, en el siguiente trato que debía cerrar. Aunque sí, seguramente estaba orgulloso. Hasta ese momento nunca había tenido nadie con quien compartir el éxito, pero Jimin hacía que se sintiera bien consigo mismo y de pronto se dio cuenta de que su esposo era tímido, pero muy perspicaz.

Se recostó sobre el respaldo de la silla y volvió a sonreír, fijándose en cómo le brillaba el pelo bajo el sol.

—Si no quieres ir de tiendas, ¿adónde te gustaría ir?

—Al Partenón, al templo de Zeus, al Jardín Nacional— Jimin enumeró todos los lugares emblemáticos de Atenas —Eres ateniense, así que supongo que conoces bien todos esos sitios.

—Por supuesto, agapi— Sijo a pesar de que siempre se había considerado una persona sin raices, alguien incompleto porque no sabía quién era su padre. Se paró a pensar que estaba muy orgulloso de su ciudad y quería enseñársela a Jimin, igual que haría algún día con su hijo. Entonces vamos a hacer de turistas anunció poniéndose en pie y tendiendole una mano —Se que hechas de menos Aristo, pero voy a hacer que te enamores de Atenas.

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Un príncipe para un millonario ━ KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora