diez.

801 99 30
                                    

juan.

salir a recorrer la ciudad con blas fue una linda experiencia.

primero fuimos a desayunar a una cafetería cercana al hotel donde nos hospedamos, una muy acogedora. después decidimos caminar un poco por el centro de la ciudad, viendo las vidrieras de los locales y comprando las cosas que más nos llamaban la atención.

—¿para qué querés un masajeador?—le pregunto al pelinegro cuando lo veo muy interesado en un masajeador de cabeza.

y cuando estaba oscureciendo, llegamos al cine. no estaba en nuestro plan principal, pero ninguno de los dos estaba en contra de ver una película juntos.

la sonrisa en mi rostro nunca desapareció durante el día. en algún punto mis mejillas comenzaron a doler y casi creí que la cara se me quedaría trabada para siempre.

y no pude evitar pensar en lo feliz que blas me hace. estar junto a él me hace muy feliz.

me hace sentir querido, sin condiciones y sin límites. desde que lo conozco, mi vida cambió de una manera positiva.

siento que estoy en la mejor etapa de mi vida, aprendiendo a ser verdaderamente feliz con él a mi lado.

el pelinegro me acerca a él durante la película, abrazandome por los hombros con su brazo derecho. poco después siento sus labios suaves besando los míos cortamente.

esto era todo lo que necesitaba, estar junto a él y disfrutar sin que nada más importe.

lo amo.

[...]

—¿y qué hicieron ustedes ayer?—pregunta esteban durante el desayuno de la mañana siguiente. él y el resto parecen muy interesados en nuestra respuesta.

—primero fuimos a desayunar.—confieso mientras blas le da un sorbo largo a su café.—tienen que probar las medialunas de esa cafetería, son muy ricas.

—¿y qué más?—pregunta esta vez felipe.

—después fuimos a recorrer un poco el centro de la ciudad.—dice blas, dejando su taza ya vacía sobre la mesa de madera barnizada.—y yo me compré un masajeador para la cabeza.

—necesito que me lo prestes ya.—pide francisco mientras junta sus palmas frente a él.—casi todos los días me duele la cabeza.

—lo voy a pensar.

—¿y qué más hicieron?—pregunta esteban nuevamente. hay una sonrisa divertida en su rostro.

—fuimos al cine.—digo esta vez yo. puedo notar el intercambio de miradas entre esteban y felipe. 

aquello provoca una ola de nervios en mí. el miedo de que puedan saber lo que realmente pasa entre blas y yo inunda mi cuerpo a una rápida velocidad.

—nosotros queremos ir a comer a algún lado.—dice felipe. pincha distraídamente su ensalada de manzana verde y espinaca con el tenedor.

—¿hoy?—pregunta blas.

él parece no haber notado nada extraño en esteban y felipe. realmente no me extraña, él suele ser bastante despistado.

—no hoy no.—esteban gira los ojos mientras se ríe levemente.—el fin de semana.

continuamos conversando un poco mientras terminamos de desayunar. poco después nos dirigimos a las habitaciones para prepararnos para ir a filmar las escenas de hoy.

mientras estoy terminando de acomodar mis pertenencias dentro de mi mochila, siento unos brazos que me rodean desde atrás.

—¿estás bien vos?—me pregunta blas con cierto tono de preocupación en su voz.—te veo medio tenso.

—estoy bien.—miento.—solo estoy un poco cansado porqué anoche no dormí bien.

noto que el pelinegro no me cree mucho, pero no insiste. agradezco eso.

y durante el resto del día no puedo evitar mirar a esteban y felipe de forma insistente. no veo nada fuera de lugar en ellos, lo que me hace dudar de mis propios pensamientos.

quizás solo fue una exageración mía.

disimular ; juan x blas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora