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Los días sin él se le hicieron interminables, a pesar de que se mantuvo muy ocupado con el trabajo, pero lo echaba muchísimo de menos. Jungkook lo llamaba todas las noches, pero las conversaciones eran muy frías; entre ellos había ahora una distancia que nada tenía que ver con los kilómetros que los separaban. Algo había cambiado en su relación y Jimin tenía miedo de perder la cercanía que habían conseguido en las últimas semanas.

Pero ¿qué esperaba de él?, se preguntó hacia el final de la semana, cuando su ausencia se convirtió en una pesada carga. Era consciente de todo lo que había sufrido en la vida y de que cabía la posibilidad de que nunca llegara a recuperarse del todo; sin embargo, seguía esperando que se comportara como uno de esos príncipes de los cuentos que había leído de niño, que se arrodillara ante él y le declarara amor eterno.

Él había disfrutado de una infancia muy feliz, rodeada del amor de su familia, por lo que le era fácil amar a los demás, puesto que nunca lo habían traicionado ni rechazado. Pero en lugar de confesarle lo que sentía por él, se había empeñado en guardarse aquel amor miserablemente, y había escondido sus sentimientos detrás del orgullo.

Quizá hubiera llegado el momento de olvidarse del orgullo y dejar de hacer caso a esa vocecilla que le decía que el héroe siempre tenía que ser el primero en confesar su amor. Aquello no era un cuento, sino la vida real... y la vida de Jungkook no se parecía en nada a un cuento de hadas.

Lo peor que podía ocurrir era que Jungkook le dijera que nunca podría amarlo, se dijo a sí mismo, contemplando la idea con una punzada de horror. Desde la boda, lo había tratado con amabilidad y respeto, además de demostrarle que confiaba en él tanto en lo personal como en lo laboral.

Estaba tan inmerso en sus pensamientos que no se dio cuenta de la presencia de Sotiris hasta que se detuvo junto a la mesa de la terraza.

—¡Anne!

Jimin siguió su mirada hasta el retrato de la madre de Jungkook, que había llegado esa misma mañana y se encontraba ahora sobre una silla.

—No sabía que la conocieras, Sotiris.

—Claro... Jungkook y yo crecimos en el mismo barrio. Su madre era una mujer encantadora; todo el mundo la quería mucho. A Jungkook se le rompió el corazón cuando murió. ¿De dónde ha sacado ese cuadro?

—Hice una copia de la foto que hay en su despacho y le encargué a un pintor de Aristo que lo hiciera al óleo— Le explicó Jimin
—Jungkook me dijo que era el único recuerdo que tenía de su madre, así que pensé que le gustaría tener un verdadero retrato de ella. Me parece que el artista ha hecho un buen trabajo— Dijo observando el cuadro —Tenía pensado dárselo cuando llegue a casa el domingo... que además es su cumpleaños, según he averiguado porque él no me lo ha dicho. ¿Crees que le gustará, Sotiris?

El mayordomo miró el cuadro y luego a Jimin.

—Creo que se va a quedar sin habla— Aseguró y luego hizo una pausa antes de añadir. —Jungkook tiene corazón, pero se esfuerza mucho en esconderlo.

....

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⏰ Última actualización: May 20 ⏰

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Un príncipe para un millonario ━ KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora