Chapter Fourteen.

4.1K 230 49
                                    


Anabelle.

Mi mente está un poco desconectada. El señor que está parado al frente de mí es bastante alto, pálido, su pelo es castaño oscuro y sus ojos son de un color rojo intenso. Tiene una sonrisa bastante pícara, pero en su mirada se le ve la añoranza de ver algo que ansiaba.

Sé que se trata de Julien, mi bisabuelo vampiro. Tiene los mismos rasgos que mi abuela, la nariz perfilada, los ojos grandes y el rasgo característico de los Saltzman “la melena de color castaño oscuro”. Su vestimenta es un traje de color rojo oscuro y con una insignia en los botones “el nudo de brujas”.

—Eres muy preciosa, cuando pequeña eres muy rebelde, por eso tu abuela te decía mariposa rebelde.

— ¿Me conoces de pequeña? ¿Ósea no perdiste el contacto con Elizabeth?

Julien me hace una señal de silencio. Asiento lentamente y mi corazón comienza a latir cada vez más fuerte. ¡Por que siguen saliendo más mentiras y mentiras!

—Tenemos mucho de qué hablar, pero primero me harías el honor de bailar conmigo esta primera pieza… pequeña.

Julien me brinda su mano, la música comienza a sonar y las parejas se posicionan en el medio del salón. Le brindo mi mano y empezamos a caminar hasta el centro.

Debo decir que soy el centro de atención, todos me miran fijamente y quizás hasta me juzgan por ser una media humana. El baile es bastante similar a los que mis abuelos bailaban e intentaban enseñarme, claro que nunca me hubiese imaginado de su historia de amor tan épica.

Me agacho en forma de reverencia al igual que Julien y rápidamente me incorporo. Levanto mi mano izquierda para unirla con la otra mano de mi compañero, doy una vuelta mirándonos a los ojos.

—Bailas bien.

—Aprendí de los mejores—Hago una pausa— Lo aprendí de mis abuelos.

Julien sonríe orgulloso. Seguimos bailando al son de la música, me dejo llevar y por un momento olvido todos mis problemas. La música termina y todos se despiden de sus parejas de baile.

Me alejo de la pista de baile, intento ver que bocadillos hay en la mesa pero nada logra satisfacer mi ansiedad. Un plato de papas fritas aparece en mi campo y enseguida en mi rostro aparece una sonrisa.

— ¿Estas hambrienta? Te traje este plato de papas para ti.

—Dios Patrick, eres mi comodín de la suerte. —Agarro el plato y decido saborear el increíble manjar. — ¿Te lo estás pasando bien?

—Ahora ya estoy mejor, porque estoy hablando contigo.

Intento no ponerme roja. Patrick se ve sumamente guapo con el traje blanco y su pelo rubio alborotado que lo hace lucir el típico chico malo, nada que ver con él. En su bolsillo de la camisa tiene una rosa roja, la cual no duda en dármela y decirme que soy la chica más hermosa del local.

—Ya veo que conociste a Julien, solo te digo que tengas mucho cuidado con él. Elizabeth siempre desconfiaba mucho de su familia.

Su comentario me hace dudar de todo, muevo mis pies nerviosa y pongo el plato en la mesa. Comienzo a mirar a todos los integrantes de la fiesta, todos son tan distintos y tienen un aura misteriosa que me hace dudar hasta de mi propia sombra. Cualquiera en esta fiesta puede ser la maldita bestia que me está persiguiendo.

—Patrick, gracias por tus consejos pero ahora mismo tengo que confiar en ellos, quiera o no son mi familias.

Estas últimas palabras las digo mirando fijamente a Julien y su clan. Este no duda en mirarme y alzar su copa llena de sangre, para sonreírme.

Memorias SangrientasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora