"no te vayas Paul" - Paul

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Abrí los ojos lentamente al notar un rayo de sol colarse por la ventana, al parecer la persiana no estaba bajada del todo, cosa que a mi me encanta, pero que Álvaro odia. Era casi la hora a la que me solía despertar de normal, hice ademán de levantarme, pero algo me lo impedía. Era Álvaro, que estaba enfrente mía y me atrapaba al estar abrazado a mi cintura. Iba sin camiseta y tapado por el edredón hasta la cintura, puse mi mano en su pelo para acariciarlo, sus rizos eran mi cosa favorita junto a su sonrisa. Al poco rato escuché un leve gruñido, algo que había aprendido durmiendo con él es que odia que le despierten, por eso, cuando tengo la oportunidad, lo intento hacer de forma delicada.

- Buenos días Polito-. Me dijo con voz ronca, todavía tenía los ojos algo cerrados. Yo no pude evitar una sonrisita.

Baje el brazo a su espalda y lo acerqué a mi, hasta apoyar mi cabeza en su pecho.

- ¿Oye no te apetece quedarte aquí toda la mañana?, hay más días para ir a clase-. Me dijo Álvaro poniendo cara de pena.
- Alvaro.
¿Qué? Solo es una propuesta.
- Anda voy a vestirme-. En el intento de separarme, noté como Álvaro se pegó más a mí, evitando que me moviera.
- No te vayas Paul-. Auch, ese “no te vayas Paul” fue la excusa perfecta para quedarme, pero no en la cama, sino en Barcelona.

No podía romper este momento simplemente levantándome de la cama, por lo que se me ocurrió hacerle cosquillas en la nuca, ya que no las soportaba y a mi me hacía mucha gracia.

- PAUL-. Se separó de mí, ahora era él el que intentaba huir.

Empecé a hacerle cosquillas por todo el cuerpo y él solo se retorcía y soltaba carcajadas, cuando veo que casi se cae de la cama decido parar y llevarme, si no me vestía ya no llegaba.

- Venga levántate ya.
- No puedo, me duele la tripa de reirme-. Puse los ojos en blanco-. Es que alguien me acaba de torturar hasta casi caerme de la cama.

Solté una carcajada mientras Álvaro seguía tirado en la cama estirándose. Por fín ví que se levantaba, cuando pasó por mi lado me hincó los dedos justo debajo de las costillas, porque sabe que me fastidia, y se fue al baño. Cuando salió, aseado pero con el pantalón de pijama aún puesto, entré yo a hacer lo mismo. Volví a la habitación y aún seguía igual.

- ¿Por qué no te vistes? ¿Estabas esperando a hacerlo delante mía o qué?-. Le miré vacilón y se puso rojo.
- PAUL-. No pude evitar reírme de su expresión-. Es que no se que ponerme.
- ¿Te ayudo a elegir?-. Me acerqué a él.
- Tampoco hay mucho, está casi todo en la lavadora.
- Pues coge algo mío, seguro que te queda bien.
- ¿En serio?.
- Claro, ¿qué necesitas?-. Abrí mi armario.
- Con una camiseta y una sudadera apaño, pantalón ya tengo.
- Pruébate esta-. Le ofrecí una camiseta negra con unos esqueletos, se la puso y le quedaba un poco corta, pero le gustaba como le quedaba, entonces se la dejé.
- Esta yo creo que no te irá corta-. Esta vez le ofrecí una sudadera, también negra pero con letras amarillas, la cual le quedaba perfecta.
- ¿Cómo lo ves?-. Se estaba mirando en un pequeño espejo que hay pegado al armario, yo estaba detrás.
- Perfecto, como siempre-. Me puse detrás suya.
- Salte anda que me tengo que cambiar el pantalón.
- Solo si me das un beso-. Apoyé la cabeza en su hombro en un intento de dar pena.

Soltó una pequeña carcajada y se giró, apoyó las manos en mi cintura y me acercó levemente a él, nuestras caras estaban a muy pocos centímetros en ese momento.

- Siempre te sales con la tuya Paul Thin-. Al final rompió con aquella distancia y me besó-. ¿Contento?.
- Supongo-. Le vacilé y salí de la habitación.

Cuando ya me despido de Álvaro, voy a la puerta de clase, donde Martin me espera apoyando en la pared con los cascos puestos.

- Buenas-. Le saludo, pero noto que no me escucha y decido tocarle el hombro-. ¿Martin?.

Dió un brinco y se puso la mano en el corazón, yo me reí ante su reacción.

- Ay Paul que susto-. Solté una carcajada y este se bajo los cascos al cuello para después acercarse a mí y abrazarme-. Anda vamos-. Entramos a clase y nos sentamos al fondo.
- ¿Qué tal con Álvaro?-. Me preguntó mientras guardaba los cascos en la mochila.
- Aún no se lo he dicho, ni lo voy a hacer.
- ¿Y cuándo te vayas que vas a hacer? ¿Dejarlo?.
- No me voy a ir.
- Paul es tu sueño, seguro que lo entiende, además que son tres meses, no un año.
- Ya Martin, pero Álvaro y yo llevamos super poco juntos, y de repente pasar de vernos cada día a separarnos tres meses puede afectar.
- Podéis seguir hablando, incluso veros alguna vez, yo iré a verte.
- Pero no puedo dejar a Álvaro solo aquí, me necesita, y yo a él-. Hice una breve pausa-. Además que me da miedo irme solo y perder todo esto.
- No vas a perder nada Paul-. Me puso una mano en el hombro-. Vas a ganar de hecho.
- Ya lo pensaré.
- Piénsatelo, pero aunque al final decidas que no, hablalo con Álvaro lo antes posible, porque creo que está empezando a sospechar.
- ¿Tú crees?
- Anoche habló con Juanjo para preguntarle si sabía lo que te pasaba, porque te notó raro-. Me confesó.
- Mierda-. Me eché una mano al pelo-. Ayer intentó hablar conmigo varias veces, porque sabía que me pasaba algo, pero no quise hablar con él.
- Pues hazlo hoy mismo, si se lo explicas con calma lo entenderá, seguro.

Ya me callé, no quería seguir con él tema en este momento, aunque era verdad que tenía que hablar con Álvaro lo antes posible, sobre todo si sospecha. Estaba muy nervioso, pero sobre todo asustado, no estaba ni seguro de que me fueran a salir las palabras con Álvaro.

La melodía de las amapolasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora