☼ Confía en mi

38 10 1
                                    

Un niño de pelo castaño miraba el restaurante que hace poco se inauguró, tenía varios conocidos y amigos que la comida de ese lugar era maravillosa. Se acercó hacia el cristal donde tenían una lista de precio, sonrió en grande cuando tenía el dinero suficiente para un tazón de fideos con verduras.

- ¡Sanha! ¿Por qué te fuiste sin esperarme? Tuve que caminar solo - se quejo su amigo.

- Perdón, Eunwoo... Es que quería venir aquí y temía que cuando llegara ya no hubieran mesas o asientos - hablo un tanto apenado.

El rubio asintió - Te perdono, solo ponte tu abrigo hace mucho frío y puedes enfermarte, eres muy enfermizo - dió leves palmaditas en el hombro del castaño.

- Mañana si te esperaré - dijo.

El omega asintió con una sonrisa y siguió su camino, Sanha vio a su alrededor, la gente usaba abrigos, boinas y bufandas. ¿Enserio hacía mucho frío? El sentía calor, por eso se quitó su abrigo. No le dió tanta importancia y entro al restaurante, era muy bonito, se podría decir hogareño.

Una mesera lo guío hasta una mesa para dos personas que estaba ubicada hasta el fondo. Pidió el tazón de fideos y se quedó a esperar pacientemente, soltó un quejido al sentir una punzada en su estómago.

- Creo que debería de dejar de comer tantas chucherías, mamá tenía razón hizo un mohín.

Pasaron algunos minutos y estaba a punto de probar y disfrutar de esos fideos. Soltó un pequeño chillido cuando metió una porción a su boca.

- ¡Es delicioso! - exclamó pero inmediatamente se calló y pidió disculpas al ver como la gente lo miraba.

Siguió comiendo muy tranquilamente mientras disfrutaba aquella comida deliciosa, con un pañuelo limpiaba el sudor de su frente.

Frunció su ceño cuando sintió una ola de calor y empezar a sentir un aroma, canela y manzana. Miro a su alrededor en busca de la persona de ese olor, sin embargo no tardó mucho en darse cuenta que ese olor provenía de él.

- No, no, no... No puede ser, ¿Por qué aquí? Hace dos semanas cumplí catorce - murmuró empezando a buscar en su mochila algo que lo ayudara, como un supresor, pero recordó que el mismo los había dejado en su casa porque pensó que era un beta.

Sus mejillas se pusieron rojas al sentir un líquido viscoso salir de su entrada, inmediatamente se paró para no manchar la silla, tomó su mochila y corrió a esconderse en el baño. Busco un cubículo vacío y se encerró, de su mochila empezó a buscar papel para tratar de limpiar su uniforme de la parte baja.

- Esto es inútil... - se retorció de dolor al sentir punzadas en su vientre. Su frente estaba sudorosa, tenía mucho calor.

Empezó a desabrochar el suéter de su uniforme junto con la camisa.

- Alfa... - hablo con voz jadeante.

[🧸]

Por otro lado un alfa de veinte años de edad miraba todos los papeles enfrente de él, se debatía si en verdad fue buena idea abrir este restaurante. Gracias a su padre lo pudo poner, creyó que iba ser fácil tener uno pero era todo lo contrario aparte de que todavía le faltaba terminar su carrera.

- Fue muy mala idea esto - murmuró.

Detuvo todos sus movimientos cuando a su nariz llegó un dulce aroma, canela y manzanas. Su lobo empezó a dar brincos de felicidad mientras en su cabeza se repetía una sola frase; "Mi omega"

Casado a los diecisiete 𝘉𝘪𝘯𝘴𝘢𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora