Chapter Nineteen

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Anabelle

Tiempo después “exactamente 1 año y medio”

Me masajeo nerviosa los brazos, soy un bicho raro en este pueblo. Soy el experimento social de todos y principalmente de Lara. Estoy por pensar que realmente estoy loca y toda esta historia de ficción me la cree como un mecanismo defensivo a partir de mi secuestro.

— ¿Qué diferencia tiene la Anabelle de tus pensamientos a la que estoy viendo?

Todo. Ella y yo no compartimos la misma personalidad.

—La Anabelle de la cual te estoy hablando es fría, calculadora, vengativa y por supuesto nada amistosa. Todo lo hace con un propósito.

— ¿Cuál es?

En mi garganta se crea un nudo. Aún no tengo las suficientes respuestas a las preguntas que hacen.

—No lo sé. ¿Crees que estoy loca?

—Belly, te voy a citar la frase del sombrerero loco en la película de Alicia en el país de las Maravillas “Creo que sí, que has perdido la cabeza, estas completamente loca. Pero te diré un secreto: las mejores personas lo están” —Hace una pausa, cierra su libro y me mira fijamente— Te acuerdas que fue lo que paso exactamente con Zac esa noche.

Aunque suene creepy, aterrador y algo fuera de lugar creo que sí tuve sexo con un vampiro. Los recuerdos son tan borrosos y no se encuentran tan claros como lo parecen, pero sé que no fue una experiencia tan traumática como Bella en Crepúsculo, sino algo que marco mi vida de una forma drástica.

—Creo que me acosté con él.

— ¿Crees o estas segura?

Suspiro con cansancio, miro el reloj de la pared y solo faltan segundos para que se acabe la terapia.

—No pasó nada, enseguida tocaron a la puerta y él tuvo que irse por la ventana. —Hago una pausa para mirar el reloj de la pared— ¿Ya se acabó la terapia? Estoy cansada y quiero irme a casa.

Lara sonríe con incomodidad. Sé que ella quería saber más sobre lo que me sucedió en esos dos años. Me levanto de mi silla, recojo mis pertenencias y me despido de ella, sin antes decirme que nos vemos en la próxima cita.

Salgo para la calle, mi madre ya me espera en su auto con una gran sonrisa en su rostro. Le doy un abrazo enorme, le digo que estoy muy cansada y que quiero irme a casa a descansar.

En cuanto me acuesto en mi cama, los recuerdos de esa noche inundaron mi cuarto. Esa noche fue especial, porque me entregue a él, aunque después pague las consecuencias. 

Actualidad.

Zac me deposita en la cama de un tirón. Rápidamente se quita su camisa y vuelve a colocarse encima de mí para besarme nuevamente con ese mismo deseo y tensión que llevábamos tiempo experimentando.

En un intento por recuperar el oxígeno, me quito lo poco que queda de mi vestido para quedarme en mi ropa interior desgastada. Zac me vacila de abajo hacia arriba y se moja sus labios en un intento por parecer sexy.

— ¿Qué miras tanto? —pregunto rápido al ver que no quita sus ojos de mi pálido y debilucho cuerpo.

—Eres una maldita diosa Anabelle, no aguanto las ganas de hacerte mía.

Una sonrisa sale de mi rostro. Le hago señas para que se acueste en la cama, me toca ahora a mí tomar el control de la situación. Me coloco encima de él y con mis hormonas fuera de control, comienzo a besarle el cuello mientras que él me aprieta las nalgas.

Memorias SangrientasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora