16. Sin confianza.

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Damon.

Parpadeé unas cuántas veces antes de abrir mis ojos completamente, al momento de hacerlo sólo pude ver una cosa, una maraña de pelo rojo enredado. Sonreí.

Me encanto qué la noche anterior se quedará conmigo, fuimos un rato a la fiesta de disfraces, pero se sentía raro estar ahí después del episodio del baño. El disfraz de ambos era muy difícil de quitar, así qué decidimos solamente quitarnos la parte baja del disfraz, nunca lo había hecho con tanta ropa puesta.

- Ginebra, - sacudí un poco su brazo para qué se despertara, ella soltó un pequeño gemido en respuesta. - vamos, despierta. Se hará tarde, tengo qué llevarte a tu casa, sino tus padres vendrán a buscarte y eso será peor. Vamos, despierta. - le volví a sacudir el brazo, lo único qué hizo fue quejarse y cambiar de posición, ahora quedando con el cuerpo boca abajo y la cabeza volteada en mi dirección, abrió un ojo haciendo qué en su rostro aparecerá una mueca graciosa.

- Pensé qué querías tenerme cerca. - me reprochó en tono somnoliento, solté una risa.

- Quiero tenerte cerca, por eso tienes qué irte ya a menos qué quieras a tus padres aquí, regañandote y cortándome el cuello. - le respondí con una sonrisa en mi cara, soltó un bufido.

- Bien, luego no te quejes cuando no haya sexo. - me amenazó antes de levantarse, mi sonrisa cayó.

- Aunque cinco minutos no le harían mal a nadie. - me disculpé, ella me enseñó su lengua en un gesto infantil qué me hizo reír.

- Prestamé ropa. - me dijo, me levante, caminando hacía el armario, busqué una sudadera gris y unos pantalones cortos de ejercicio azules, se los dí. - Gracias, ahora volteate. - me dijo, puse cara de "estás de broma" ella se encogió de hombros.

- Te he visto desnuda un montón de veces. - le recordé.

- Sí, pero me has visto desnuda antes de tener sexo, esto es diferente. - me dijo. Solté un suspiro, fingiendo irritación.

- Bien. - le respondí, era imposible enojarme con Ginebra.

Salí de mi habitación soltando bufidos por no poder ver a Ginebra desnuda, aunque la vi ayer, bajé las escaleras y miré a todo lados, comprobando qué mamá no estaba cerca para regañarme. Ella sabía qué tenía una relación con Ginebra, pero aún no se hacía a la idea qué había dejado de ser un mujeriego.

Abrí la puerta de mi casa, encaminadome al garaje, abrí la puerta del garaje para sacar a mi hermoso Ferrari, cuando estacioné en la acera frente a mi casa me dí cuenta de algo: en casa de los Black había una moto negra. Fruncí el ceño. Eso es raro, Derek no tiene una moto, menos los gemelos, tal vez Ginebra sabía algo.

La ví acercarse con la ropa qué le presté y con su disfraz en la mano derecha.

- Ginebra, ¿sabes de quién es la moto? - le pregunté, señalando la casa de los Black cuando estaba lo suficientemente cerca.

Ella miró hacía la casa de los Black, vi cómo se movía su garganta al momento en qué pasó saliva, estaba tensa.

- No. - dijo fríamente, fruncí el ceño, este comportamiento era raro, hasta para Ginebra. Le pasaba algo.

- ¿Estás bien? - le pregunté. - Te ves nerviosa. - le dije, entrecerrando los ojos hacía ella. Rió de la manera más fingida qué podía haber.

- Claro qué estoy bien, ¿nos vamos?. - se metió rápidamente al coche, eso sí era raro. Me empecé a preocupar, ella no se comporta tan extraño.

* * *

Llegamos a su vecindario más rápido de lo qué pensé, me estacione unas casas antes de la suya. En todo el camino no dijo una sola palabra, se limito a mirar sus manos qué estaban en sus rodillas, pensando.

Mi Rara y Loca Obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora