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Se apartó de él para no sentirse tan tentado a llevárselo a la cama.

—Voy a enseñarte el apartamento, quizá así te sientas más en casa.

—Gracias.

Jimin siguió a Jungkook por el pasillo con el corazón encogido. Era un apartamento increíblemente moderno y minimalista, con suelos de mármol, paredes claras, sofás de cuero negro y detalles plateados. El tipico refugio de un soltero, diseñado para un ejecutivo de altos vuelos, no precisamente el lugar donde él podía imaginarse cuidando de su bebé. Recordó la cómoda habitación infantil en la que había pasado su niñez: juguetes por todas partes y una estantería repleta de todos sus cuentos preferidos. Se le llenaron los ojos de lágrimas al recordar las visitas que le hacía su padre todas las tardes para leerle alguno de esos cuentos, aunque tuviera que interrumpir una reunión importante para poder hacerlo. No imaginaba a Jungkook haciendo algo parecido por su hijo, ni los imaginaba a los tres viviendo allí, jugando a la familia feliz.

—Aquí no tendrás por qué pasar demasiado tiempo— Le dijo él cuando le mostró una brillante cocina de acero inoxidable —Sotiris, mi empleado y cocinero, se encarga de todo en ese aspecto. Te lo presentaré más tarde.

Siguió avanzando por el pasillo. Pasaron por un elegante comedor, tres dormitorios de buen tamaño, uno de los cuales tendría que ser el del bebé. Al final del pasillo, Jungkook abrió la última puerta que quedaba y Jimin se quedó inmóvil.

El dormitorio principal tenía unas vistas sobrecogedoras de la Acrópolis, iluminada con unos focos que hacían que la piedra brillara en contraste con el cielo del atardecer. Era impresionante, pero Jimin tenía toda la atención puesta en la gigantesca cama que dominaba la habitación, con cabecero de piel y sábanas de seda negra. Una de las paredes estaba cubierta de arriba abajo con espejos en los que se veía la cama... y se vería también a sus ocupantes, pensó al mismo tiempo que se fijaba en la botella de champán metida en un cubo de hielo que había junto al lecho.

Era el escenario perfecto para la seducción. Inconscientemente, él se preguntó a cuántas mujeres o hombres habría llevado Jungkook y si se habrían detenido a admirar las vistas antes de meterse en su cama.

Lo miró con el corazón golpeándole el pecho y se preguntó si en ese mismo instante estaría pensando en llevárselo a la cama.

—La doncella ha deshecho el equipaje que enviaron de Aristo y ha puesto todas tus cosas en el vestidor. Ven, te lo enseñaré— Jungkook lo llevó hasta una puerta que había en un extremo del dormitorio.

Jimin lo siguió de inmediato, agradecido del respiro que eso suponía. El vestidor era una cómoda habitación con armarios de roble, un sofá y un tocador situado junto a otra puerta que conducía a un baño privado. El pánico de Jimin se suavizó al darse cuenta de que allí al menos tendría cierta privacidad.

Jungkook había abierto los armarios y observaba el interior con el ceño fruncido.

—¿Por qué no has mandado toda tu ropa?

—Lo he hecho— Respondió jimin —Esto es todo lo que tengo. Nunca me ha interesado mucho la moda.

—Pues te sugiero que empieces a interesarte— Movió las perchas de un lado a otro con impaciencia —Sé que aún estás de luto por la muerte de tu padre, pero parece que sólo tuvieras ropa negra.

—No es ropa de luto. Me visto de negro porque me hace más delgado— Admitio jimin ruborizado.

—El negro no te favorece— Aseguró tajantemente. —Está claro que tenemos que ir de compras. Yo tengo muchos compromisos sociales y ya tengo la agenda llena de invitaciones de gente que quiere conocer a mi esposo, el príncipe.

Jimin suspiró apesadumbrado y atemorizado porque sabía que esa gente que había mencionado Jungkook iba a sentirse muy decepcionada cuando descubrieran que él no era el príncipe sofisticado y elegante que esperaban.

Jungkook se acercó a él y de nuevo comenzó a sentir mariposas revoloteándole en el estómago cuando él le tomó la mano y lo llevó hacia la puerta que conducía al dormitorio.

—Me gusta la ropa que llevas ahora— Murmuró con voz profunda y sensual.

—La eligió mi hermana— reconoció Jimin, que apenas podía hablar mientras él le pasaba la mano por el hombro y luego la deslizaba por el frente de la chaqueta.

Jungkook se echo a reir suavemente.

—En ese caso, es una lástima que tu hermana no eligiera todo el guardarropa.

Aquellas palabras hicieron que Jimnam sintiera unos celos con los que estaba muy familiarizado. Ella era hermosa y tenía un gusto exquisito. Si su hermana hubiera estado en el baile real seis semanas atrás, seguramente Jungkook no se habría fijado en él y jamás habría bajado a la playa, ni le habría hecho el amor a un camarero llamado Saúl.

De pronto lo invadieron todas las inseguridades de siempre. No habría sido necesario que Dakho le dijera que no era el tipo de Jungkook; Jimin era perfectamente consciente de que no tenía la figura de modelo de Shannon Marsh, y no soportaba la idea de que su marido lo comparara con su impresionante amante modelo.

De repente se fijó en que Jungkook se había quitado la chaqueta y estaba empezando a desabrocharse la camisa.

—Esta noche quiero dormir solo— Anunció Jimin, con el corazón acelerado y la boca seca. Ha sido un día muy largo y estoy agotado tenía la sensación de haber estado todo el día en una especie de montaña rusa de emociones que había hecho que le temblaran las piernas y los brazos.

—¿Entonces por qué no te dormiste durante el viaje?— Le preguntó, enarcando ambas cejas. No me he creído en ningún momento que realmente estuvieses dormido y me ha parecido bastante infantil— Añadió.

La impaciencia que denotaban sus palabras encendió los ánimos de Jimin. Parecía de lo más satisfecho, pero claro, se había salido con la suya en todo, mientras que a él le había cambiado la vida por completo.

—Tienes razón; me he hecho el dormido... para no tener que hablar contigo— Admitió con furia —Y la idea de acostarme contigo me pone enfermo.

Jungkook apretó la mandíbula para tratar de controlarse. No solía tener ninguna paciencia con los caprichos y las rabietas.

—No es ésa la impresión que me diste cuando te besé en la iglesiale— Dijo —¿Qué te ha hecho cambiar de opinión tan de repente?

Jimin se sonrojó al recordar cómo había respondido a aquel beso, pero entonces no sabía que él había pasado los días antes de la boda con su amante. Había dejado de desabrocharse la camisa, pero la tenía prácticamente abierta del todo y se le veía la piel bronceada del torso. Era tan guapo y él, en cambio, tan normalito..., pensó Jimin con pesar. Se moría de vergüenza si pensaba que tenía que desnudarse frente a él y dejar que lo viera.

—¿Cuál es el verdadero problema, Jimin?

Le preguntó, frustrado por no saber comprenderlo.

....

Un príncipe para un millonario ━ KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora