⛓️ capítulo VIII ⛓️

24 16 0
                                    

Seguir caminando era mi mejor opción: calmar los latidos desenfrenados de mi corazón

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Seguir caminando era mi mejor opción: calmar los latidos desenfrenados de mi corazón. Me siento furiosa —¿así de fácil?— sí, así de fácil. Se ha olvidado de mí... de mí, su hermana. ¡Por Dios! ¿Por qué Hoseok sigue siendo sumamente cruel? No le ha bastado una eternidad para lastimar mi corazón, tantas vidas y agonías. Él sigue rompiéndolo.

Tendré que darle una lección; tendrá que ser así. No puedo permitir que me olvide, no puedo permitir que le entregue su corazón a nadie más —me pertenece—. Sigo caminando hasta llegar a una parada de autobuses. Sinceramente, me siento tan mal; estoy frustrada y enojada a la vez. Siento por mi cuerpo una sensación eléctrica; siento y soy consciente de que la magia ha despertado en mí. Soy consciente, al fin.

El sonido del autobús me hace salir de mi trance, pero al abrir las puertas no lo tomo. Entre mis pensamientos y todo lo que se ha revelado ante mí, solo quiero una cosa: «Venganza». Quiero vengarme, quiero que mi corazón deje de latir de esta manera.

Busco entre mis cosas el celular para hacer una llamada. Antes era extraño, pero ahora todo tiene sentido. Marqué el mismo número que siempre me hacía llamadas perdidas y suena el timbre una, dos veces, y después la bocina suena.

—Tardaste en hablar, ¿dónde estás? Iré por ti.

—En la parada de autobuses, te enviaré la ubicación. Espero que no seas tan anciano y puedas llegar.

Escuché una risa del otro lado y después la llamada terminó. No esperé demasiado por él, lo que me hace pensar que, como siempre, estaba cerca de mis pasos. Sonrío al verlo llegar; parece que se ha dado un baño recién y huele delicioso. Se acerca un poco más a mí y me toma de la mano para llevarme dentro del auto.

—¿Ya no estás tan molesto? —le pregunto, y eso lo hace sonreír. Antes de echar a andar el automóvil, asegura las puertas y después se gira para verme a los ojos; se acerca de una manera peligrosa a mí.

—Me pone de mal humor hacerte recordar cosas del pasado, cosas malas, cosas en las que te he lastimado.

Mi corazón se acelera sin poder evitarlo; los otros sentimientos que me arrastraban hacía unas horas atrás se esfuman de mi cabeza. De pronto, estoy muy nerviosa dentro del auto.

—Yo te lo pedí.

—Levana —sostiene mi mano—, no temas. Sabes que no volveré a hacerte daño. No temas de mí, por favor... puedo escuchar tu corazón latir más de prisa.

Se recarga en mi hombro y aspira mi olor. Su fría mano se entrelaza con la mía y, despacio, alza el rostro para alcanzar mis labios y dejar un corto beso sobre ellos. Mi piel se eriza de anticipación.

—No tengo miedo de ti. Tengo miedo de mi corazón —le respondo sincera; él lo sabe.

—No volveré a lastimarlo, te lo juro. Esta vez es real, Levana, esta vez solo tú y yo.

PROMESA DE MUERTE |ᵇᵃⁿᵍᵗᵃⁿ ᵒᵗ7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora