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Harry trabaja en una oficina de negocios, es la mano derecha del jefe por todo el trabajo que ha realizado durante estos siete años que lleva en la empresa. Le encanta su trabajo, yo no me puedo quejar. Es verdad que preferiría que no viajara tanto para poder estar conmigo, pero estoy feliz por él.

Yo trabajo en una pequeña pastelería de la que soy dueña junto a mi prima Ángela. Los estudios no me sirvieron de mucho y no encontré trabajo, y aquí estoy, con mi pequeña tienda de dulces. No es gran cosa pero me apasiona cocinar y ver las agradables sonrisas y caras de deseo cuando la gente entra a por algún dulce.

Me levanté de la cama y me acerqué a Harry para despedirme, ya que su jornada comenzaría dentro de poco, al igual que la mía. Se encontraba frente al espejo atándose la corbata y dando los últimos toques para poder verse increíble.

- Estás increíble. - dije mientras le ayudé a acabar de anudársela.

- Tengo prisa, tengo que irme. - dijo sin mantener contacto visual.

- De acuerdo, dame un beso. - le di un casto beso en sus finos labios. Un click sonó a causa del no contacto y dio un giro sobre sus talones para coger el maletín que se encontraba recostado al final de la cama.

Camine tranquilamente por el pasillo pisándole los talones a mi esposo hasta que llegamos a la puerta.

Con un gracioso movimiento de caderas se subió al lujoso vehículo para emprender el camino hacia las oficinas. Mi sonrisa no se esfumo en ningún momento hasta que vi como el coche desapareció tras los arbustos de la casa vecina. Odiaba fingir, pero así había decidido tomar la situación.

Harry y yo teníamos problemas desde hacía casi ya dos meses; éramos fríos el uno con el otro, solían haber silencios incómodos que no tendrían que estar, apenas nos veíamos... Añadiéndole que yo tenía la ligera sospecha de que lo que mi marido llevaba haciendo durante un mes y medio, las tardes de los jueves después de trabajar, no era tomarse un par de tragos con sus compañeros.

Seguía encontrándome mal y además no había comido casi nada. Llamé a mi prima para comunicarle que no trabajaría por temas de salud.


"Llamada telefónica.'' 

- ¡Buenos días! Dulces placeres, la pastelería más dulce. ¿Que desea? -su tono de voz era alegre como siempre. Ángela insistió en que pusiéramos un logotipo a la tienda, y ese mismo lo escogió ella.

- Buenos días Boo. Soy yo. Hoy no iré a trabajar, me encuentro fatal y muy mareada. -antes de que pudiera contestar solté un rápido "lo siento"

- No pasa nada tata. Lo importante es que te recuperes y que descanses. -concluyó con lo que pareció un pequeño gimoteo de tristeza.

Pensaba que me soltaría un comentario sarcástico o un reproche, pero fue todo lo contrario. Hoy se encontraba más alegre, al parecer tenía un buen día.

- ¿No necesitas ayuda? Hoy vienen muchos pedidos. - le recordé. Pero ella seguía insistiendo que no habría problema si no iba hoy.

Después de unas cuantas frases más y de unos simples te quiero, se cortó la llamada.

Me dispuse a cambiarme nuevamente de ropa por algo más cómodo, cuando recordé que tenía que llamar a Harry para decirle que me encontraba algo mal y que no iría a trabajar, para que pudiera venir a casa a comer. Desenchufé el aparato del cargador y busqué en contactos favoritos "amore mío", le di un suave toque al número, lo puse en altavoz y lo apoye sobre el gris mármol de la cocina. Mientras esperaba a que contestara, me agache para poder desabrocharme los zapatos algo incomodos y lo escuché.

Era su móvil. Podía escuchar nuestra canción como ringtone en el piso de arriba.

I'm not the only oneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora