once.

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juan.

—¿estás hablando en serio, blas?—pregunta mientras mira como el otro toma su celular y su tarjeta de ingreso a la habitación de la mesa de luz.—estás siendo muy infantil. de verdad.

—¿yo soy el infantil?—se ríe sin gracia el pelinegro. guarda sus pertenencias dentro de su pequeña mochila bajo su atenta mirada.—sos vos el que se enoja conmigo por cosas que vos después también haces.

—yo no me enoje.—aclara rápidamente. da unos pasos vacilantes, acercándose al otro.—solo te dije que no me gusta como santiago te toca a veces. nada más.

—y te enojaste cuando viste que me vino a hablar hoy en la cena.

el pelinegro camina hacia su lado del placard, sacando una muda de ropa limpia. la guarda bruscamente dentro de su mochila.

—no me enoje por eso.—deja salir un suspiro pesado antes de volver a hablar.—me enoje porqué no hiciste nada para alejarlo de vos cuando se sentó casi arriba tuyo.

el otro no responde, muy ocupado en guardar otras cosas dentro de su mochila. eso lo enoja aún más, es él quien debe estar enojado... no blas.

—pero bueno, supongo que pedirte que me entiendas es mucho para vos.

blas detiene cualquier movimiento ante sus palabras. lo mira fijamente desde su lugar, viéndose totalmente serio.

lo ve tirar con fuerza su mochila sobre su propia cama antes de caminar hacia él. no se detiene hasta que están frente a frente.

—vos sos el menos indicado para decir eso.

aquellas palabras susurradas en su rostro le causan un escalofrío, pero se niega a dejarse intimidar por el pelinegro.

los ojos oscuros del otro lo miran sin pestañear. puede notar su mandíbula fuertemente apretada y su respiración dura.

—¿qué querés decir?—pregunta con el ceño fruncido. cruza sus brazos sobre su pecho mientras se endereza.

—vos tampoco haces nada para alejar a felipe cuando te empieza a tocar demasiado.—reclama el otro.—y sabes que me molesta. llegué a pedirte que lo alejaras cuando se te acercara de más...

traga saliva, sintiendo que esta se acumula excesivamente en su boca. su garganta apretada.

—supongo que es porqué te gusta que te toquen así y te den atención.—continúa el pelinegro cuando él no responde.

quiere decir algo, pero no puede.

—sos una putita de mierda.

su boca se abre ligeramente mientras siente como las palabras del otro le causan un malestar en el estómago.

antes de que pueda responder, blas camina hacia su cama para agarrar su mochila.

—voy a dormir con esteban y francisco.

poco después está solo en la habitación, tumbado sobre su cama fría y sintiendo un nudo en la garganta. le duelen los ojos por retener las lágrimas que no quiere soltar.

disimular ; juan x blas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora