D i e c i n u e v e | Del género terror

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Capítulo diecinueve | Del género terror.

Me muevo en la cama, adormilada y con los ojos aún cerrados. Hacía mucho tiempo que no dormía tan bien y la sensación de descanso es tan sumamente agradable que mis ganas de levantarme son nulas.

Pero entonces, al estirar mi brazo buscando una postura más cómoda, toco algo con los dedos.

Abro los ojos al instante. Al principio me cuesta enfocar e incluso estoy desorientada al no ver mi habitación, pero enseguida recuerdo dónde dormí y con quién.

Y mis mejillas se tiñen de rojo al instante al verlo observándome con atención y cierta curiosidad.

—Buenos días —dice con una media sonrisa y voz ronca.

Quiero desaparecer.

—Buenos días —murmuro con la cara aún encendida.

Nota mi incomodidad y su sonrisa adquiere diversión, pero hace el amago de disimularlo.

—¿Has vuelto a tener pesadillas?

Niego con la cabeza.

—¿Con qué has soñado? —inquiere.

—La verdad es que no me acuerdo. ¿A qué viene eso?

—¿Sabías que hablas dormida?

Se me cae el alma a los pies y lo primero que me viene a la cabeza es aquel sueño que tuve con él.

Mierda. ¿Y si he hecho un remake y no lo recuerdo?

—¿Q-qué?

—Al principio pensaba que estabas vacilándome porque creía que estabas despierta —contiene una risa—. Pero después de llamarte más de tres veces, caí en que solo estabas soñando.

—Pero... no... no entendiste nada de lo que dije, ¿no? —lo tanteo—. Quiero decir, si dormía...

—Oh, no. Lo entendí todo.

Ve mi expresión de pánico y su sonrisa aumenta.

—¿Dije algo malo?

—Malo no. Interesante sí.

—¿Interesante? —repito con un hilo de voz—. ¿Cómo que interesante? ¿Que he dicho?

Niega con la cabeza, sin cambiar la expresión. Se incorpora hasta quedar sentado. Se apoya en la cama con un brazo mientras echa un ojo al teléfono, como si la conversación hubiera terminado.

Pero yo no he acabado de hablar, así que le quito el móvil de las manos y lo tiro a los pies de la cama.

—¿Vas a decirme que dije? —insisto.

—La verdad es que no.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Porque es un comodín. Quiero esperar al momento correcto para usarlo en tu contra.

El color se me va de la cara y juro que he desfallecido.

—Neithan, dime ahora mismo que...

—¿Quieres desayunar? —me corta—. En realidad es una pregunta para escaquearme, no es que vaya a hacerte el desayuno.

—¿Esto es en serio? —mi vida parece una cámara oculta.

—Y tan en serio. Tienes manos, ¿no? Pues háztelo tú.

Sigue con la sonrisa dibujada en la cara y no sé si me está tomando el pelo o está hablando en serio.

De un momento a otro se pone de pie y se encamina a la puerta.

Hasta noviembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora