Agarre con más fuerza la botella de alcohol malo que se encontraba en mi mano derecha por si Ángela me la intentaba quitar. El viento arrastraba unos mechones sueltos por mis hombros, notaba como mi cara se encontraba tensa a causa de las lágrimas secas que hacia una hora habían bailado libremente por mis pómulos desnudos. Mientras yo avanzaba lentamente, ella retrocedía.
- ¿PERO QUE COÑO HA PASADO? – me grito cada vez más cerca de mí.
- Yo-o, no puedo... - tartamudee empezando nuevamente a llorar. Las saladas gotas bajaban hasta tocar las finas manos de Ángela que estaban apoyadas en mis hinchados y rojos pómulos.
No podía evitarlo, se me era imposible no volver a llorar. Tenía razones suficientes como para hacerlo. Note como sus finos brazos rodeaban mi cintura para que no perdiera el equilibro, mis piernas comenzaban a fallar y mis intenciones eran tirarme al suelo y llorar hasta quedarme dormida. Pero Ángela no pensaba cumplir mi deseado sueño. No dejo que mis rodillas rozaran el suelo y sin decir una palabra más, pasó mi brazo sobre su cuello mientras que el suyo se apoyaba sobre mi cintura y nos dirigió a la puerta principal. Rebusco sus llaves, entre tantas estaban las de mi casa, por si algún día había una emergencia y hoy parecía que había una. Abrió torpemente la puerta y entramos. Recorrimos todo el pasillo en un silencio que no sabría decirte si era incomodo, agradable o sin sentido. Llegamos al destruido salón cuando la chica de mi lado sofoco un ligero grito de sorpresa al verlo. Con mi nublada visión, pude ver la cara de confusión, de rabia, tristeza y nuevamente confusión que mostraban sus facciones. Continuamos hasta la cocina y me sentó en una de las sillas.
Seguía llorando, pero no tanto como yo me esperaba.
- Tata – dijo intentando aparentar firmeza y pasando las dos manos cada una por un lado de mi cara apartando las lágrimas.- ¿qué ha pasado? Y antes de que digas nada, no quiero mentiras, por favor.
Me acerco un vaso de agua que bebí muy lentamente, sorbo tras sorbo para intentar tranquilizarme. Cuando los gimoteos cesaron minutos después, Ángela no paraba de darme caricias en las manos, trasmitiéndome confianza. Estaba lista para contárselo.
Se lo conté todo: mis sospechas, las noches de los jueves, su actitud, su frialdad, los mensajes, mi ataque de ira, la escapada al supermercado a comprar alcohol... Le conté como me sentí al afirmar mis sospechas: destruida, miserable, utilizada...
Sus caricias no cesaron en ningún momento, estaban acompañadas de muecas de rabia y empatía por mi dolor.
- Le confié todo, incluso mi vida. No hay Zoe sin Harry, pero al parecer sí que hay Harry sin Zoe; no quiero creerlo, solo quiero despertar de esta pesadilla y volver a lo que éramos hace unos meses, quiero a mi marido atento y cariñoso, ¿es mucho pedir?
Era consciente de que no me contestaría, ni yo misma podía hacerlo; pero su cara mostraba como abría puerta tras puerta hasta llegar a la más profunda de su pequeña cabeza para contestar aunque fuera algo que aliviara mi dolor, aunque no existiera nada que me pudiera ayudar.
- ¿Quieres que te cuente una historia? No contestes, te la contare de todos modos.- Asentí y deje escapar una risita inevitable. - Cuando teníamos 7 y 10 años y jugábamos a las muñecas, siempre me tocaba a mí recoger todo, una pequeña bombilla ilumino mi cabeza y se me ocurrió un plan para vengarme, y conseguí que te castigaran una tarde. En aquel entonces era una gran cosa, pero me resulto muy gratificante poder ver como de alguna manera pagabas por lo que me hacías hacer. No es lo mismo, ni por asomo. Pero me parece que lo que necesitas es vengarte de alguna manera. – dijo mirándome de reojo con miedo de la reacción que pudiera tener.
- Está bien. – Esa no era yo, la sorpresa era notable en ambos rostros al pronunciar esas palabras.
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I'm not the only one
FanfictionHarry Styles, mi marido. Zoe Scott, yo. Él me amaba. Yo le amaba. Hasta que un día, dejó de hacerlo. Hasta que un día, deje de ser la única.