La vida de Luz Noceda, una estudiante de 15 años en la preparatoria Midtown, solía ser simple, centrada en sus estudios, pasatiempos y amistades. Sin embargo, todo cambia drásticamente cuando es mordida por una araña genéticamente modificada, transf...
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Ya era martes por la mañana, y el viento agitaba suavemente la cortina de la ventana de la habitación. A pocos centímetros de la ventana, se encontraba una cama donde Luz Noceda, con su tez morena y su cabello desordenado, dormía plácidamente. Su respiración era profunda y pausada, interrumpida solo por los suaves ronquidos que escapaban de su boca. En el rincón de la habitación, un pequeño rayo de sol se filtraba a través de las cortinas, iluminando su rostro con una cálida luz dorada.
Sin embargo, el silencio de la mañana fue abruptamente interrumpido por la alarma del despertador, que sonaba insistentemente, exigiendo su atención. Luz, todavía sumida en sus sueños, trató de apagar la alarma con un movimiento torpe de la mano, pero sus intentos fueron en vano. Tras varios minutos de lucha, con un suspiro de frustración y un gruñido, finalmente se levantó, desactivando el sonido que la sacaba de su mundo de sueños.
Bostezando, se frotó los párpados con la mano izquierda - Bien... hagamos esto de una vez - Se dijo a sí misma, arrastrando los pies hacia el baño, aún sintiéndose un poco adormilada. La ducha la despertó, y tras unos minutos, salió envuelta en una toalla, con el cabello aún empapado y rebelde, aunque su apariencia no parecía importarle mucho. En un giro despreocupado, eligió una camiseta de manga larga negra y la combinó con una camiseta amarilla que tenía un gran número 4 impreso en azul, flanqueado por llamas que parecían bailar a su alrededor. Completó el atuendo con unos pantalones de mezclilla marrón y unos tenis amarillos, lista para enfrentar el día.
- Ya estoy lista - Anunció mientras se colocaba los lentes, dejando la habitación con un aire de determinación.
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En la cocina, el aroma del desayuno recién hecho llenaba el aire. Camila Noceda, su madre, una mujer de 41 años con un espíritu vibrante, tarareaba alegremente mientras preparaba la comida. El sonido del sartén chisporroteando y el canto de su madre eran música para los oídos de Luz, quien, al entrar, se encontró con una sonrisa familiar.
- Buenos días, mamá - dijo Luz, sentándose junto a ella en la mesa.
- Buenos días, mija. ¿Cómo dormiste? - Preguntó Camila, tomando un sorbo de su café humeante, los ojos brillando con amor y calidez.
- Bien, descansé muy bien... pero el despertador me interrumpió el sueño - Respondió Luz, su tono ligeramente amargo, aunque esa queja se desvaneció al probar el desayuno que su madre había preparado. El sabor del huevo con salchicha era un abrazo cálido para su paladar, y no pudo evitar sonreír, satisfecha.
- Wow, mamá, esto sabe delicioso. Creo que hasta le gana a la vez que Eda hizo su pizza de salami - Exclamó Luz, disfrutando de cada bocado, mientras Camila sonreía con orgullo ante los cumplidos de su hija.
