-Desaparición -

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Narrador Omnisciente:

Artemisa había cedido el paso a su hermano para que un nuevo día comenzara. Los rayos del sol se introducían en las cabañas de los semidioses dormidos, las aves comenzaron a cantar y la paz reinaba sobre el campamento. Poco a poco los semidioses se fueron despertando; Primero fueron los hijos de Apolo que al sentir a su padre se despertaron de su sueño, luego fueron los hijos de Atenea y Hefesto que no dudaron en ponerse a idear o trabajar en nuevos proyectos, y así poco a poco todos los semidioses se fueron reuniendo en el comedor para desayunar, a excepción de un semidiós de ojos verdes mar el cual no se presentó.

Grover estaba dirigiéndose hacia la cabaña de Percy debido a que no se había presentado a comer. Lo cual era raro viniendo al hecho de que Percy jamás se perdería una comida, en especial su desayuno de panqueques azules. Por esa misma razón se había tomado el trabajo de llevarle un plato con su típico desayuno azulado a su amigo.

Grover llegó a la cabaña tres con el plato en su mano, y tocó la puerta. Tras esperar varios segundos y tocar varias veces la puerta, comenzó a pensar en que se había quedado dormido. No sería la primera vez que lo hacía. Volvió a tocar un poco más fuerte, pero seguían sin responder.

–Percy, soy Grover, te traje el desayuno– dijo lo suficientemente alto para que el hijo de Poseidón pudiera oírlo.

«Seguramente se volvió a dormir tarde, otra vez» Pensó Grover.

–Percy te vas a perder tu clase- volvió a hablar elevando un poco más su voz y al no recibir repuesta, soltó un suspiro y tocó la puerta más fuerte–. Oye Percy...– se detuvo cuando la puerta se entreabrió levemente y entró volteando los ojos– Vaya creí que jamás te despertarías- comentó con una leve sonrisa mientras dejaba el desayuno en la mesa más cercana.

Alzó su vista esperando encontrar a un Percy con una cara de pocos amigos y totalmente desaliñado, pero notó que no encontraba allí. Miró a sus alrededores y lo único que encontró fue que todo estaba perfectamente ordenado. El piso limpio, el pequeño escritorio cubierto por papeles y cuadernos perfectamente acomodados y la cama hecha.

«Esto sí que es raro» afirmó el sátiro para sus adentro para seguir examinando el lugar con su mirada.

–¿Percy? – dio otra escaneada recorriendo cada lugar, pero era demasiado evidente que no había nadie allí. La cabaña estaba vacía.

El sátiro salió de la cabaña soltando un suspiro y con un mal presentimiento en su interior. Pero decidió ignorarlo y buscar a su amigo. En medio de su recorrido pensó en Annabeth y en que ella tal vez sabría dónde estaría Percy. Y como si los dioses lo hubieran escuchado la chica pasó a unos metros de distancia de él caminando hacia algún lugar.

–¡Annabeth! – llamó el sátiro haciendo que la chica volteara y detuviera su andar, y él comenzó a trotar hacia ella.

–Hola Grover- le saludó con una sonrisa– ¿Qué hacías? - preguntó la chica para reanudar su marcha con su amigo al lado.

–Estaba buscando a Percy– comentó volviendo a verla– ¿Lo has visto? - a pesar de su intento de no sonar preocupado, pudo notar como Annabeth fruncía ligeramente el ceño para voltear a verlo.

–No, no lo he visto aún– respondió–. Justo iba de camino a su cabaña para ir juntos a la arena– su comentario lo hizo morderse levemente el interior de la mejilla mientras intentaba ignorar el presentimiento que sentía– ¿Sucede algo? – preguntó al ver su extraño comportamiento.

–Nada– musitó–. Es solo que vengo de ahí y él no estaba. Me preocupo que no había ido a desayunar y le había llevado panqueques azules– comentó mientras recordaba lo que había pasado hace unos minutos–. Además de que su cabaña, por algún extraño milagro estaba ordenada– dijo en un tono algo gracioso, pero aun con ese deje de preocupación en su voz. Annabeth lo había notado, pero aun así no pudo evitar sorprenderse levemente por lo último.

PERCY JACKSON: EL ÁNGEL CAÍDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora