- ¿Oye que tarde se ha hecho no?-. - Comentó Álvaro. Estábamos en casa de Bea todavía, llevábamos toda la tarde tirados en el sofá hablando.
- Ya, ¿quieres ir yendo para casa?-. Le pregunté.
- Quedaros a dormir si queréis, que aunque estéis cerca me da miedo que salgáis de noche.
- Vale-. Él y yo nos miramos.
- Lo único que solo tengo un sofá cama, entonces o dormís juntos o Álvaro duerme conmigo.
- Vamos montando la cama y ya veremos.- ¿Qué pasa qué te da cosa dormir conmigo?-. Le respondí de broma.
- Es que roncas-. Confesó-. Pero vamos que si quieres te hago la cucharita, que el otro dia te quedaste con ganas creo.
- ¿Cómo?-. Soltó Bea, que no entendía nada.
- Nada, cosas nuestras-. Dijo Álvaro.
- Anda os dejo que voy a cambiarme.
- ¿De verdad ronco?-. Le pregunté unos minutos después cuándo Bea ya estaba en su habitación.
- Como una ballena.
- Oye que tampoco hacía falta ofender eh.- Le tiré un cojín.
- Ya empezamos Paul Thin.
- No me apetece mucho ahora la verdad.
- A vale pensaba.
- ¿Qué lado quieres?-. Me preguntó.
- ¿Entonces dormimos juntos?.
- De momento me quedo contigo, pero estás avisado de que en cualquier momento me puedo ir.
- Vaya.
- Que no, que es broma-. Nos miramos-. ¿En algún momento me tendré que acostumbrar no?.
- Supongo.- Sonreí nervioso.
- ¿Crees que Bea te estará esperando?
- Qué va, si se ha ido para dejarnos a solas a posta.
- Anda que entre Martin y Bea
- ¿Él también sabe todo no?
- Lo de esta tarde no, pero ya se lo diré mañana.
- Va a flipar yo creo.
- Seguro, sí le conté que estabas en mi casa y para él era como si nos hubiéramos casado-. Los dos nos reímos.
- Anda vamos a dormir.
Nos metimos en la cama y ya no hablamos más, de hecho ni siquiera nos miramos. Era raro estar con él en esta situación, pero me gustaba y sabía que poco a poco esto avanzaría.
…
No sabía qué hora era, pero sí que era de noche aún. También sabía que Álvaro aún seguía aquí, y lo sabía principalmente porque su brazo estaba apoyado en mi espalda. Yo me encontraba boca abajo, y supuse que él también. Puede que lo haya hecho a posta o sin ser consciente, pero creo que ambos estábamos cómodos.
A la mañana siguiente me desperté solo, pero escuché que Álvaro y Bea estaban juntos en la cocina. Busqué mis gafas, me levanté y me dirigí hacia la cocina. Cuando entré, Bea estaba sentada con una taza en la mano que supuse que tendría café y Álvaro estaba en la silla de enfrente tapado con una manta que le rodeaba el cuerpo.
- Buenos días.- Les dije al entrar.
- Hola.- Respondió Bea amablemente.
- Buenos días.- Dijo Álvaro un poco afónico.
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La melodía de las amapolas
RomanceÁlvaro Mayo - Un chico bastante simple, el típico popular que todos conocen pero que apenas tiene amigos. Estudia derecho y su mayor hobbie es leer. En muy pocas ocasiones escucha música, por lo que no conoce casi nada de la industria musical y nunc...