-Encuéntrame-

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Pov's Annabeth; Un mes después del ataque...

 No sabía que hacer. Por primera vez en mucho tiempo no lo sabía. Estaba encerrada en mi cabaña intentado recolectar toda la información que me habían dado, avistamientos, rastros, evidencias, entre más, y aun así no podía encontrarlo.

Mentiría si dijera que eso no afectaba a mi orgullo cuando me preguntaban si ya lo había resuelto y yo solo podía responder que aún no. Aunque en realidad todo el asunto me afectaba de distintas maneras.

Habían pasado dos meses y nadie sabía nada de él. Lo único que supimos de él fue cuando los monstruos nos atacaron en el Olimpo y casi reducen el edificio a cenizas, gritando que él era su rey, lo que se podría decir que era casi igual a nada. No confiaba en sus palabras, por lo que intentaba ignorar ese hecho.

A pesar de que todavía recuerdo esa tarde con claridad. La felicidad que tenía cuando me enteré de que nos habían convocado a todos, la ilusión que tenía de que tal vez lo hubieran encontrado. La noche anterior había dormido plácidamente, después de semanas sin hacerlo y, ese día, me había preparado lo mejor que pude para ir al Olimpo con una sonrisa en el rostro. Que idiota era.

Si alguien me hubiese dicho lo que iba a pasar aquella tarde no lo hubiera creído, hasta me hubiera reído. Ahora solo tengo pesadillas de aquella tarde, la que se suponía tenía que ser la más alegre de mi vida, se volvió una de las más dolorosas.

La manera en que los monstruos entraron al edificio, como luchaban con gran destreza, cuidando sus movimientos, como nos habían hecho creer que habíamos ganado y como luego otra horda nos atacó, con cíclopes en su mayoría que tenían fuego griego en antorchas y se aproximaban para quemarlo todo.

Los gritos de dolor. El fuego verde consumiéndolo todo. Las espadas chocando. El polvo dorado esparcido en el aire. La sangre pintando el suelo. El icor chorreando sobre la piel. Todo eso junto a el humo y los escombros que caían a montones, por culpa de los dioses al usar su poder y por el fuego que parecía no tener control.

Unos escombros habían caído sobre mí, lo que me ocasionó una linda fractura en la pierna, que aún no ha sanado. Al estar atrapada en los escombros no podía salir, solo podía observar y alertar a los demás de los monstruos.

Aunque no pudo ayudar a todos como quise, estando ahí pude ver cómo mataban a mis hermanos, a los campistas y a las cazadoras. Todos ellos frente a mí sin que pudiera hacer algo más que intentar advertirles sobre los ataques.

En ese momento sentía algo de alivio al saber que no había ningún niño ahí que pudiera presenciar el a masacre que se estaba produciendo. Me había agradecido mentalmente por decidir que ninguno debía ir por seguridad, aunque eso no evitó que el dolor de ver cada muerte me llegará.

Cuando la batalla terminó, todo estaba cubierto por polvo dorado, humo, sangre y cenizas. Había podido oír los gritos de gente pidiendo ayuda y no tarde en imitarlos. Debía salir de ahí para ayudar. Thalía fue la que me sacó de allí y me llevó al Olimpo para que me curarán. Al ser casi de noche fue que sentí más dolor que el de mi pierna rota, los había escuchado, pero no quería creerlo. No quería. Sigo sin querer.

Él no podía ser capaz de algo así ¿No? No, claro que no. Intentaba negarlo, pero los gritos se hacían más fuertes y claros, podía sentir la devoción con la que gritaban y no quise creerlo.

Esa noche no pude dormir, la siguiente tampoco, ni siquiera la otra y la otra después de esa. Los pensamientos y el dolor me ganaban "Él no haría eso" me repetía cuando la duda de si él sería capaz de hacerlo me azotaba. No podía no relacionarlo con la profecía "Mar y Sombra juntos pelearán cuando el caos he de comenzar"

PERCY JACKSON: EL ÁNGEL CAÍDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora