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Pov's Percy;...

-Maldita sea- Murmuré mientras dejaba a Rachel sobre la camilla- Debe haber algo por aquí...- Comencé a rebuscar entre los cajones y estantes, en busca de gasas, vendas y un bol donde colocar agua. Necesitaba atender esa herida lo antes posible.

-¡Jackson!- Escuché como la puerta se abría abruptamente pero no volteé a verlo

-Si sigues gritando mi apellido empezaré a creer que lo quieres- Comenté mientras cargaba el bol con agua tibia.

-¿Qué crees que haces?- Preguntó.

-Por si no lo has notado estoy intentando salvar una pierna- Le respondí con obviedad mientras me acercaba a Rachel con las cosas. Realmente no estaba seguro de lo que estaba haciendo, pero confiaba en mi memoria y en lo que había visto de los hijos de Apolo.

-Ella no debería estar- Lo escuché reclamar pero realmente no me veía con tiempo para escucharlo en estos momentos.

-En estos momentos creo tú eres él que no debería estar aquí- Terminé por decir mientras volteaba a verlo- Así que te pido que te retires y me permitas salvar esta pierna rostizada.- Agregué- Y si de casualidad ves a la enfermera dile que venga- Dicho eso volví mi vista hacía la pierna Rachel con las gasas en las manos. Escuché como murmuró algo y como la puerta se cerro de un portazo.

Antes de vendarla, remoje las gasas en el agua tibia del bol, para que las vendas no se peguen a su pierna, y las coloque sobre su pierna y luego las vende con las vendas asegurándome de que no este demasiado apretado ni demasiado suelto. Cuando terminé tomé el agua del bol y lo utilicé para curar las otras quemaduras que eran un poco más leves, solo dejaron una marca roja en su lugar.

Rachel había caído inconsciente en el camino hasta aquí, algo esperable considerando todo el humo que entro en sus pulmones y el fuego que la alcanzó. Deje las cosas en la mesita con ruedas que había a un lado de la camilla y salí del lugar con intenciones de ir a ver a Estelle. Cuando salí vi a los mismo guardias que había estado afuera de mi habitación el día en el que desperté.

-Ustedes otra vez...- Ambos se irguieron cuando escucharon mi voz y rápidamente hicieron una reverencia.

-Así es su majestad- Respondió él más bajo de ellos.

-Ahora ¿Por qué los enviaron?- Les pregunté mientras ambos volvían a erguirse manteniendo la vista fija en el piso.

-Nos han dicho que debemos estar con usted en todo momento debido al ataque reciente- Me explicó el otro Telquines y yo los miré con algo de molestia.

-¿Y de quién ha sido esta maravillosa idea?- Ellos se dieron una mirada notando mi molestia en el tono de mi voz.

-Del Comandante Luke- Solté una risa sin gracia.

«Si no es uno es él otro. ¿Realmente creían que no podría cuidarme solo?»

-Bien. Les ordeno que ambos se queden aquí y uno de ustedes vaya a buscar alguna enfermero-Comencé- No dejarán que nadie entre ni que nadie salga a menos que sea yo o algún doctor o enfermera- Terminé por decir con un tono severo.

-Pero Luke...

-¿Se están atreviendo a cuestionarme?- Ambos dieron un paso atrás sin levantar la vista del suelo.

-Claro que no su majestad- Se apuró a decir el más bajo- Solo creíamos...

-¿Qué las ordenes de Luke tenían más peso que las mías? ¿Les tengo que recordar que yo soy su rey? ¿O acaso quieren que les recuerde como es que lo soy?- Ambos se estremecieron antes mis palabras.

PERCY JACKSON: EL ÁNGEL CAÍDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora