────forty-one,

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41, THE EYRIE !

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EL VIENTO CÁLIDO golpeaba su rostro, las alas del dragón verde se desplegaron en una última sacudida antes de aterrizar, Jacaerys bajó de la montura y observó el castillo frente a ellos, antes de decir algo se giró para tomar a su esposa de la cintura y ayudarla a bajar. La rubia gimió de dolor y su cuerpo se inclinó ligeramente hacía adelante, colocando una mano sobre su estómago. Una oleada de pavor invadió al castaño, quien se apresuró a sostenerla con más firmeza y cuidado.

──Nira...──susurró, pero solo obtuvo como respuesta una negación de parte de la chica, ella respiró hondo y se preparó para evadir el insoportable sentimiento que se posaba en su vientre, el dolor seguía allí pero era mínimo, la princesa rebelde sentía esa reacción física de su cuerpo como un recordatorio punzante de su pérdida. Como si le restregaran la tragedia contra sus narices.

──Estoy bien, solo...mareos ──dice, ingeniando una excusa de último minuto. 

Jacaerys quiso preguntar, las palabras colgaban de la punta de su lengua pero supo que nada abandonaría la boca de su esposa, sus labios estaban sellados. Deianira no estaba lista y, si era completamente honesta, dudaba algún día llegar a estarlo. No quería seguir pensando en ello pero era difícil cuando cada calambre la hacía consciente de lo sucedido.

El heredero al trono asintió, no muy convencido, alzó la cabeza y murmuró unas palabras en alto valyrio a Vermax, indicándole que no debía moverse del lugar sin antes recibir su orden. Entonces las puertas del lugar se abrieron, encontrandolos a medio camino, una mujer con un vestido de terciopelo azul avanzó hacía ellos con una mirada firme y un andar sin titubear. De su cintura colgaba un cinto y una espada que relucía tan brillante como la luz de la luna llena. Parecía mayor, al menos, mayor que ellos. Su cabello castaño caía sobre su espalda en una cascada perfectamente ordenada, su mera presencia le generó ansiedad al castaño, quien mantuvo en mente la urgencia de las alianzas que debía conseguir lo más pronto posible para asegurar el reclamo de su madre.

──Lady Jeyne...──anunció, manteniendo una postura formal y respetuosa, intentando generar una buena impresión. Los ojos de la mujer se balancearon de él a Deianira, quien estaba pálida y callada, aferrándose a su brazo como si buscara calor o un pilar ──. Mi nombre es Jacaerys Velaryon, heredero de la reina Rhaenyra, la legítima sucesora del rey Viserys. Ella es mi esposa, Deianira.

La mayor asintió perezosamente pero, antes de que Jacaerys pudiera seguir hablando, cortó sus palabras.

──Sé lo que has venido a buscar, joven príncipe ──dice lady Arryn, su tono era cálido pero con una severidad afilada detrás, como si estuviera hablando con un lobo escondido bajo la piel de una oveja. Jacaerys llenó su pecho de aire, incapaz de apartar la vista de aquella mujer y con los nervios corriendo dentro de sus venas ──. El apoyo de mi casa estará con la causa de su madre, sangre de mi sangre, sin embargo, necesito algo a cambio. Una garantía, en caso de que la guerra se desate y la muerte cubra nuestros lazos de alianza.

𝐇𝐀𝐓𝐄 𝐌𝐄 ! Jacaerys VelaryonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora