capítulo diez: Kojiro Sasaki

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Una pequeña advertencia antes de iniciar: este capítulo no contiene nada de confort, sino que más bien al revés. El lector queda advertido. Quizás haga uno en el futuro que trate sobre confort, pero por ahora, este es el que he escrito.
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Eva ha pensado muy bien las palabras que le dijo su hijo Jack hacía unos pocos días. Las recuerda como si se las acabara de decir: "A veces Kojiro me preocupa. Siempre se hace cargo de nosotros cuando estamos tristes o cuando tenemos algún problema, pero, ¿qué hay de él?"

Hoy es el día en el que eso va a cambiar. Poniéndose una camiseta que solo utiliza para cocinar y unos pantalones de chándal, la mujer se dirige hacia la cocina a ayudar a su hijo y a dialogar con él durante un rato.

Cuando llega a la sala él ya está ahí, preparando las cosas para hacer la comida. En el poyo hay arroz, varios tipos de pescado y alga, parece que hoy toca sushi.

-¿Te importa si te ayudo?- pregunta la rubia a su hijo, quien la mira un poco sorprendido y luego asiente.

Ambos se lavan las manos y ponen el agua a hervir, esperando pacientemente a que termine el proceso.

-Dime, hijo, ¿acaso quieres ser cocinero? Siempre te veo aquí- dice Eva, mirando a su hijo pelinegro con una sonrisa sincera en la cara.

-No, no precisamente,- responde Kojiro -supongo que lo haré porque no pide mucha nota, eso sí.

-¿Y qué más da la nota?

Mientras pregunta eso el agua empieza a hervir, entonces su hijo se gira para echar una cantidad de arroz muy precisa.

-Si no me da la nota, no puedo hacer la carrera- menciona como si nada.

-¿Y cómo sabes que no te va a dar la nota para lo que quieres?- cuestiona su madre.

-Da igual cuánto lo intente, estudiar no es lo mío... al igual que algunas otras cosas- contesta con simpleza, negándose a mirar a la mujer que se encuentra a su lado.

La cocina se queda en un silencio algo incómodo para los dos.

-¿Acaso lo intentas?

La pregunta de Eva va con las mejores intenciones, pero Kojiro siente que es una ofensa personal. Tantas noches despierto estudiando, tantas tardes llorando por los suspensos, tantas mañanas en clase atendiendo y apuntando todo, tantos esfuerzos solo para que su madre le pregunte eso, ¿en serio?

Su ceño se frunce y, para evitar la mirada de la mujer, se gira para ver cómo va el arroz.

El resto de tiempo que pasan cocinando juntos es silencioso e incómodo. Eva no sabe qué ha hecho mal, y Kojiro cree que su madre se había burlado de él de una forma cruel. Ambos se niegan a romper el silencio que se forma, salvo con algunas preguntas y respuestas monosílabas sobre la comida.

El pelinegro se dirige a poner la mesa mientras su madre termina de cortar el rollo de sushi que ha hecho.

-Ahora no entiendo qué he hecho mal...- susurra Eva, sintiendo las lágrimas salir de sus ojos y evitando que salgan.

La mujer, al ver que su hijo no vuelve, decide secarse las lágrimas e ir a ver dónde está. Acierta a la primera, pues cuando mira en el salón ve a su hijo ahí, sentado en una silla y con la cabeza apoyada en la mesa.

-¿Qué pas-- trata de hablar, pero es rudamente interrumpida por su hijo.

-Nada, mejor voy a mi habitación, que no tengo hambre- dice, subiendo las escaleras hacia su cuarto sin dirigirle la mirada a su madre.

La rubia sabe que cuando Kojiro se enfada no hay forma de contactar con él, pues le ha pasado previamente con sus hermanos. Él apaga el teléfono, cierra su puerta con pestillo y simplemente se duerme.

✶﹑¡𝐌𝐀𝐌𝐈 𝐄𝐕𝐀! | SNVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora