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—Señor, han llegado algunas cajas de Aristo para usted— Anunció Sotiris en cuanto llegaron al apartamento.

—Mis libros...— Jimin se olvidó de inmediato de la tortura que había supuesto ir de comprar nada más ver aquellas cajas llenas de libros.

—Thee mui ¿Todo eso son libros?— Preguntó Jungkook, asombrado —¿Dónde vas a ponerlos? Es un apartamento muy espacioso, pero no tanto como para albergar toda una biblioteca.

—Necesito estos libros para poder seguir investigando— Afirmó Jimin con determinación.

—En mi despacho no hay espacio suficiente, así que le pediré a Sotiris que lleve las cajas a una de las habitaciones vacías. Supongo que podemos convertirla en un despacho para ti, si es que tienes intención de seguir trabajando... aunque dudo mucho que vayas a tener tiempo para hacerlo y, como es lógico, no hay ninguna necesidad económica de que trabajes.

—Por supuesto que quiero seguir escribiendo mi libro sobre la historia de las islas de Adamas, y también me gustaría seguir ejerciendo de asesor del museo de Aristo hasta que nazca el niño— Declaró Jimin
—¿Qué voy a hacer si no todo el día mientras tú estás trabajando?

—Supuse que te gustaría participar en alguna organización benéfica. Melina Demakis es una amiga mía muy implicada en las organizaciones benéficas de Atenas, organiza comidas y otras actividades para recaudar fondos. Le pediré que te llame para que te lo cuente personalmente.

A Jimin se le encogió el corazón al pensar en pasar día tras día con adineradas personas, sin duda con muy buen corazón, pero sin otra obligación en el mundo que la caridad. Tenía que haber algo más útil que pudiera hacer con su vida.

—Estaba pensando que quizá pudiera trabajar como voluntario en algún hospital de la zona, como hacía en Aristo.

—¿Te refieres a ése en el que te atacó un enfermo mental? Nam me contó que tu padre te prohibió volver después de aquel incidente— Le dijo Jungkook en un tono que dejaba bien claro lo que opinaba de la idea.

—No me atacó conscientemente, el pobre hombre no sabía lo que hacía. Mi padre siempre fue demasiado protector conmigo— Añadió Jimin con lástima.

—Yo también voy a serlo— Aseguró él
—¿Cómo vas a trabajar en un hospital si los paparazzi te persiguen como han hecho hoy? En lugar de ayudar, serias un obstáculo.

—Nadie sabría dónde estoy si no fuera porque vamos por ahí en limusina y con un guardaespaldas.

—Pues no vas a poner un pie fuera de este apartamento sin Stavros— Declaró rotundamente —Estás embarazado, Jimin, y no voy a permitir que te pongas en peligro a ti mismo y a nuestro hijo.

—No tengo intención de poner en peligro a nadie. ¿Qué quieres decir con que no lo vas a permitir?— Jimin sintió cómo se desvanecía la afinidad que había sentido hacia él en el museo —¿Desde cuándo tienes autoridad sobre mí?— Le preguntó con furia.

—Desde que eres mi esposo... y, lo que es más importante, desde que llevas dentro a mi hijo— Respondió en un tono que no dejaba lugar a dudas —Tengo que trabajar un rato en el despacho —Anunció después de mirar la hora —Te recomiendo que empieces a prepararte para la fiesta; sé por experiencia lo mucho que tardaran las mujeres en arreglarse, no se si sea tu caso en particular también.

Esa referencia a su amplia experiencia con las mujeres fue la gota que colmó el vaso. Jimin sintió el impulso de tirarle algo a la cabeza, pero cuando quiso darse cuenta había desaparecido de su vista, así que no le quedó más remedio que intentar tranquilizarse, para lo cual se preparó un baño caliente con la esperanza de que eso la ayudara a aliviar la tensión que le provocaba la idea de tener que salir con gente a la que no conocía.

Una hora después se colocó frente al espejo y observó horrorizado la imagen que tenía delante. El traje color azul estaba compuesto por una camisa blanca ajustada a su cuerpo, su pantalón quedaba ajustado a su figura y maraca su voluminoso trasero. Era el traje más sexy. Cualquier hombre que se pusiera algo parecido atraería la atención allá donde fuera, y eso era precisamente lo último que deseaba él.

Así que se quitó el traje.

El traje de noche negro que había enviado desde Aristo no estaba mal. Pero lo mejor era que nadie se fijaría en él y, con un poco de suerte, podría pasar toda la velada en algún rincón.

Se arreglo el pelo y salió del vestidor justo cuando lo hacía salía del cuarto de baño..

Estaba increíblemente guapo con aquel esmoquin negro y camisa negra. Cualquiera habría suspirado al verlo y él no era distinto a los demás, así que sintió que se le aceleraba el corazón y le flaqueaban las piernas. Pero, a juzgar por la expresión de su rostro, él no estaba tan impresionado con su aspecto.

—No es eso lo que tenía en mente, agapi—
Dijo mientras observaba su peinado y su recatado traje —Pensé que habíamos decidido que ibas a ponerte el traje rojo.

—No, lo decidiste tú solo— Replicó Jimin.

—¿Prefieres dar la impresión de venir de un entierro?— Preguntó él con su habitual arrogancia —Tienes cinco minutos para cambiarte— Dijo con una voz peligrosamente suave —Eres mi esposo, Jimin, y debes vestirte adecuadamente. No te empeñes en parecer un viejo solterón.

Jimin sintió que estallaban dentro de él los nervios que había conseguido contener durante la discusión sobre el hospital.

—Me siento más cómodo con la ropa que yo mismo elijo— Comenzó a decir, pero entonces él se puso a desabrocharle los botones del traje —¿Qué demonios crees que haces?—
Gritó —¿Cómo te atreves?

Jungkook bajó la mirada hasta su torso, que, con el ritmo de la respiración, que apenas aguantaban.

—Me atrevo, Jimin— Murmuró con evidente deseo sexual —Porque eres mi esposo, aún te quedan dos minutos para cambiarte... si no quieres que te quite yo toda la ropa— Le dijo con una seductora sonrisa en los labios
—Pero me temo que, si te desnudo, esta noche no iremos a ninguna parte excepto a la cama.

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Un príncipe para un millonario ━ KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora