08𝄅 Mi esposa

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Reclamándome suya.

― ¿Qué creés que estás haciendo? ―Le pregunto a Isaac, cubriéndome con una toalla rápidamente alrededor de mi cuerpo.

Entro a la habitación, justo cuando venia saliendo del baño, con la toalla a medias.

― No tenemos tiempo.

Da largos pasos a mí y me agarra de el brazo izquierdo, para jalarme fuera de la habitación.

¿Qué mierda?

― ¡¡Isaac!!

Lo reprendo, agarrando la toalla, como si de eso dependiera mi vida, mientras el, me agarra con fuerza, obligándome a caminar.

Mal dia, para decidir bañarme.

Salimos por la parte de atrás de la casa y me obliga a subirme a una moto con el.

¿Es enserio, justo ahora decide andar en moto?

― ¡Isaac no ves que voy casi des...

El sonido del motor de la moto me interrumpe y sin poder seguir diciendo nada, intento como puedo, apretarme bien la toalla (creo) porque el muy hijo de puta arranco sin darme tiempo, y soy obligada agarrarlo fuerte de la cintura, debido a la alta velocidad.

― ¡Vas a hacer que nos matemos!

Le grito, debido al fuerte viento. Que encima, está destrozando mi pelo.

El dice algo que no logro escuchar y cruza a un callejón.

Ahí, detiene la moto y me obliga a bajar.

Me agarra otra vez del brazo fuertemente, para obligarme a caminar de su lado, a paso apresurado.

Al final del callejón, veo una camioneta negra. Isaac abre las puertas, dandome ordenes de subir.

Al menos.

Sale del callejón como cohete, y por el espejo retrovisor, intento acomodarme el pelo, peinandome con los dedos, hasta dejarlo, algo en orden.

Porque estaba bien desordenado.

― Tendremos un viaje largo.

Emite sin dejar de ver al frente.

― ¿Hay problemas?

Este asiente, aún sin verme.

― ¿Y los demas?

Pregunto refiriéndome a su hermana, a la niña y a...

― Estan a salvo.

Asiento sin entender mucho y el dobla en una calle, parando la camioneta y sin decirme nada, se baja, cerrando todo.

Tampoco es como si tuviera ganas de escapar en está situación, o bueno en ninguna situación.

Sigo sintiéndome mejor aquí encerrada, a ser libre y cautiva a la vez, haciendo cosas que no quiero hacer.

¿Tan enferma estoy? No lo se, ¿Necesito ayuda? Quizas.

Alguna vez lei sobre el sindrome de Estocolmo, que es donde las victimas se enamoran, de su secuestrador, pero no creo que eso pase en mi caso, ¿No? Ese hombre me gusto, desde el primer dia que lo vi, en ese baño, y con ese beso que nos dimos.... ¡Joder! Además, yo no estoy enamorada, lo mios es atracción, así que definitivamente, no es mi caso.

Así que, tan enferma, no estoy.

¿Despreocupada? No.

Pasan algunos segundos, hasta que la puerta se vuelve abrir.

Isaac  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora