Capítulo 3. Ayla y el sombrero seleccionador

142 4 10
                                    

Avancé con orgullo y dignidad de diosa hacia el sombrero seleccionador mientras Damblimor cantaba la canción de las selecciones, y todos los hombres se me quedaron mirando con deseo, y algunas mujeres me admiraban con honradez y bondad en sus corazones, pero otras me envidiaban y contaban mentiras de mí a mis espaldas. Pero las ignoré, porque era demasiado buena para bajarme a su nivel.

Al llegar, la profesora Macconall me puso el sombrero y me senté con las piernas cerradas y la espalda erguida como toda una dama. A la luz de la luna, mi pelo y mi vestido resplandecían etéreos, como un místico fantasma que hubiese venido a traer la paz en el mundo.

—Hmmm, ya veo... —sonó una voz en mi cabeza.

—¿Qué? ¿Quién me habla en mi mente y me dice cosas en mis pensamientos que nadie más oyen?

—Soy yo, el sombrero seleccionador, fui sacado hace mil años de la espada de Albus Griffindor y desde entonces busco en el corazón de los niños para saber si son inteligentes, valientes, bondadosos o oscuros.

—¡Tú eres el Sombrero Seleccionador! Así seleccionas a la gente, mirando en sus mentes qué les corresponden, y no mandándoles a donde tú quieres —adiviné con astucia—. ¿En qué casa me pasaré mi estudio?

—Hmmm, eres difícil... nunca había visto un corazón tan puro y noble como el tuyo, con un valor más grande que ningún otro griffindor... pero tienes unas buenas notas que te pondrían de primera en Ravenclow... eres más buena amiga que ninguno de Hufflepuff, y tienes un misterio oscuro dentro de ti, que te hace la heredera de Slithering, debo pensar...

—¡Date prisa y piensa pronto!, o los demás creerán que no sabes dónde meterme, por ser menos que ellos por no tener padres, o peor aún, ser una sangre sucia como cualquiera y sin talento, ¡que no es así!

—Pero no puedo, tan solo el poder del amor podría decidir algo tan imposible.

Y entonces, entre la gente vi a Harry, tan alto y su cabello oscuro tan salvaje y varonil al viento, y su cicatriz de rayo tan atractiva, y hasta con la sotana se le veían los músculos, y lo supe.

—¡Griffindor! —grité.

Y todos se sorprendieron, y entonces empezaron a aplaudir, y me senté en la mesa de los griffindors, y el sombrero supo que había tomado la decisión correcta porque el amor era más importante que ser la más lista, o la más mejor amiga, o la más misteriosa y elegante, y de todos modos, podía seguir siéndolo sin ir a esas casas. Después de mí, los demás se fueron seleccionando. Entonces, Harry me habló.

—Me alegro mucho de que hayamos podido entrar en la misma casa. El sombrero me dio elegir entre seleccionar Griffindor u otra cosa —dijo, susurrando y todo misterioso—, pero elegí Griffindor por... razones.

Sentí como mariposas revoloteaban por mi vientre, y estaban muy apretadas porque mi cintura era muy fina y delgada como modelo.

—¿Y qué razones eran? —pregunté, fingiendo que no lo sabía.

—Quería... conocer el nombre de una bella dama a la cual no pude ayudar tanto como se merece —y me besó la mano.

Halagada, le dije que me llamaba Ayla Selene Diana Peverell, pero que mis confianzas me llamaban: Ayla a secas. Pero entonces, Ron le dijo que fuesen a dejar sus cosas a la habitación en la torre del reloj de Griffindor; y allá se fueron los tres. Yo lo dejé ir elegantemente, aunque el metiche acaparador me preocupaba un poco, y me dolió el alma verlo marcharse junto a otra mujer, pero confié en él porque el corazón así me lo dijo; aunque en mi mente, sentí una premonición, como tantas veces que me había pasado desde niña, y que luego se habían hecho reales. Una premonición... de muerte.

(A/n): ¡Ya se prendióóó~! ¡Ya vino su Diana favorita a despedir el capítulo tres!, muah besi besitos, ahora sí me dirán si les gusta que empiesa lo bueno. AdrianFernandez777, gracias por tu comentario, pero no hace falta revisar NADA, créanme, llevo AÑOS escribiendo, y soy la mejor de mi grado, y sé lo que hago: los escritores escriben, los que dudan revisan ;). Por favor, comenten más cosas buenas de la historia y intenten predecir qué pasará, no malas vibras, ¡adiós~!

Fin del capítulo tres.

La novia mágicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora