Al entrar en la casa, Laura encontró a su madre con el agua de la tetera hirviendo y un enorme sánguche de pollo en un bello platito de porcelana. Mientras preparaba mate y Laura comía, más bien devoraba como un animal, la mujer le iba contando algunas novedades.
—Tu padrastro se fue —le largó, sin ninguna explicación.
—¿Cómo que se fue? ¿A dónde? —preguntó, sorprendida y pensó en la advertencia del conductor del taxi.
—No lo sé, no me lo dijo. Nunca dice a dónde va.
—Pero, mamá... ¿Va a volver?
—No lo sé —replicó, encogiéndose de hombros.
Entonces le contó lo que le había dicho el hombre sobre el gitano. A la mujer no le sorprendió, ya sospechaba que algo raro ocurría con aquel sujeto. No obstante, no se preocupó demasiado ni hizo muchos comentarios. Laura la observó, asombrada. La mujer no parecía triste, ni preocupada, ¡ni siquiera le interesaba el asunto!
—¿Ha pasado algo?
—Lo despidieron del trabajo... Supongo que partió a buscar otro o se metió en algún negocio con ese hombre. No lo sé. No me importa si no vuelve —replicó con sinceridad.
—¡Oh, mamá!
—No te pongas triste, hace mucho tiempo que dejé de quererlo. Sería una buena señal de Dios.
—¿Cuándo fue eso? —preguntó Laura, aún sorprendida más por la actitud de la mujer que por la partida de su esposo.
—El martes en la mañana.
—¡Y no me dijiste nada!
—No quería preocuparte —declaró y le sonrió.
La siguiente hora estuvieron hablando de lo que haría si no volvía el hombre, ya que traía el único sustento de su vida. Laura le propuso que se mudara a la ciudad con ella y que buscaría trabajo para mantenerla. Se lo debía, después de todo el sacrificio que había hecho por ella. Su madre no quiso ni oírla, ya era demasiado vieja para esos cambios drásticos, toda su vida estaba en aquella casa. Además, tenía algunos ahorros que había logrado esconder con éxito durante varios años y todavía era buena con la máquina de coser.
—La maestra de la escuela hace una obra de teatro todos los años y me ha prometido encargarme los trajes de los niños a mí —dijo con absoluta confianza—. Será un buen dinero, además tengo otros clientes. Rita pronto se casará con Alberto. ¿Te acuerdas de ellos? Tal vez no, eran solo unos niños cuando te fuiste. Su madre sigue diciendo que aún lo son, de todos modos se casarán. Y quiere que le haga el vestido de novia, supongo que no será como esos espantosos que están de moda ahora y que parecen lencería.
Su hija no pudo imaginarse a la recatada y tímida chica vestida de tal forma, de todas maneras decidió insistir.
—Pero, mamá, las cosas son caras y...
La mujer no quiso escuchar ni una palabra más.
—Llevo una vida muy sencilla hace tiempo, cariño. Los únicos grandes gastos que tenía eran para el vicio de tu padrastro. Me ahorraré mucho sin él —le aseguró sin tristeza ni compasión.
Laura decidió ceder.
17,05 PM
Las dos mujeres se encontraban en el cuarto de costura. Laura estaba sentada en el sillón y su madre había acercado una silla con asiento de paja. Era su favorita porque había sido de su abuela y le traía buenos recuerdos de cuando se sentaba allí a tejer, y ella a jugar con su muñeca. En sus manos sostenía el cuaderno de tapas rojas.
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La bruja y la serpiente
Horror¿Alguna vez imaginaste que el solo hecho de leer un viejo diario de una inocente niña podría despertar tus peores pesadillas? Pues los libros prohibidos existen y Laura lo descubrirá de la peor manera. La maldición de la bruja cobra vida. ¿Te animas...