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Jimin se alisó una arruga del pantalón y miró sus notas por última vez. El salón del hotel estaba lleno de invitados a la gala en favor del centro juvenil del padre Thomaso y él iba a dar su primer discurso como presidente del fondo benéfico.

Jungkook sonrió y le puso la mano en la pierna.

—¿Estás nervioso, agapi? Debe de haber varios cientos de invitados.

Jimin respiro hondo e irguió la espalda.

—Estoy bien— Aseguró con confianza, sin hacer caso del hormigueo que sentía en el estómago, pues sabía que en cuanto empezara a hablar del centro y de la vida de aquellos jóvenes, se olvidaría de los nervios.

Le costaba creer que hasta hacia muy poco cualquier acto social le había resultado una verdadera tortura. Tenía la sensación de haber salido de su caparazón desde que se había casado con Jungkook y se había trasladado a Atenas. Ya no era el tímido y aburrido Jimin; sabía que estaba guapo con la ropa que él compraba y la admiración que veía en sus ojos cuando Jungkook lo miraba hacía que se sintiera más cómodo con su propio cuerpo.

—¿Estás seguro? Estás sonrojado— Murmuró Jungkook, observándolo con malicia mientras iba subiendo la mano hasta su ingle dejando un pequeño apretón,

—Compórtate... al menos hasta que estemos a solas— Lo reprendió Jimin, a punto de echarse a reír —Jungkook, tienes un apetito insaciable.

—Es por tu culpa, Min— Respondió lánguidamente.

Él se lamentó de no estar a solas en el apartamento y poder pasar la tarde haciendo el amor con él, pero antes debía dar un discurso y luego irían al hospital a hacerse una ecografía. Desde el escenario, anunciaron su nombre.

—Deséame suerte— Le pidio, y se sorprendió cuando Jungkook se inclinó sobre él y le dio un beso en la boca

—No la necesitas... eres un magnífico orador— Hizo una pausa antes de añadir —Estoy muy orgulloso de ti, agapi.

Jimin se sonrojó y le lanzó una de esas sonrisas que lo hacían estremecer. Jungkook le aplaudió junto al resto de invitados con una mezcla de orgullo y frustración, porque tenía la sensación de que últimamente no podia pensar en otra cosa que no fuera él.

Desde el día en que había ido al centro del padre Thomaso por primera vez y, tras la pelea que to había impulsado a hablarle de su pasado, entre ellos había surgido un nuevo vínculo. Las últimas semanas habian sido... maravillosas, admitió Jungkook, sin querer pensar en que había reducido bastante sus horas de trabajo para poder pasar más tiempo con él. Era importante que establecieran una buena relación antes de que naciera el niño, pero lo cierto era que jamás habria creído que le gustaría tanto estar con él.

Jimin ya no era el hombre tímido y reservado que había conocido en Aristo y, desde que se había convertido en el presidente de la fundación Larissa Petridis, su confianza en sí mismo se había multiplicado. Se había convertido en un príncipe hermoso al que todo el mundo admiraba además por su inteligencia.

Sin que él se diera cuenta, Jimin lo había impulsado a hablar de los problemas que aún le atormentaban, especialmente de la culpabilidad que sentía por no haber sabido proteger a su primer hijo. Gracias a Jimin estaba superando el dolor del pasado y miraba el futuro con ilusión. Pero, aunque confiaba en él como jamás creería que pudiera confiar en nadie, Jungkook tenía la sensación de que se esforzaba en mantener cierta distancia, sobre todo cuando hacían el amor y eso, a su vez, hacía que él no bajara del todo la guardia.

La prensa los esperaba cuando salieron del hotel.

—Al menos servirá para atraer la atención sobre el centro— Dijo Jimin cuando por fin se subieron al coche y Stavros lo puso en marcha. Pero se alegró de perder de vista a los paparazzi antes de llegar al hospital. La ecografía era algo privado que no quería compartir con nadie excepto con Jungkook.

Había concertado una cita con el que, según le había dicho, era el mejor tocólogo de toda Grecia. Parecía que nada era lo bastante bueno para su hijo

El doctor Antoniadis le hizo algunas pruebas y luego se sentó a charlar con ellos sobre el parto. Jimin sintió cierto nerviosismo al pensar en ello, pero Jungkook lo sorprendió estrechándole la mano.

—Yo estaré a tu lado en todo momento— Le prometió.

Por algún motivo, la fuerza de su voz y de su mano hizo que Jimin sintiera ganas de llorar. Afortunadamente apareció una enfermera que lo llevó a la sala donde iban a hacerle la ecografía.

—Aún no se verá mucho— Le advirtió el médico después de extenderle aquel líquido viscoso por el vientre —Sólo queremos comprobar el latido del corazón... ahí está. ¿Lo ven? Ese pulso es de su bebé.

Jimin miró a la pantalla y, al ver aquel conjunto de manchas y oir el latido, se emocionó. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que el embarazo era algo real, dentro de él había una vida humana: su hijo... y el de Jungkook. Parpadeó varias veces para secarse las lágrimas y se volvió a mirar al futuro padre. Al ver la expresión de su rostro, volvieron a humedecérsele los ojos. Estaba completamente concentrado en la pantalla, con los hombros tensos, como si pensara que la imagen iba a desaparecer si se movía.

—Jungkook..— Lo llamó con voz ronca.

Él le agarró la mano y se la llevó a los labios.

—A nuestro hijo no le faltará de nada— Dijo él.

Jimin supo que estaba pensando en su propia niñez, en la que le había faltado todo.

—Claro— Aseguró él —Pero lo que más necesita un niño es amor y nosotros vamos a quererlo mucho... o a quererla— Añadió con una sonrisa mientras se imaginaba a una niña de mejillas sonrojadas, o a un niño de pelo oscuro y ojos brillantes... Si se parecía a él, tendría las mejillas regordetas fuera niño o niña.

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Un príncipe para un millonario ━ KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora