cuatro.

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juan.

—e-espera blas...

el pelinegro lo empuja más contra la pared. puede sentir fácilmente el pecho ajeno contra su espalda y la rodilla derecha de blas entre sus piernas abiertas.

siente como sus piernas tiemblan. él realmente no está seguro de cuál sea la razón para aquel temblor. puede ser la excitación creciente llenando cada parte de su cuerpo, o el miedo a ser descubiertos por uno de sus amigos.

los labios del más alto succionan con fuerza la piel de su cuello, usando sus dientes para morder y su lengua para lamer un húmedo camino hacia una de sus orejas.

—¿qué pasa?—susurra el otro contra su oído. 

deja salir un gemido bajo cuando siente una mordida juguetona en la punta superior de su oreja. una corriente eléctrica recorre su espalda con rapidez.

nos van a ver...

aunque sabe que es una mala idea estar haciendo esto en medio del pasillo, no puede juntar la fuerza de voluntad suficiente para apartar realmente al otro.

siente las manos frías de blas adentrarse a su remera, acariciando su abdomen levemente trabajado suavemente antes de subir hacia sus pezones duros. el contacto provoca una sensación de cosquilleo en su estómago.

clava con fuerza sus uñas cortas en los antebrazos del pelinegro cuando el otro mueve sus caderas hacia él desde atrás, embistiéndolo por encima de la ropa. el movimiento ágil lo empuja más hacia la blanca pared frente a él.

la respiración agitada de blas contra su oreja le provoca escalofríos.

—¿y no querés que nos vean así?—la voz ronca del pelinegro llena su mente.—¿no querés que sepan que sos mío?

sabe que es la excitación del más alto quien está hablando por él, pero no puede evitar la ola de excitación propia que lo golpea con fuerza por sus palabras.

una de las manos ajenas aprieta su pezón una última vez antes de subir rápidamente hacia su cuello, envolviéndolo con fuerza. tira de su cabeza hacia atrás, obligándolo a apoyarse sobre uno de los hombros ajenos.

—esta noche no te salvas.

y sin más, el otro se aleja de él como si quemara. se tambalea un poco al perder su soporte.

obliga a sus piernas a recuperar el control para no terminar chistosamente sobre el suelo alfombrado.

y sus ojos oscuros siguen los movimientos de blas por el largo pasillo hasta que este desaparece en una de las habitaciones.

disimular ; juan x blas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora