capítulo ocho: Leonidas y Jack

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Es un día de esos raros, en los que todo es silencioso. O bueno, al menos lo era hasta ahora.

Gritos se pueden escuchar por casi toda la casa, y con ello el sonido de objetos cayendo al suelo y siendo lanzados. Nadie puede calmar la situación, todos lo han intentado y hasta ahora no ha habido éxito.

—¡Podríamos hablarlo como personas civilizadas, you monkey!— exclama Jack mientras evita los objetos que son lanzados hacia él, cabreado por la situación.

—¡¿Te crees que me importa?!— grita Leonidas, que sigue arrojándole objetos a su hermano, —¡Te lo dije varias veces, estúpido!

¿Cómo ha podido pasar esto? ¿Cómo han llegado a este extremo? La respuesta es algo sencilla:

Jack estaba leyendo un libro con tranquilidad en la cocina mientras bebía un poco de té, era un día pacífico en el que parecía que todo iba a ir normal. Parecía.

Leonidas se le acercó con una cara de pocos amigos y apuntó a su lanza, completamente destrozada, y empezó a preguntarle a su hermano cosas muy específicas. Cosas que, por algún motivo, Jack sabía responder a la perfección.

Esto hizo pensar al más alto que su hermano había sido el culpable del destrozo de su arma, y al principio simplemente quiso reclamarle. Una cosa llevó a la otra, la discusión entre los hombres subió de tono hasta que empezaron a gritar y a arrojarse objetos.

Raiden ya ha intentado interponerse, pero lo callaron e incluso le arrojaron un queso duro que había en el frigorífico; Buddha no estaba en casa; Tesla intentó que lo hablaran pero no pudo convencerlos, y antes de que intentara decir algo más le tiraron un tupper de plástico al estómago; Qin trató de convencer a sus hermanos de que dejaran de pelearse, pero tampoco hubo éxito, y cuando intentó interponerse en la pelea le lanzaron un bote de caldo de pollo, dejándolo completamente mojado; a Souji le lanzaron un paquete de tomate frito; a Simo le lanzaron un jarrón de cristal que de alguna forma logró evitar, pero no pudo salvar el jarrón; Sakata estaba fuera; Nostradamus sabía que si lo intentaban le iban a lanzar algo, y por miedo de que fuera de cristal no intentó nada; Kojiro si logró acercarse un poco a Leonidas pero este le pegó un puñetazo, rompiéndole la nariz; Rasputin estaba en la planta superior, nadie sabe que hacía.

Cuando Eva entra a su casa después de un tranquilo día en el trabajo, no se espera ver varios cristales rotos cerca de la puerta y a todos sus hijos apelotonados frente a la puerta de la cocina. Algo confundida por la situación, la mujer decide entrar a ver qué pasa.

Llega en el momento en el que un paquete de jamón le da a su hijo Jack en la cara, distrayéndole y dándole una oportunidad a Leonidas, quien le mete una patada en el estómago. El de ojos bicolor cae al suelo, cansado y adolorido, pero sigue defendiéndose.

—¡Pero bueno!— exclama la mujer —¡¿Se puede saber qué está pasando aquí?!

Los dos hermanos de pelo plateado la miran, se señalan el uno al otro y empiezan a hablar, defendiéndose a sí mismos.

—No, no, no, ¡y no!— los interrumpe, cogiendo a Leonidas del brazo y llevándoselo al salón, —¡De uno en uno! ¡El resto a la cocina!

Una vez llegan al salón se sientan en un sofá, y Eva le deja un tiempo a su hijo para que se calme.

—¿Qué ha pasado?— pregunta ella, extrañada por el raro comportamiento de su hijo.

—Jack rompió mi lanza— dice sin más, —Mi lanza favorita, la que me regalaron ellos.

A la rubia no le hace falta escuchar nada más y abraza a su hijo. Aún no le queda muy claro quiénes son 'ellos', pero sabe que son dos personas muy importantes para su hijo, probablemente sus padres.

✶﹑¡𝐌𝐀𝐌𝐈 𝐄𝐕𝐀! | SNVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora