T r e i n t a y t r e s | Reencuentro

172 13 6
                                    

Capítulo treinta y tres | Reencuentro.

Tardo más de quince minutos en llegar a su bloque de pisos.

Cuando paso al interior del portal, me detengo durante un minuto. Tan pronto como diviso las escaleras, me siento en el segundo escalón y recupero el aliento. Toco mi pierna y no puedo hacerlo sin poner una mueca de dolor. No puedo más.

—Disculpe, ¿a qué piso va?

Ladeo la cabeza para verlo. Un hombre de unos treinta y muchos está a un par de pasos de mí. Debe de ser el nuevo compañero de noche de Jett. Lleva el mismo uniforme.

—Vengo a ver a mi amigo —me pongo de pie con dificultad, sosteniéndome a la barandilla—. El portero anterior me conoce de sobra.

Él se interpone en mi camino.

—El portero anterior no está aquí. ¿A qué piso va?

Pretendo responder, cuando un ruido rompe el silencio. Ambos miramos hacia arriba, pero no vemos nada. Al mismo ruido le sigue otro similar.

—¿Qué es eso? —le pregunto.

Él portero continúa mirando escaleras arriba. Después, camina a la garita, no sin antes señalarme.

—Espera aquí.

Si no hice caso de Jett, no le haré caso a él.

En cuanto entra en esas cuatro paredes, echo a correr como puedo hasta la primera planta. Pulso el botón del ascensor, con la fe de poder avanzar desde ahí, pero como de costumbre, no funciona. Me toca continuar por las escaleras.

Tan pronto como piso el suelo del tercer rellano, me apoyo contra la pared. Inhalo profundamente e intento calmarme. El dolor de mi rodilla está rozando lo insoportable.

Es ahí cuando vuelvo a oír el mismo ruido de antes. Mucho más de cerca.

Proviene de ahí. Sale de su casa.

Camino despacio, sintiendo como las dudas me avasallan a cada paso que doy. Vuelven a mi mente todas aquellas crueles palabras que me dedicó. La forma en que me rechazó. El último recuerdo que tengo sobre él, marchándome con enfado de este mismo lugar hace más de un mes.

Trago con dificultad. No soy capaz de llamar, pero entonces, también vienen a mi cabeza las palabras de Jett. Lo mal que dice que está. La preocupación que veía en su rostro cuando me hablaba de él.

Gracias a él es que consigo llamar.

Pero el reencuentro que pensaba que sería dista mucho de la situación en la que me encuentro cuando abre la puerta.

Un chico, aproximadamente de la edad de Jett, me mira fijamente con expectación. Tiene el cabello castaño oscuro y los ojos claros. Es robusto, y su mirada intimidante. No veo sus brazos por la chaqueta que lleva, pero sí sus manos y el comienzo de sus tatuajes.

—¿Hola? —tiene el ceño fruncido, pero intenta sonreír—. ¿Querías algo?

Me obligo a reaccionar.

—Estoy buscando a Neithan. ¿Está en casa?

—Me temo que no. ¿Quieres que le dé algún recado?

Miro atrás, planteándome la idea de volver. Pero no puedo. Necesito verle esta noche.

—Me gustaría esperarle aquí.

El chico, que hasta este momento había mantenido solo una pequeña franja de la puerta abierta, la cierra un poco más, impidiéndome ver más allá de él.

Hasta noviembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora