La vida de Luz Noceda, una estudiante de 15 años en la preparatoria Midtown, solía ser simple, centrada en sus estudios, pasatiempos y amistades. Sin embargo, todo cambia drásticamente cuando es mordida por una araña genéticamente modificada, transf...
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El sonido de la campana escolar resonó por los pasillos y aulas como un antiguo llamado a la aventura, desatando una estampida de estudiantes desordenados que corrían en todas direcciones. En medio de ese caos, Luz, Willow y Gus avanzaban con energía, empujados y esquivando a otros estudiantes con destreza.
Gus iba con los ojos fijos en su teléfono, editando un video con concentrada precisión, apenas esquivando a quienes pasaban a su lado. Willow, por su parte, desenredaba sus auriculares mientras se preparaba para sumergirse en su música, intentando no tropezar con nadie. Luz, que parecía más absorta en su teléfono que en la locura que los rodeaba, enviaba mensajes rápidamente a una pastelería, sus ojos brillando de emoción.
Finalmente, Luz soltó un suspiro de alivio y guardó el teléfono en el bolsillo de su short, aliviada de haber finalizado su encargo.
- ¿Ya encargaste todo? - Preguntó Willow, observándola con una ceja levantada y una sonrisa cómplice.
Luz asintió, su rostro iluminado con una sonrisa entusiasta, como si acabara de orquestar la sorpresa perfecta.
- ¡Sí, todo está listo! Este va a ser el mejor Día de las Madres, lo siento en el alma - Declaró, convencida de que su plan sería un éxito rotundo.
Sin embargo, Willow y Gus intercambiaron una mirada significativa, cargada de esa mezcla de duda y preocupación que sólo los amigos de verdad podían expresar sin palabras. Luz captó esa reacción y frunció el ceño, claramente confundida.
- ¿Qué pasa con esas caras? - Preguntó Luz, desconcertada, su tono medio en broma y medio en serio.
Willow y Gus se miraron nuevamente, incómodos. Ambos se rascaban la nuca, tratando de buscar las palabras adecuadas para no herir los sentimientos de su amiga. Finalmente, Luz los miró con una sonrisa paciente, cruzando los brazos y esperando.
- Vamos, díganme, no puede ser tan terrible - Les instó, poniendo un toque de humor en su voz para suavizar la tensión.
Willow suspiró, pareciendo reunir valor para hablar.
- Luz, no quiero sonar mal, pero... - Comenzó, vacilante, hasta que Gus, sin poder contenerse, terminó la frase por ella.
- Cada vez que te encargas de un pastel, termina en un desastre - Dijo Gus con la sinceridad de quien no tiene filtro.
Luz se quedó boquiabierta ante esa acusación, no enojada, pero sí algo indignada. Levantó una mano dramáticamente y la colocó sobre su pecho, como si la acusación fuera una afrenta directa a su honor.
- ¿Cómo se atreven a decir eso? ¡Nunca he arruinado un pastel! - Exclamó, adoptando una expresión de ofendida dignidad.
Gus y Willow intercambiaron una mirada de complicidad antes de que Gus alzara las cejas, listo para exponer su "evidencia."
