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Me levanté, cogí la mano de Ángela y me dispuse a ir al cuarto de baño. Noté un pequeño estirón y por mera curiosidad me giré para poder escuchar lo que tenía que decirme.

- ¿Porqué? – esa simple pregunta podría estar relacionada con varias cosas, pero yo sabía exactamente a qué se refería.

- Solo intenté ahogar mis dolores, pero al parecer ellos aprendieron a nadar.

Me encogí de hombros y esta vez la que me estiró para continuar a andar fue ella. Subí las escaleras agarrada de la mano de Ángela y arrastrando los pies cada vez que subía un escalón. Arrastró un taburete por el frío suelo causando un estruendoso ruido que resonó por toda la vivienda. Me sujetó de ambos hombros y me impulsó hacia abajo para que me sentara sobre él.

Con pequeños estirones, deshacía lentamente el pequeño moño. Desapareció del pequeño espacio por unos instantes, y me tendió un vestido cualquiera. Me desnudé y me lo acomodé a mis curvas.

Un desastre. Eso es lo que veía reflejado en el espejo; no me había dado cuenta hasta este momento de cuanto dependía mi vida por una solo persona. No sabía hacer nada si no estaba pensando en Harry, las cosas me salían mejor. No entendía como aún mi cabeza no podía dejar de pensar en él, me ha hecho daño, ha destrozado mi sencilla vida. Y a pesar de todo, no puedo dejar de imaginar los buenos momentos en los que ambos éramos una sola persona, cuando sentíamos lo mismo. Tengo un corazón vacío pero que pesa en mi pecho. Me esfuerzo tanto por luchar contra eso, pero no tiene remedio.

- Sé que es una pregunta algo estúpida, ¿pero que piensas? – oí a lo lejos la voz de Ángela.

- En todo y a la vez en nada. – dije sin ni siquiera parpadear.

Cuando me quise dar cuenta mi pelo ya se encontraba perfectamente peinado y arreglado como lo había dejado esta mañana. Giré sobre mi misma en el taburete y Ángela comenzó a limpiar mi cara poco a poco para después pasar a maquillarme.

Mi rostro era su lienzo, y ella era mi artista. Notaba como pasaba el rojo pinta labios sobre mi superficie y de cómo me hacía señas para que los juntara y los restregara.

- Ya sé que haré. – dije mientras daba los últimos toques sobre mi rostro. – Yo no sé nada y tú tampoco. Hagamos como si no hubiera pasado nada. 

I'm not the only oneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora