tres.

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juan.

durante la noche del viernes, esteban y francisco se acercan a su habitación. los sábados generalmente filman más tarde en la mañana, por lo que suelen usar la noche anterior para juntarse a conversar y comer algo en alguna de las habitaciones.

—felipe y santiago ya están viniendo.—comenta esteban mientras se sienta sobre la cama vacía de blas.

el pelinegro se encuentra aún en la bañera, dándose un caliente baño nocturno. el agua caliente relaja sus cuerpos cansados y sus cabezas llenas de pensamientos intrusivos.

él también estaría junto al otro, si no fuera por sus amigos apegados a ellos. cuando estaba apunto de desnudarse para entrar a la bañera, una llamada entrante de esteban lo interrumpió.

—¡llegamos!—grita felipe cuando abre la puerta de la habitación. él y santiago tienen sus manos llenas con botellas de cerveza y unos paquetes de papas fritas.

—¡yo quiero!—francisco se acerca a ellos para arrebatarles uno de los paquetes.

[...]

cuando blas finalmente sale del baño, ya se encuentra completamente vestido. su cabello mojado humedece la parte superior de su remera de dormir.

puede ver algunas gotas de agua caer por su largo cuello y clavículas expuestas.

—¿de qué hablan?—pregunta con una sonrisa. toma la botella de cerveza que felipe le ofrece cuando pasa junto a él.

—mañana a la tarde vamos a salir a recorrer la ciudad.—cuenta francisco. su boca llena de papas fritas.—y después nos vamos a cenar algo por ahí.

—me gusta la idea.

el pelinegro camina hacia ellos, sentándose junto a él sobre la cama. abre la botella con el destapador y le da un largo trago a la cerveza.

puede ver como su manzana de adán se mueve cuando traga el líquido agrio. el movimiento es casi hipnotizante para él.

—no tengo ganas de levantarme temprano mañana.—se queja felipe.

cuando los demás se distraen conversando entre ellos, el pelinegro se acerca más a él. lo mira con curiosidad, encontrándose con los ojos oscuros del otro.

—¿estás bien?—le pregunta con una sonrisa corta.

—si.—responde rápidamente.—todavía no tengo sueño. raro.

blas se ríe levemente, acercándose aún más a él antes de finalmente rodearlo con uno de sus brazos. siente el agarre flojo en su cintura.

el pelinegro se une a la conversión de los demás luego de aquel repentino movimiento. bebe su cerveza mientras conversa y ríe.

el brazo alrededor de su cuerpo nunca se aleja. en ningún momento.

—yo estaba pensando en ir a visitar un zoológico.—comenta santiago distraídamente.

—¡yo te acompaño!—grita felipe. los demás se ríen, divertidos de que el castaño grite incluso cuando el rubio está junto a él.

y en algún momento de la noche, termina casi sentado sobre el regazo del pelinegro.

el brazo largo de blas todavía rodea su cuerpo, apretando su cintura en un agarre fuerte. su pierna derecha está sobre el muslo izquierdo del pelinegro.

ninguno de los otros en la habitación parece prestar suficiente atención a como están sentados. a la cercanía entre ambos.

—me duele la espalda ya.—se queja esteban. una de sus manos acaricia su propia espalda suavemente.

—eso es porqué ya estás hecho todo un abuelo.—se burla felipe.

—no es por eso, tonto.—esteban intenta golpear juguetonamente al otro.—es porqué no tengo donde apoyar la espalda.

—entonces apoyate contra el respaldar de la cama.—dice el pelinegro. su mirada se posa sobre él antes de continuar hablando.—¿a vos también te duele la espalda, juani?

un poquito.

antes de que pueda incluso decir o hacer algo más, el otro usa el agarre que mantiene en su cintura para subirlo completamente a su regazo. su cuerpo es rodeado por ambos brazos ajenos, acercando su espalda al pecho detrás de él.

sus amigos los miran, sonrisas en sus rostros relajados. ninguno parece realmente sorprendido por el movimiento del pelinegro.

—¿qué lugares tienen planeado recorrer mañana?—pregunta casualmente blas. su pecho vibra ante su voz, provocándole un cosquilleo en su abdomen bajo.

y con el pasar de los minutos, comienza a relajarse nuevamente. se permite apoyarse enteramente sobre el otro, sintiéndose cómodo.

disfruta mucho el momento.

disimular ; juan x blas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora