Mi vida antes, a pesar de no ser linda ni encantadora, era tranquila.... Cosa que mis padres acabaron, al comprometerme con un chico, solo por obtener más de lo que ya tienen.
No tengo tranquilidad, con el idiota de mi novio, respirandome en un lado...
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Más que una boda, un entierro.
― ¿Qué te parece este? ―pregunta Malia, la hermana de Matt, señalándome un vestido de boda, que si no fuera porque mi boda sera más que todo un entierro, sin duda alguna, lo eligiera, porque es hermoso.
― No.
Respondo, pasando otra pagina del catálogo y escucho el resoplar de mi novio.
― ¡Solo elige uno y ya, mierda! ¡No tengo toda la puta mañana! ―suelta Matt, con el enojo notable y yo solo sonrío, contando los numeros, para no hacer una pelea, ya que estamos en un centro comercial y encima está la familia completa.
Hoy Monica, junto a Malia, me sacaron para el centro comercial, a elegir mi "Vestido de boda" ya que, dentro de dos meses, me caso.
Qué bonita la vida, ¿No?
― El problema está en el color.
Les digo, dejando el catalogo arriba de la mesa.
― ¿En el color?
Pregunta mi suegra, confundida.
― Si, quiero que mi vestido sea negro.
― ¡¿Negro?!
Inquiere mi suegra, estupefacta.
― Si suegrita, negro.
Le respondo, sonriendole amablemente.
― ¿Entonces cambiamos los catalogos, a uno que tenga modelos de ese color? ―pregunta la hermana, acomodando sus gafas y yo asiento.
En su cara veo disgusto, pero me da igual. ES. MI. PUTA. BODA. Y si me quiero casar de negro, de negro sera.
Mientras mi novio le habla a mi suegra, sobre su "Smoking" yo me coloco a repasar la vista por el lugar, hasta que noto....
A el mismo hombre de ayer, saliendo del centro comercial y...
― Los espero en el auto.
Suelto sin esperar respuesta y a paso apresurado, salgo y lo veo, recostado en una camioneta negra, con la mirada fija en su teléfono y me acerco.
Lo bueno es que la camioneta, está al lado del auto de Matt.
― Qué pequeño es el mundo, ¿No?
Suelto, posandome frente a el y el, quita la vista de su celular, posándola en mí, con expresión confundida, pero luego la relaja.
Me reconoció.
― Para mi desgracia, lo es.
― ¿Desgracia?
Pregunto, soltando una risa irónica.
El iba a responder, pero llega alguien, interrumpiéndolo.
