T r e i n t a y d o s | Él

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Capítulo treinta y dos | Él.

—¿No te gusta?

Amy da una vuelta sobre sí misma, mostrándome su vestido de nuevo.

—Pues no. No eres tú. Siempre vas mucho más... descubierta. Parece que estás intentando ser alguien diferente.

Amy adora los vestidos cortos, los tacones altos, las blusas con escote... Básicamente le gusta destacar mostrando que tiene un cuerpo precioso y se le da demasiado bien. Así que no entiendo por qué ahora está probándose vestidos y faldas dignas de una monja.

Este último carece de escote, directamente. Llega hasta el cuello y casi a las rodillas. Además, los tacones con los que ha decidido combinar tal aberración son dignos de una abuela.

—¿Se puede saber que te ocurre hoy? ¿No te apetece salir con Max? Porque si has cambiado de opinión no tienes que preocuparte. Se lo diré y ya está.

—No es eso. Me ha parecido que ha tenido un detalle muy bonito al invitarme. No me lo esperaba, pero me apetece mucho.

—¿Entonces?

Amy suspira, mirándose al espejo.

—Maddy, voy a salir a solas con tu hermano. No sé si vestirme como a mí me gusta será lo más acertado. No quiero que piense mal de mí.

Parpadeo un par de veces, asimilando sus palabras. No puede haber dicho eso.

—Tu ropa tiene que gustarte a ti —no puedo evitar sonar molesta—. La opinión de los demás es secundaria. Innecesaria, en realidad.

—No quiero que piense que soy alguien que no merece la pena —murmura.

Me froto la cara con ambas manos.

—Solo sé tú misma. Max te adora cuando eres tú misma.

—¿Tú crees?

—Claro que sí. Vístete como más te guste. Si igual vas a estar preciosa.

Vuelve a mirarse al espejo, esta vez con una pequeña sonrisa.

—Creo que tienes razón. Voy a cambiarme.

Veinte minutos después, Amy está completamente diferente. Radiante. Lleva un vestido azul eléctrico, que tiene un escote en forma de corazón y carece de mangas. Lleva unos tacones plateados y un bolso del mismo color. Se ha dejado el cabello rubio suelto y completamente liso. Su maquillaje es muy natural pero le queda fenomenal.

Se detiene frente a mí, esperando mi aprobación.

—¿Miss Universo? ¿Eres tú? ¿Te tomarías una foto conmigo?

Amy echa a reír.

—No exageres.

—Cuando Max te vea va a enamorarse de ti.

Creo que me he pasado. Ahora mismo, el rubor del maquillaje le sobra completamente por mi culpa.

—Oye, ¿por qué no vienes con nosotros?

Espero estar oyendo mal.

—¿Por qué?

—Creo que me da un poco de vergüenza estar con él a solas —murmura.

—Lo conoces desde que éramos niñas, Amy.

—Lo sé, pero no es lo mismo. Además, a ti te vendría muy bien salir un rato. Necesitas despejarte.

Suspiro.

—Estamos hablando de Max. No me va a dejar ir con vosotros, solo os arruinaría la noche. Pero ve y pásalo bien, de verdad.

Hasta noviembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora