Chapter Eighteen

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Anabelle.

Han pasado dos días, Zac ha mejorado demasiado rápido. Quizás se deba  a la evolución de un vampiro, que sus heridas sanan más rápido que un humano. Esas cosas en TVD y en YouTube no se explican, debería existir un “10 cosas que no sabes de los vampiros”. Patrick y yo hemos creado un plan para acabar con la manada de Keith, ha sido complicado tener que drenarme sangre yo sola para tener completado el plan.

Siento que ya no soy la misma de antes, mi reflejo en el espejo ha cambiado. Mis ojos ya no brillan inocencia, ahora solo quieren venganza.

—El espejo no miente Anabelle, ya no somos la misma. —Me susurró mientras pinto mis labios de rojo y sonrió cínicamente.

Julien me había avisado que hoy teníamos que ir a la mansión de la dueña y señora Lilith. La cual iba a celebrar una cena benéfica con unos invitados especiales. Nadie ha querido hablarme de quienes se tratan, pero estoy preparada para lo que se viene.

Me peino mi cabellera negra, el vestido negro que me regalaron mis tías me queda perfecto para la ocasión. Es largo, apretado en la parte de arriba pero ancho en la parte de abajo. La espalda se encuentra descubierta, y la manera en que se encuentra apretado el vestido hace que mis atributos se resalten más. Sonrío satisfecha, está noche tiene que ser perfecta y me vengaré de todos aquellos que me están haciendo daño.

Desde mi espejo se ve el reflejo de mi nueva pintura. Desde anoche no logro sacarme de mi cabeza la imagen de la bestia. Algo dentro de mí me dice que ya conozco a esa persona que tanto quiere acabar conmigo.

Intento no dar más vuelta al asunto, delineo mis ojos y listo. Busco la daga que me dio Patrick y la guardo en un elástico que tengo en mi pierna. La sangre que me había sacado ya Patrick la tiene consigo, es que si me ven a mí con eso van a sospechar muchísimo.

—Señorita Anabelle, ¿ya está lista?— Gritan desde el otro lado de la puerta, sé que se trata de los guardaespaldas, los cuales tengo que evitar en la cena.

—Un momento.

Acomodo el vestido para que no se note la daga. Miro los últimos detalles y abro mi puerta. Los dos hombres se inclinan y me guían hasta la salida, donde me está esperando mi abuelo.

(…)

Llegamos a la cena, me bajo del carro junto a Julien, los otros integrantes de mi dinastía se bajan al unísono. Los lacayos de Lilith no esperan afuera y nos guían hasta la sala de las fiestas. Todo el lugar está lleno de vampiros, de distintas nacionalidades y de épocas diferentes, parece tan increíble. El clan Ven Veldeke nos sigue detrás. Mis niveles de nervios han aumentado, y aunque por fuera parezca que soy muy segura por dentro soy una gelatina derretida.

—Con ustedes, la dinastía Saltzman…

Nos presentan en el conglomerado de seres místicos chupasangres y enseguida comienzan aplaudir. Julien toma mi mano y nos adelantamos para bajar de primeros y que todos conozcan a la nueva integrante Saltzman.

Al llegar al salón, varios vampiros nos saludan y comienzan hablar con mi abuelo. Yo decido alejarme y buscar a Patrick con la mirada. Algo no me huele bien, hay demasiados vampiros en este lugar y algunos que no conocí la vez pasada.

— ¿Eres Anabelle?

Me giro lentamente para ver quien me busca, se trata de un señor alto canoso, su piel no es tan pálida como la de los vampiros. Sus ojos son de color azul. ¿Quién es este hombre?

—No eres un vampiro ¿Quién eres?

—Respóndeme primero eres Anabelle.

—Sí la misma. —Me cruzo los brazos y observo sigilosamente a todos, ¿Se tratará de una cámara oculta? —En mis clases de vampiros, tú no cumples los requisitos ¿Quién eres realmente?

Memorias SangrientasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora